EFECTIVAMENTE, OS HEMOS ENGAÑADO
Entre los jóvenes (como entre los viejos) hay de todo. Hay 'peterpanes' que se niegan a crecer y asumir responsabilidades y currantes que se comen el mundo; hay genios y patanes; hay gente recia y quejicas. ¿Saben cuántos años tiene el último Nobel de Física? 36
MANUELA MARTÍN
Domingo, 7 de noviembre 2010, 16:40
E nrique Falcó, articulista de pluma ágil y original, cargaba el pasado domingo en estas páginas contra los «ceporros de 50 años» que dirigen empresas, no tienen ni el graduado escolar y explotan a jóvenes cargados de títulos y másteres. Y, de paso, mostraba su extrañeza por que el mundo esté dirigido por una generación que no está «ni la mitad de preparada» que la suya. Por sus quejas se le adivina joven y, sobre todo, cabreado porque la crisis económica les ha hurtado los trabajos cualificados y bien pagados que ellos imaginaban que se les iban a ofrecer nada más salir de la universidad. Es un debate interesante y ya hay hasta una corriente de opinión que habla de «la generación perdida».
Como ceporra de más de 50 no me resisto a la tentación de aportar mi opinión. Primero confieso: es cierto, os hemos engañado. Y os seguimos engañando con la pamplina de que los jóvenes de hoy sois «la generación más preparada de la historia». Seguro que es la que tiene más títulos universitarios por mil habitantes. ¿Pero alguien se cree hoy que la universidad española prepara buenos profesionales? Y, aún admitiendo que en algunos casos lo haga, ¿quién ha dicho que la titulación sea el único activo a la hora de encontrar un trabajo? ¿Qué pasa con la actitud, con la experiencia, con la iniciativa?
Los jóvenes se quejan de que no es fácil buscarse la vida. ¿Y cuándo lo ha sido? Desde luego en España no lo fue para quienes vivieron la guerra o la posguerra. Ya lo sé, eso es la prehistoria para los nacidos a partir de 1970. No nos vayamos tan lejos. ¿Acaso fue fácil para los millones de españoles (muchos de ellos extremeños) que tuvieron que emigrar a Alemania, Francia, Cataluña o País Vasco en los años 60 y 70 para hacer trabajos que no quería nadie? Tampoco los hijos de esa generación -esos cincuentones a los que quizá convendría gasear, o al menos prejubilar, para que dejen sus puestos de mando a la «generación más preparada de la historia»-, lo tuvieron chupado. Muchos accedieron a la universidad, que para sus padres era inalcanzable, porque combinaron estudios con trabajo, algo poco frecuente entre sus retoños, la generación nacida en los 80, los años en que el cuerno de la abundancia empezó a derramarse sobre España.
Éramos los más ricos
Y de ahí viene el engaño. La burbuja creada en un par de décadas de crecimiento acelerado nos convenció a los españoles de que éramos ricos. De ser un país pobre y atrasado, el culo de Europa, pasamos en un abrir y cerrar de ojos a ser más ricos que los ricos de toda la vida, los alemanes, los franceses, los americanos. Esto era jauja hace apenas tres años, con más vacaciones, más BMWs y más teléfonos móviles per cápita que Suiza. Y muchos jóvenes se criaron con la reconfortante sensación de que el mundo estaba a sus pies. ¿Que se les antojaba una bicicleta, una play station, una wii, una moto? Ahí estaban sus padres, sus abuelos, sus tíos para regalársela. Que el niño no pase las privaciones que hemos pasado nosotros.
El problema es que con la crisis que tenemos encima esa familia protectora no le puede asegurar a su hijo un puesto de trabajo a la altura de sus expectativas.
¿Eso significa que la mentada generación «más preparada de la historia» se va a convertir en la más frustrada? Dar tumbos buscando empleo quema: a los que tienen 25 años y nunca han trabajado y a los que tienen 45 y se dan de bruces con un ERE que les pone en la puñetera calle y les entierra laboralmente con el sambenito de 'viejos'.
Regalarles el oído
Los españoles nos engañamos y engañamos a nuestros jóvenes con la ilusión de que los tiempos de bonanza eran eternos. Ahora toca apechugar y buscarse la vida en peores condiciones. Como ha ocurrido siempre salvo en ese paréntesis de 'riqueza' efímera que hemos vivido. Lo que ya no viene a cuento es seguir regalándoles el oído con la cantinela de que son la generación mejor preparada y fomentar el victimismo de quien se siente estafado porque el futuro que le prometieron no llega.
Pero quizá es inexacto hablar de generación como un todo homogéneo. Entre los jóvenes (como entre los viejos) hay de todo. Hay 'peterpanes' que se niegan a crecer y asumir responsabilidades y currantes que se comen el mundo; hay gente recia y quejicas; hay genios y patanes.
¿Saben cuántos años tiene el último premio Nobel de Física? 36. Es un ruso con talento que salió de su país para completar sus estudios y trabaja como una mula de la mañana a la noche en una universidad de Manchester. No hay generaciones, hay individuos.