El exceso de ruido no se convierte en delito ambiental hasta 1995

La primera sentencia por la vía penal que sienta jurisprudencia fue la dictada por el Tribunal Supremo en 2003, por la que se condena a dos años y tres meses de cárcel al dueño de una discoteca de Palencia por exceso de ruido.

Después han proliferado sentencias, entre ellas varias en Extremadura. En 2005 la Audiencia de Badajoz ratificó la condena a un año de prisión y siete de inhabilitación para cargo público al exalcalde de Villanueva del Fresno, Emilio Gómez, por un delito de prevaricación ambiental, y a la dueña de un bar por exceso de ruidos a la pena de dos años de cárcel. Entre ambos debían indemnizar a la familia que sufría los ruidos con 12.000 euros. En 2007, la Audiencia de Badajoz condena por estos mismos delitos y con las mismas penas al exalcalde de Talavera la Real, Juan Luis Rey, y al dueño de una discoteca, quienes tuvieron que indemnizar con 14.00 euros a un matrimonio que sufrió durante siete años los ruidos del local.