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Mundial de catar

España se estrella ante Omeyer

El portero francés, con sus 20 paradas, impide el pase de los hispanos a la final

MIGUEL ÁNGEL PINDADO

Viernes, 30 de enero 2015, 01:37

Thierry Omeyer, a punto de cumplir 38 años, se convirtió en el obstáculo que los hispanos fueron incapaces de superar para alcanzar la soñada final del Mundial. Una vez más, y ya son incontables, Francia apaga el sueño de España en una competición internacional de balonmano. Está claro que habrá que esperar a un cambio generacional para reconvertir una situación que se repite de manera sistemática en el balonmano. Francia no hizo un buen partido. España tampoco. Pero los galos siempre encuentran un hombre capaz de solucionar los problemas. Muchas veces es Nikola Karabatic, otras Abaló y otras Omeyer.

Este viernes le tocó al portero. Nada menos que 20 paradas, cuatro penaltis incluidos. Los hispanos soñarán con el guardameta del París Handball. España hizo la machada de enjugar los cuatro goles de diferencia que los franceses se llevaron al descanso en un inicio excelente de la segunda mitad, pero apareció don Thierry Omeyer y la portería gala se convirtió en una pequeña alacena para los lanzadores españoles. Y está claro que esa es demasiada ventaja para la mejor selección del mundo. A los franceses, con su férrea defensa y un muro detrás, les bastó con un mínimo acierto en ataque, con superar una vez cada cinco minutos la portería de Gonzalo, que también brilló a gran altura, para conservar su ventaja y jugar con un ojo en el cronómetro, que siempre corría en contra de los españoles.

Los hispanos tuvieron muchas ocasiones de empatar el encuentro, pero los errores propios y los aciertos de Omeyer evitaron la presión del marcador sobre el conjunto galo, que desde el 4-3 siempre estvieron por delante en el electrónico hasta el 22-26 final.

Así pues, el bronce es el único metal mínimamente dorado al que aspiran ahora los hispanos, que se encontrarán con Polonia, una selección que a buen seguro conoce perfectamente Manolo Cadenas, que entrena en la liga polaca.

En contra de lo que se esperaba el partido entre Francia y España comenzó como un auténtico correcalles. Nada de táctica, de estrategia, de ataques estáticos y jugadas elaboradas. Los primeros cinco minutos fueron un auténtico ir y venir de una a otra portería. Pasada la borrachera inicial, Karabatic aprovechó la lesión de Viran para dar a su equipo las primeras diferencias y provocó el tiempo muerto de Cadenas para evitar que Francia se marchara en el electrónico. Y quizás ahí estuvo una de las claves de la derrota. El técnico indicó una defensa 5-1 de Víctor Tomás sobre Karabatic y lo que se presuponía que debía llevar las dudas al equipo galo, las provocó en el propio. Además, coincidió con los cambios en la primera línea, lo que llevó también al desorden en el ataque. Fueron solo cinco minutos de despistes, pero que permitieron a Francia, sin hacer un gran partido, lograr cinco goles de ventaja en el ecuador de la primera mitad. La final comenzaba a escaparse, pero los hispanos aún no habían dicho la última palabra. La exclusión de Barachet fue providencial para reducir diferencias. España se colocó en varias ocasiones a un gol del empate, de meter el miedo en el cuerpo al equipo galo, pero no lo consiguió. Un par de errores en ataque y un par de paradas de un Omeyer que ya empezaba a apuntar alto propiciaron que al descanso el marcador volviese a dispararse hasta un 14-18.

En la segunda mitad España volvió a su 6-0 habitual y salió con el cuchillo entre los dientes. Nada que ver con la primera parte. Ahora había disciplina defensiva, Gonzalo hacía acto de aparición y los franceses estuvieron nada menos que siete minutos en anotar su primer gol, y de penalti, y otros siete en anotar el siguiente. Y encima España tuvo dos exclusiones en ese periodo. La defensa había conseguido acoplarse y España mostraba la identidad que la ha caracterizado en los últimos años. El marcador se colocó en un 18-19, a los diez minutos de la reanudación y el partido volvía a comenzar.

Pero si en defensa estaba arreglado el descosido, fue el ataque el que erró de manera notoria, si bien ante la otra mejor defensa del mundo. Con Julen completamente maniatado, Raúl, Cañellas y Maqueda se empeñaban en jugar todos los balones por el centro, donde los Karabatic y Sorhaindo cerraba perfectamente cualquier intento. No había ni claridad, ni ideas y ni siquiera los cambios en todas las líneas produjeron resultados. Y a pesar de ello, las diferencias nunca se fueron más allá de los dos goles. España necesitaba un arreón en ataque y lo tuvo, pero ahí se topó con Omeyer. Nada menos que 21 paradas, 15 de ellas tras el descanso y ahí se incluyen cuatro penaltis. Con esos porcentajes de acierto (48%) resultó imposible cualquier intento de remontada. España lo intentó, con más corazón que acierto en los minutos finales, pero siempre aparecía Omeyer. Con el brazo, con el cuerpo, con el pie, desde nueve metros, desde seis, desde el rechace. Todo, todo lo paraba el portero francés. En los últimos diez minutos, España anotó dos goles y Omeyer hizo siete paradas.

España volvió a caer ante su bestia negra, ante la que hombres como Raúl Entrerríos, Maqueda e incluso Canellas parecen encogerse. Mientras en defensa España rayó a gran altura. En ataque, el central asturiano estuvo dubitativo, lento y perdió demasiados balones, mientras que el toledano no encontraba su sitio ni imponía su fuerza. El central catalán se obsesionó por entrar por el centro y ahí, los Karabatic tienen marcado el territorio. De los extremos, solo Ugalde estuvo acertado ante Omeyer, y en la portería cabe destacar una vez más la aportación de Gonzalo Pérez de Vargas, que mantuvo vivo el partido con sus paradas, pero que fue eclipsado por el gran protagonista, Thierry Omeyer.

El domingo, España luchará a partir de las 14.30 horas por el bronce frente a Polonia.

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