Veranear es una forma de explicar Extremadura. Ya saben, la idea que se tiene por ahí es que somos un secarral con algunas dehesas por el medio y unos cerezos al norte. Esa imagen está muy asentada entre los ignorantes, pero también entre gentes cultas y viajadas, que se admiran al descubrir Extremadura, pero luego se dejan llevar por los tópicos. Por eso, cuando en verano viajamos por España y, en el fragor de las conversaciones, explicamos nuestra región, muchos se sorprenden al descubrir que Extremadura es líder en producciones sorpresa, y las llamo sorpresa porque pocos esperan que les informemos de que somos la región española donde más arroz, tabaco, tomate, higo, soja, frambuesa, cereza o fruta de hueso se cosecha. Aunque lo que más anonada es lo del maíz. Este verano, visitando Asturias y Galicia, regiones donde los maizales crecen prácticamente al lado de cada casa, explicaba yo que Extremadura es la segunda productora nacional de maíz y no se lo creían. Argumentaban que el maíz se plantó por primera vez en Tapia de Casariego (Asturias) y Mondoñedo (Lugo) en 1606 por la familia de un señor, Gonzalo Méndez de Cancio, que había sido gobernador de Florida. De hecho, en la finca de Tapia, llamada Riobarba, sigue habiendo maizales 400 años después y, desde 1997, hay una ruta turística del maíz que discurre entre Tapia de Casariego y Mondoñedo. Pero eso es historia y turismo. La realidad es que donde de verdad se produce maíz es en Extremadura.