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Gordon Satterly y Richard Brand, que son matrimonio, se besan en un receso del rodeo gay que se ha celebrado en Little Rock, capital de Arkansas.
El Oeste más salvaje

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Vaqueros gais desafían con un rodeo al estado de Arkansas, que prohíbe las bodas del mismo sexo

BORJA OLAIZOLA

Domingo, 7 de junio 2015, 10:19

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Wade Earp baja de su caballo y suspira: «¡Ojalá pudiéramos participar en un rodeo normal!». Este vaquero homosexual, de 45 años y natural de Benton (Arkansas), creció en una familia de fundamentalistas cristianos, algo habitual en la zona. «Todo el mundo merece un trato igual. Todos nos merecemos tener los mismos derechos», reclama Earp, un tipo duro con perilla y barriga cervecera, especialista en capturar becerras y uno de los 75 participantes en el rodeo para gais organizado este año en Arkansas, donde están prohibidas las bodas del mismo sexo.

Los westerns nos enseñaron que en un buen vaquero convergen todos los atributos de un macho alfa: aventurero, mujeriego, atractivo, valiente y arrogante. El retrato se completaba con unas cualidades pugilísticas más que notables y, cómo no, una puntería infalible. Al héroe le adornaban en ocasiones valores poco encomiables, como una debilidad hacia la bebida que el espectador siempre justificaba porque, de alguna forma, le hacía más humano. Ese esquema dio un vuelco a medida que las películas del oeste se alejaron de los cánones del género y empezaron a inspirarse en el mundo real. El éxito de una cinta como 'Brokeback Mountain' (2005), que contaba la relación sentimental entre dos vaqueros que trabajaban cuidando ovejas, contribuyó a resquebrajar los estereotipos más rancios del salvaje oeste y aproximó el género a la realidad.

Pero la tradición es una carga muy pesada. Los rodeos son sitios donde las demostraciones de cariño resultan un tanto extemporáneas; al fin y al cabo se trata de establecer una relación de dominio sobre un animal y en ese terreno lo que funciona es la fuerza bruta, la destreza más viril y todo lo que tiene que ver con la testosterona. A los defensores de los derechos de los homosexuales les pareció que no había mejor escenario para plantear sus reivindicaciones y en 1985 tuvieron la ocurrencia de fundar la Asociación Internacional de Rodeo Gay, un grupo que aprovecha las fiestas vaqueras que organiza a lo largo y ancho de EE UU y Canadá para hacer proselitismo y recaudar fondos.

Su última idea ha sido promover el rodeo de Little Rock. Arkansas forma parte de lo que en EE UU se conoce como el Cinturón Bíblico, un puñado de estados situados en la vertiente más meridional y donde las creencias religiosas están tan arraigadas que llegan a colisionar con principios de convivencia elementales. En lugares como el propio Arkansas, Alabama, Mississippi, Georgia, Tennessee, Kentucky o las dos Carolinas, por ejemplo, es casi imposible que un ciudadano que se declare ateo tenga acceso a un cargo público. Algunos han aprobado leyes que lo impiden de forma explícita.

Eso explica que el reconocimiento de los derechos de los homosexuales encuentre en el sur una fuerte oposición. Los 75 vaqueros que se acercaron hasta Little Rock, todos ellos activos militantes de la causa del arcoíris, no las tenían todas consigo. Y aunque algunos lugareños interpretaron que se trataba de una provocación, la mayoría se mantuvo al margen. Así que en el rodeo hubo más participantes que espectadores.

Sentencia inminente

El espectáculo ha contribuido a poner el foco en los estados que rechazan estas uniones. Se trata de un asunto candente en Estados Unidos, sobre todo ahora que el Tribunal Supremo está a punto de emitir un dictamen que podría legalizar las bodas homosexuales en todo el país. La Corte Suprema tiene previsto pronunciarse a fines de este mes sobre las demandas planteadas por doce parejas que se sienten discriminadas porque las autoridades les impiden casarse.

De momento, son más los estados que apoyan los matrimonios del mismo sexo (37) que los que los rechazan (13). Las autoridades de Massachussets fueron las primeras que dieron el paso en 2004. El presidente Obama se ha pronunciado de forma favorable a la medida apelando a su condición de jurista: «Solía dar clase de Derecho Constitucional, y creo que hay una base sólida para determinar que en esta era, con lo que sabemos, con los cambios que han tenido lugar en los estados, las parejas del mismo sexo deben tener todos los derechos y el reconocimiento que tienen las heterosexuales».

Las encuestas se inclinan también por la legalización. Los especialistas en demoscopia estiman que seis de cada diez estadounidenses la apoyan, aunque las resistencias son también considerables, sobre todo entre los votantes del Partido Republicano. Es en ese ambiente, muy mediatizado por las concepciones religiosas más fundamentalistas, donde se halla el núcleo duro de la oposición. Habrá que ver si el rodeo gay de Arkansas ha tenido algún efecto.

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