Los carmelitas dejan su única parroquia en la diócesis de Mérida-Badajoz por falta de vocaciones
La congregación de los Carmelitas Descalzos era única en la diócesis y su carisma estaba marcado por la oración y la contemplación
Los padres carmelitas se han marchado de Badajoz. Después de 37 años de presencia en la ciudad, los tres frailes que atendían la parroquia de Santa Teresa han dejado la ciudad para integrarse en otras comunidades carmelitas que siguen funcionando.
Durante meses, los grupos de esta parroquia han orado para que la decisión de echar el cierre fuese reconsiderada, pero la falta de vocaciones carmelitas en España ha sido determinante.
Los frailes carmelitas llegaron a Badajoz el 8 de septiembre de 1982, una fecha simbólica por celebrarse ese día la festividad de la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura. Un mes después se ofició la primera eucaristía en el templo provisional que habilitaron en un chalé de la calle Luis Chamizo.
Hacía tiempo que esta congregación llevaba la Iglesia de Santa Marina en Zafra, pero justo el año en el que se celebraba el cuarto centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús decidieron fundar en Badajoz una nueva parroquia que llevaría el nombre de la santa de Ávila. Abarcaba desde la avenida Augusto Vázquez hasta la frontera de Caya.
El primer párroco fue fray José Miguel García Sancho, que seguía dirigiendo el templo cuando el 22 de marzo de 1987 fueron inauguradas la nueva parroquia y el centro pastoral en el número 11 de la avenida Augusto Sánchez, a pocos metros del seminario de San Atón.
Desde entonces, los padres carmelitas se convirtieron en una pieza fundamental de la Iglesia en la ciudad. Pero en los últimos años esta congregación ha sufrido la falta de vocaciones, razón fundamental por la que ha decidido cerrar la comunidad que mantenía en Badajoz.
A partir de ahora, la parroquia seguirá funcionando como templo diocesano. El nuevo párroco es Enrique Cruz, que compaginará esta labor con la de párroco de San Juan de Dios, la iglesia que está en la Urbanización Jardines del Guadiana.
La marcha se presumía irremediable desde comienzos de año. Pero la comunidad parroquial de Santa Teresa trató de evitarlo. Mabel Merino, que vive desde hace 19 años en la barriada de San Fernando, ha sido una de las personas que han luchado por ello. Incluso contactó con el padre provincial de los carmelitas para plantearle la conveniencia de que siguiesen en Badajoz. «Esa parroquia ha sido para nosotros un apoyo fundamental porque se basa en un carisma de oración y contemplación abierto a la universalidad. Es cierto que la parroquia continuará, pero ese carisma era insustituible y con esta salida nos quedamos sin padres carmelitas en la diócesis».
Del funcionamiento de la parroquia habla su actividad. Durante este último curso ha tenido 250 niños en las catequesis de primera comunión, grupos de confirmación y bautismos de adultos. También ha sido centro de reunión para el Carmelo Seglar, Renovación Carismática, Camino de Emaús, grupos de oración, encuentros matrimoniales y Cáritas. «Desde el momento que supimos que iban a marcharse, se organizaron encuentros de adoración ininterrumpidos que comenzaban el viernes por la tarde y terminaban los sábados para pedir a Dios que abriera caminos que permitieran la continuidad».
Mabel Merino cree que el problema no es tanto la falta de vocaciones como la desigual distribución de los frailes. «Actualmente hay muchas vocaciones en la India, allí son 1.200. Lo mismo que en otras épocas han ido de España a evangelizar fuera, ahora podrían venir».
Se da además la circunstancia de que Extremadura es la única región española que se queda sin frailes de esta congregación. «A nivel espiritual esta congregación tiene una riqueza enorme, son insustituibles en su carisma», asegura Mabel, que es profesora de religión.
Capellanes en los Maristas
También en el colegio de los Hermanos Maristas los echarán de menos puesto en los últimos 35 años el capellán de este centro ha sido un padre carmelita. «Esa capellanía comenzó con el padre Ángel Monteagudo y él ha sido nuestro último capellán. Han sido años de entrega y dedicación en lo celebrativo y en lo sacramental, siempre desde la sencillez y el carisma carmelita, compartiendo una gran devoción a María», confirma José Antonio Rosa, orientador en este centro.
Especial recuerdo tienen del padre Antonio Jiménez, que falleció el pasado curso. Su implicación fue permanente y en el colegio guardan con cariño una fotografía en la que este fraile posa con un equipo de profesores.
El padre Ángel, que se ha integrado este mes de septiembre en una comunidad carmelita de Sevilla, confirma que la característica que mejor define a la espiritualidad del Carmelo es la contemplación, la oración y la intimidad con Dios. «Lo que había en esa parroquia no lo había en otras, nosotros sobre todo hemos trabajado con los grupos de oración, la adoración al Santísimo, la Renovación Carismática, las catequesis, la oración de los viernes, la eucaristía... Pero la orden carmelita está muy envejecida en España, en poco tiempo han muerto 40 frailes».
El padre Ángel es consciente de que la comunidad cierra, pero la relación que ha tenido con la ciudad le lleva a decir que su deseo sería regresar algún día. «Yo estoy deseando que vengan carmelitas de la India. En Badajoz ya tuvimos uno en 1999 y otro hace tres años, ojalá pronto se pueda reabrir una comunidad».
«La vocación es un misterio, es cosa de Dios. No sé si hay menos vocaciones porque no damos lo que tenemos que dar, o el motivo es otro, pero la realidad es que estamos envejeciendo. La historia nos dice que las congregaciones nacen, crecen, se desarrollan y mueren. O se renuevan y resurgen con más fuerza. No es la primera vez que ocurre, es algo que hace el Espíritu Santo, no nosotros. Nuestra misión es seguir trabajando para que ese resurgimiento llegue».