LA recuperación de población en zonas rurales y, sobre todo, el relevo generacional en el sector agrario son objetivos históricos que, por el momento, están lejos de alcanzarse.
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La solución a la España vaciada va mucho más allá del sector agrario, ya que son diversas las actividades que se pueden acometer en nuestros espacios rurales, sobre todo si son adecuadas las infraestructuras y el acceso tecnológico que permitan reducir las distancias físicas.
Sobre el rejuvenecimiento del sector agrario el reto no es menor. En este sentido, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó recientemente el Estudio sobre el Acceso a la Tierra. Documento final del Grupo Focal, un análisis que escrudiña las oportunidades y las posibles soluciones para facilitar el acceso a la tierra y la incorporación de jóvenes profesionales al sector. Hay que recordar que este informe se realiza en el contexto del futuro Plan Estratégico nacional para la Política Agraria Común (PAC).
Al menos, la primera conclusión es clara e indiscutible: el acceso a la tierra se considera un hiper problema, es decir, aquel cuya solución necesita de un cambio profundo, innovador y sostenible, mediante enfoques sistémicos, mediante la aplicación de tecnologías de la información y el conocimiento (TICs).
Pero además del acceso a la tierra, es necesario el conocimiento. Este se puede adquirir una vez se haya accedido a la tierra; pero de nada sirve acumular mucho conocimiento, si no se dispone de tierra. Lo que nos lleva a la imperiosa necesidad de acceder a ella; pero ¿la hay realmente?, ¿facilita la disponibilidad de tierras una PAC basada en la superficie?
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La realidad es que hay poca disponibilidad, por tanto, a un alto precio de compra o arrendamiento, y mucho recelo por parte de los propietarios sobre su venta o alquiler. Por otro lado, las medidas actuales de apoyo a los jóvenes agricultores no están dando resultados.
En Extremadura, en 2018, se puso en marcha el proyecto piloto de Bolsa de Tierras de Regadío de Extremadura (Botrex). Una unidad creada por la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio, dirigida a la dinamización del campo para fomentar el uso y aprovechamiento de fincas de regadío. Para ello se facilitaba el encuentro entre quienes querían arrendar y/o vender sus tierras y aquellas personas que estaban interesadas en su explotación. Entre sus objetivos, se encuentran el recopilar, revisar y validar las ofertas y demandas; divulgar la información y disponibilidad; facilitar el encuentro entre ofertantes y demandantes; ofrecer apoyo y asesoramiento gratuitos y generar confianza entre los usuarios.
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Con respecto al precio medio de la tierra, en España se ha duplicado en los últimos 25 años, situándose en 10.178 euros por hectárea, estando Extremadura muy por debajo de la media nacional.
Nos encontramos por tanto con varios retos: la liberalización de tierras, que permita un aumento de la oferta y el consecuente ajuste del mercado, para lo que es importante desarrollar acciones con los propietarios, tanto fiscales como sociales. Pero además también son necesarias otras estrategias de refuerzo para el joven agricultor, como el acceso a financiación, la tecnología, la formación, asesoramiento, integración social, etc.
En todo caso, es un buen paso y un gran documento de reflexión, que debería dar lugar a cambios sustanciales que permitan una estrategia pública consistente. Si se avanza por ese camino, quizás se pueda rejuvenecer el agro, pero lo primero es lo primero, hay que darle una vuelta al mercado de la tierra. El lema de los ingenieros agrónomos es perfectamente extrapolable a toda la humanidad, y dice: sine agricultura nihil, sin agricultura nada; el de los agricultores podría ser uno todavía más evidente, sine terra, nihil.
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