La apicultura encuentra relevo

Incorporaciones ·

La región con más colmenas del país y la segunda con más apicultores profesionales ve como el sector apícola tiene buen pulso en un año con buenas expectativas

Viernes, 6 de mayo 2022, 14:27

Es tiempo de reproducción en las colmenas. El zumbido de las abejas que se agolpan en una recóndita finca es persistente. César Ledesma Muñoz, de 43 años, apicultor de tercera generación, acude a La Navilla, en el término municipal de Montánchez aunque a unos 12 kilómetros del casco urbano de Mirandilla, al lado de Mérida, para verificar que el proceso va bien.

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Está en el límite del Parque Natural de Cornalvo. «Mira, ya se ve la primera miel en las celdillas. Pinta bien esto pero es imposible asegurar en estos momentos que la producción sea buena. Y menos aún los precios, aunque también pinta bien», explica este ingeniero de montes que trabaja en la empresa Tragsa y es además apicultor profesional, que son los que tienen más de 150 colmenas. Está a un paso de convertirse en uno de los pocos apicultores con sello ecológico de Extremadura.

Sin que se pueda hablar de optimismo, algo prácticamente imposible en el campo, sí que se percibe un ambiente positivo en torno a una actividad que, aunque no tiene un peso fundamental dentro de los datos macroeconómicos de la agricultura extremeña, si goza de un peso apreciable en varias zonas, y ahora mismo un aire a favor que lo impulsa.

Extremadura alcanza los 1.100 apicultores profesionales y las 670.000 colmenas censadas

«Gracias a la apicultura se polinizan los árboles y las flores y se pueden producir el 80% de los productos agrícolas que consumimos», sentencian tanto Ledesma como Antonio Prieto, apicultor de Fuenlabrada de los Montes y responsable del sector apícola de UPA-UCE. Prieto tiene 60 años y cuenta con alrededor de 1.200 colmenas en su explotación.

Explicaciones

Los dos confirman que se percibe una mayor presencia de apicultores en los expedientes de incorporación a la actividad agraria en Extremadura. Sobre todo de población joven que viene a relevar a los más veteranos. Es, por tanto, un oficio que está cumpliendo revertir con uno de los obstáculos endémicos del campo, la de la falta de relevo generacional.

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«El otro día fui a Las Hurdes a una charla y vi a muchos apicultores jóvenes. También lo percibo en mi pueblo. Esto es una constante en los últimos tiempos, sobre todo a partir de 2014. Ahora, que muchos jóvenes se incorporen a la apicultura en plena crisis por la pandemia es algo que llama más la atención aun y eso sí que es una gran medida contra la despoblación», remacha Prieto en declaraciones a HOY.

La miel y el polen como suplementos energéticos goza de salud y mercado

Ramón Rodríguez, gerente de Euromiel, la sociedad cooperativa de segundo grado que engloba a las tres cooperativas base apícolas extremeñas, lo confirma. «No solo se ha frenado el descenso de apicultores sino que hay relevos. Es una actividad que atrae, vendemos calidad de miel y polen y, si los precios acompañan como parece, todo se explica mejor», culmina Rodríguez. Para que el kilo de miel no ecológica sea mínimamente rentable se debe recibir por 2,60 euros por kilo. Y el polen, cuatro veces más. La miel ecológica debería triplicar o cuadruplicar el precio de una miel normal.

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Dice el gerente de Euromiel que «ahora hay ganas por meterse a apicultor. Se está produciendo un buen relevo generacional. Hay interés por este trabajo». «Es un oficio accesible, que está concitando interés de gente nueva por su relación con la biodiversidad, con el medio ambiente. Tiene un enorme potencial y supone un revulsivo para las zonas rurales con mayor grando de despoblación», apuntala.

Antonio Prieto confirma esa especie de resurrección apícola. «Tuvimos una crisis muy importante hace unas décadas pero es cierto que últimamente estamos contando con gente joven y con personas que se incorporan a la actividad. Y eso que nuestros problemas son importantes aunque no está en peligro de extinción el oficio de apicultor», especifica.

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El principal, sin duda, el sanitario. La varroasis es el más grave. Es producida por un ácaro, la varroa, que acaba debilitando a la abeja. Un hecho que puede llegar a mermar hasta un 40% de la población de una colmena. En ese sentido, la Junta ha dispuesto ayudas, que entre otros conceptos incluye dinero para combatir la varroasis. Una línea de ayudas interesantes y que pueden incentivar también a la incorporación de apicultores.

«Nadie se mete a apicultor por las ayudas, pero es cierto que, nunca mejor dicho, ayudan bastante sobre todo cuando las cosas vienen mal dadas», dice el apicultor de Fuenlabrada.

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Explica Prieto que la región puso el año pasado 4,2 millones para dos líneas (este año serán casi 4 millones). De un lado, para ayudas agroambientales, con las que se puede recibir hasta 10.000 euros para un máximo de 500 colmenas. De otra parte, para la comercialización y la lucha contra la varroa, que en total pueden suponer 15.000 euros por titular de explotación.

«Es una profesión bonita que te tiene que gustar porque esto no es colocar colmenas y volver a ver cómo están a los quince días o al mes. Es sacrificada. Pero también es gratificante. Por eso me he embarcado en este proyecto y ahora voy a envasar mi propio producto en una nave de Calamonte», analiza César Ledesma mientras recorre el entorno del parque natural de Cornalvo. Allí cuenta con 80 colmenas y cada una de ellas tiene 50.000 abejas.

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Suele envasar cada año entre 300 y 500 kilos de polen y entre 3.000 y 5.000 kilos de miel. «Cada año es un mundo diferente en función del número de bajas de abejas y la floración», incide.

En plena primavera, los apicultores están en ebullición, como las abejas. Rogando para que la mortandad de las mismas sea la mínima, pidiendo que las temperaturas sean suaves y el campo pueda mantener aún una buena floración hasta bien entrado el verano. Para obtener miel y polen, dos extraordinarios suplementos nutritivos y energéticos, sus productores no dejan de hacer centenares de kilómetros para revisar sus colmenas.

También es el momento de la transhumancia apícola para una buena parte de los profesionales. Una vez acabada la temporada de recolección de polen y miel en las zonas de flora más tempranas, los apicultores se encargan de asegurar la supervivencia de sus colmenas moviéndolas a zonas de primavera más tardía.

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Ledesma suele mover su 'ganado' apícola por varias zonas de la provincia pacense y también por la vecina Sierra de Aracena y Picos de Aroche, en Huelva.

En primera línea

La transhumancia es una tarea dura, que exige hacer miles de kilómetros. Nos encontramos ya con colmenas extremeñas en Galicia o La Rioja, además de en Castilla-La Mancha, Andalucía o Comunidad Valenciana.

La región es una potencia en este sector dentro de España, y por tanto dentro del conjunto de la UE. Es la primera en cuanto a censo de colmenas, unas 670.000, y la segunda en cuanto a número de apicultores profesionales, con unos 1.100.

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Ledesma es de Herrera del Duque, el municipio más poblado de La Siberia. Es la comarca extremeña, junto a la de Las Hurdes, claves para entender a la apicultura extremeña. Otro foco interesante es Las Villuercas-Ibores-Jara, donde existe una denominación de origen de su miel aunque allí el músculo, en cuanto a volumen de colmenas y apicultores y facturación, es menor.

Con 500 colmenas repartidas entre el entorno del Parque Natural de Cornalvo, el embalse de Los Canchales, Hornachos y Villar del Rey, el apicultor que vive en Mérida es un productor ecológico. Está a punto de recibir el certificado que así lo acredita. Es de unos pocos en la región. Lo comercializa a través de la marca Valles del Anam. Empezó a hacerlo a partir del año 2019 pero su familia herrereña está en el sector desde mediados del siglo pasado.

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«Ahora es un momento clave para saber cómo irá el año. Tuvimos un buen otoño, una buena primavera hasta ahora y los enjambres están en plena reproducción. Pero los peligros existen y se llama, sobre todo, varroasis», concluye César Ledesma.

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