«Estoy casi seguro de que ha perdido la vida por intentar salvar el avión»
El comandante jefe de la Secretaría General de la Base Aérea defiende en los actos de homenaje que el instructor murió «en un acto de responsabilidad»
ARACELY R. ROBUSTILLO
Domingo, 4 de noviembre 2012, 02:22
Dolor y mucho respeto en la despedida ayer del comandante instructor del Ejército del Aire Ángel Álvarez Raigada, que perdió la vida el viernes tras intentar sin éxito realizar un aterrizaje de emergencia con un F-5.
El hangar general de mantenimiento de la Base Aérea de Talavera la Real, en Badajoz, sede del Ala de Instrucción de Caza y Ataque número 23 a la que pertenecía, sirvió de escenario para el acto de imposición de condecoraciones y honores fúnebres al comandante.
Al mismo asistieron sus familiares, amigos y compañeros, rotos de dolor, que arroparon a la viuda del finado, que entró en el recinto escoltada por un familiar y la psicóloga de la Base.
También quisieron acompañarles autoridades civiles y militares. Entre ellos, el ministro de Defensa, Pedro Morenés, el jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, Javier García Arnáiz, la subsecretaria de Defensa, Irene Domínguez-Alcahud, el coronel de la Base, Antonio Taranilla Manjón, el delegado del Gobierno en Extremadura, Germán López Iglesias, y la vicepresidenta de la Junta, Cristina Teniente, entre otros.
Pilotos del Ala 23, compañeros del comandante Álvarez Raigada, portaron su féretro, cubierto con la bandera nacional, a hombros, desde la capilla de la base al hangar, donde se celebró el acto, que se inició sobre la una y media de la tarde. Los restos mortales de Álvarez Raigada estaban 'escoltados' por dos F-5, que estaban colocados a ambos lados del féretro.
El jefe de Estado Mayor del Aire procedió a imponer sobre la bandera que cubría el féretro la Cruz del Mérito Aeronáutico con distintivo amarillo, concedida al comandante a título póstumo.
A continuación, los presentes entonaron emocionados el himno del Ejército del Aire 'Alcemos el vuelo', acompañados por la banda del Acuartelamiento Aéreo de Tablada (Sevilla), seguido por un acto de homenaje a todos quienes dieron su vida por España.
Minutos más tarde, los pilotos del Ala 23 procedieron al plegado de la bandera que cubría el féretro y se la dieron al ministro de Defensa, que fue el encargado de entregar la enseña y la condecoración a la viuda del aviador fallecido, que la recibió entre lágrimas, en uno de los momentos más desgarradores del acto.
La ceremonia concluyó, apenas media hora después, con la despedida del féretro, nuevamente trasladado a hombros por sus compañeros y con el himno nacional de fondo. Un familiar del instructor confirmó a HOY que sus restos mortales serán incinerados.
Tras el acto de homenaje, la Comisión de Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (Citaam) continúa sus labores para determinar las circunstancias y causas exactas que provocaron el accidente en el que perdió la vida el comandante instructor.
En la Base, todavía están desconcertados por el accidente. Carlos Jiménez, comandante jefe de la Secretaría General de la Base Aérea, asegura que el comandante e instructor Ángel Álvarez Raigada y el alférez Sergio Santamaría de Felipe tenían «identificada la emergencia desde prácticamente el momento del despegue».
Explica que, desde ese instante, decidieron hacer un aterrizaje forzoso. «Lo sabemos porque tenemos constancia de ello, ya que solicitaron proceder de vuelta a la pista declarando emergencia y por eso se activó el dispositivo», aclara.
De hecho, el F-5 que acabó estrellado apenas estuvo 25 minutos en el aire, según Jiménez. «No llegaron a alejarse de los alrededores de la Base. Yo diría que apenas unos 30 kilómetros. Aunque sabían que algo no iba bien desde el despegue, no podían aterrizar sin más. Estos aparatos necesitan tiempo para poder evaluar qué pasa, minimizar los fallos, analizar los datos y luego tomar una decisión, y todo eso lleva tiempo. No podían haber simplemente aterrizado, ni en el mejor de los casos, ni aunque un motor estuviese ardiendo, siempre tienes que hacer un tiempo de vuelo», puntualiza.
Pide paciencia para desentrañar los pormenores del accidente. «Lo que vamos a tardar más tiempo en saber es lo que pasó dentro del avión. La Citaam y la justicia tendrán que recabar todas las pruebas. Aquí nos enteraremos al final de todo», afirma. Por otra parte, se espera poder arrojar más luz a este suceso, cuando se logre hablar con el alférez Santamaría de Felipe, que, según fuentes de Defensa, continúa estable y sedado, pero en estado grave en la UCI del Hospital Infanta Cristina de Badajoz.
Con respecto al alumno, quiso aclarar que es «osado» decir que el alférez, activó la expulsión de su asiento (eyección) para salvar su vida. «No sé quién ha dicho eso. De hecho, no sabemos todavía si se activó la eyección. Lo único que sabemos es que un asiento salió despedido», subraya, y añade que tampoco tiene constancia de que se golpeara con el camión de bomberos, otra de las hipótesis que se han barajado. También asevera que cuando se presiona el mecanismo de eyección, lo normal es que salgan expulsados a la vez los dos asientos, por lo que intuye que algo no salió bien, en caso de que se activara este sistema.
Más de 2.000 horas de vuelo
Carlos Jiménez fue una de las personas que pudo hacer una inspección ocular en el lugar de los hechos y se muestra prudente a la hora de especular sobre qué pudo pasar. Sin embargo, parece tener muy claro que su compañero, el comandante Álvarez Raigada, perdió la vida «en un acto de responsabilidad». «Mi opinión personal es que hizo todo lo posible por intentar posarlo en el suelo, por intentar salvar el avión y por eso ha ocurrido esta desgracia. Estoy casi seguro», dice.
Recuerda que son aviones muy caros, con más de 40 años de vida. Aunque «con un mantenimiento que nada tiene que envidiar a Ferrari», afirma. «Puedo garantizar que un avión que no esté en perfectas condiciones no vuela».
Ese control mecánico exhaustivo le hace pensar a este experto, que en el vuelo en el que perdió la vida el comandante Álvarez Raigada pasó algo «impredecible». «Sé que también se ha dicho que falló un motor, pero estos aviones tienen potencia suficiente para poder operarlo con un solo motor, eso sí de forma táctica, pero sí para navegarlo de vuelta a casa, lo cual nos hace pensar que ha habido más complicaciones que todavía no conocemos», sostiene.
Asimismo, insiste en la pericia del comandante fallecido. «Ángel terminó su formación académica en el año 1999 y puede tener más de 2.000 horas de vuelo», subraya. Cuenta que era la segunda vez que estaba destinado en la base aérea pacense y explica que entremedias estuvo en Estados Unidos pilotando T-38, un avión prácticamente gemelo al F-5. «Por lo que en este tipo de avión de combate tenía más de 1.000 horas de vuelo», incide.
Su experiencia como piloto y como instructor de vuelo son para él el mayor argumento a la hora de pensar que durante el vuelo del pasado viernes sucedió algo inesperado que escapó a los exhaustivos controles mecánicos y a los recursos del comandante.