«El público es más exigente a la hora de reírse»
Fue uno de los pioneros de los monólogos en España y mañana repasa en el López de Ayala los mejores relatos Álex O'Dogherty Actor
A. GILGADO
Jueves, 3 de abril 2014, 11:42
Los monólogos de humor se han convertido ya en un género propio. Los hay de todo tipo, tremendistas, cotidianos y hasta científicos. Álex O'Dogherty puede presumir de ser uno de los pioneros. Empezó en el año 2000 en un programa de televisión y desde entonces no ha parado. Mañana a las nueve repasa en el López sus catorce años como monologuista y lo adereza con canciones de su último disco.
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-¿Cuesta encajar historias que escribió hace tanto tiempo?
-No, ni mucho menos. Yo no hablo de la actualidad, saco partido a la conducta humana y eso no pasa de moda. Las reacciones son las mismas ahora que hace quince años.
-Los monólogos se han convertido en la mili de los cómicos...
-Lo que demuestra que cualquiera no puede escribirlos y entre quienes los escriben, no todos lo hacen bien. Se trata de encontrar tu propia personalidad y contar las cosas como tú las ves. Luego es el público el que decide. Fácil no es desde luego.
-No basta con ser gracioso.
-Un tipo que resulte muy gracioso contando historias en un bar a su pandilla puede que luego se suba a un escenario y ya no tenga tanta gracia. Esto requiere mucha técnica, lo importante es que no se toque, pero requiere técnica tanto a la hora de escribir como a la hora de contarlo.
-Todos los actores confiesan que el humor cuesta más que otros registros. ¿Es sólo un tópico para evitar los prejuicios de género menor?
-El público es más exigente a la hora de reírse. En realidad da igual si se trata de humor o drama, el reto pasa por llegar al público, hacer reír o conmover.
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-Usted tiene una banda de música, también hace televisión y cine. ¿Se siente cómodo en un teatro?
-El escenario de un teatro me sigue imponiendo y poniendo. Tengo mucho respeto. Es lo que me gusta y lo que quiero. Me gusta mucho hacer cine y hacer tele, pero sin el público directo uno no puede pasar.
-Eso es un arma de doble fila porque uno ve la cara al público y quizá no le guste lo que ve.
-Me gusta hablarle a la gente. En los montajes siempre llevo el público iluminado porque me gusta verle las caras. No soy de esos que se sube al escenario y se aíslan de quienes tienen al otro lado. La interacción resulta fundamental.
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-A la hora de escribir un monólogo, ¿hay algún caldo de cultivo que nunca falle?
-Los monólogos vienen a mi más que yo a ellos. Al principio me preocupaba por encontrar temas de los que hacer reír, pero luego me di cuenta que lo que realmente me fascinaba era el comportamiento humano.
-Un monologuista debe ser un buen observador.
-Nosotros no somos cronistas. No tenemos que ceñirnos a un hecho concreto, podemos, a raíz de un fenómeno concreto, sacarle partido. Tenemos que buscar ese adorno. En cierto modo relatamos lo que ocurre a nuestro alrededor pero desde nuestro punto de vista.
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-El monólogo lleva mucho tiempo de moda. No es casualidad.
-En España, hasta el año 2000 no se conocía, por eso no creo que sea una moda, más bien es un género que se ha consolidado y evolucionará como el resto de géneros.
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