El sector agrario en España ha empezado 2025 con la mejora de varios indicadores, entre otros, la disminución del desempleo y el incremento de las ... reservas hídricas, ambos de enorme trascendencia. Además, la relación entre el empleo en la agricultura y la disponibilidad de agua es intrínseca y compleja. El primero de ellos, una señal de buena salud en el agro que refleja la recuperación de la actividad, pero debe acompañarse de medidas que promuevan la estabilidad y calidad del empleo en el campo. El segundo, abre buenas perspectivas de futuro, ya que el acceso adecuado a recursos hídricos permite a los agricultores planificar cultivos más rentables, mantener el rendimiento de las cosechas y generar ventajas laborales. Es una oportunidad para fortalecer la productividad del sector, siempre que se gestione de forma eficiente y sostenible.
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El paro en el sector agrario se situó en 83.593 personas al cierre de 2024, lo que representa un descenso del 14,5% respecto al mismo mes del año anterior. Este dato se traduce en 14.219 personas menos en situación de desempleo, consolidando una tendencia de mejora. Este fenómeno se enmarca en un contexto más amplio de reducción de este indicador en España, que ha alcanzado su cifra más baja desde 2007.
Por otro lado, las reservas hídricas han experimentado una mejora al inicio de 2025, situándose al 51,7 % de su capacidad total, con 28.973 hectómetros cúbicos almacenados. Este volumen supera significativamente al registrado en el mismo periodo del año anterior y está por encima de la media de los últimos diez años. Las cuencas con mayor acumulación de agua incluyen las internas del País Vasco (95,2%), Cantábrico Oriental (86,3%) y Tinto, Odiel y Piedras (82,5%). Sin embargo, algunas continúan en estado crítico, como la del Segura, con solo un 21,3% de su capacidad, y la del Guadalquivir, al 35,1%. Estas cifras reflejan la desigualdad territorial en el acceso al recurso hídrico, lo que afecta directamente a la productividad y sostenibilidad del sector agrícola. En el caso de Extremadura, en el momento actual el agua embalsada ronda el 47,9%, ligeramente superior al 47,5% de hace una año, pero por debajo de la media de los últimos diez, que se sitúa en el 52,4%
El aumento de las reservas de agua crea un entorno más favorable para la agricultura, aunque no soluciona de manera inmediata los problemas estructurales. La mejora de los embalses tras un período de sequías prolongadas brinda un respiro al sector y permite afrontar la imperiosa necesidad de una gestión sostenible de los recursos hídricos. Tecnologías como el riego de precisión, junto con políticas de redistribución equitativa del agua, son clave para consolidar el sector primario y todo el desarrollo económico derivado en zonas de riesgo hídrico.
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En Extremadura, el sector agrario experimentó una recuperación moderada en 2024. La contratación temporal durante las campañas agrícolas contribuyó a una disminución gradual del desempleo, aunque persiste la dependencia de los recursos hídricos y la necesidad de diversificar las actividades agrícolas en la región. Las mejoras en las infraestructuras de riego han permitido mitigar parcialmente el impacto de las sequías, fortaleciendo así la actividad laboral.
La sostenibilidad hídrica y el empleo agrícola están estrechamente vinculados al cambio climático, que plantea retos adicionales para el sector. Los fenómenos meteorológicos extremos afectan directamente a la disponibilidad de agua y, por ende, las posibilidades de empleo en la agricultura. Ante este panorama, es fundamental implementar estrategias que mitiguen el impacto del cambio climático.
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No es mal momento para seguir construyendo un sector agrícola más resiliente, equitativo y sostenible, siempre que las políticas ultra proteccionista con las que amenaza el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no den al traste con las expectativas y generen un peligroso desequilibrio e implosión en el mercado agrario y alimentario.
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