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BADAJOZ

Un monumento salvado de la chatarra

A pesar de que su primera ubicación fue la Plaza Alta, el inmueble se trasladó al campus para ser la biblioteca general El edificio metálico, declarado Bien de Interés Cultural, estuvo apunto de desaparecer

ÁNGELA PÉREZ

Sábado, 2 de junio 2012, 03:12

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Los pacenses que lo visitaban cada día tras su construcción, hace 113 años, para surtirse de todo tipo de alimentos seguro que no imaginaban que este edificio, que nació con la vocación de mercado de abastos, acabaría siendo un inmueble considerado bien de interés cultural. Se trata de un edificio que nació en las entrañas de la ciudad, en plena Plaza Alta. Que ha visto pasar el tiempo durante más de un siglo.

Fue de los primeros de su especie, tras los mercados de Bilbao y Málaga. Su fin era sustituir los viejos y antihigiénicos puestos de madera que hasta ese momento llenaban el corazón de la ciudad. Este pabellón de metal fue diseñado por el entonces arquitecto municipal, Tomás Brioso Mapelli, y su adjudicación se llevó a cabo en agosto de 1987 a la empresa Pérez Hermanos por un importe de 193.807 pesetas.

La enorme estructura de hierro, que ocupó casi por completo la zona trasera de la plaza, abrió sus puertas el 17 de diciembre de 1899. Dentro se encontraban múltiples puestos de alimentación. En su disposición original contaba con 1.362 metros cuadrados, dividida en tres naves, de estructura metálica y cubierta de fibrocemento, muro de fábrica hasta los dos metros y persianas fijas de madera hasta la cubierta del mismo. En su interior 51 puestos y una planta de sótano para almacenaje.

Tras 76 años como mercado de abastos, fue clausurado por su mal estado. El cierre del mismo provocó múltiples quejas tanto vecinales como de los comerciantes de la zona por la disminución de las ventas del resto de comercios de la zona.

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Apunto de ser chatarra

En un principio, para evitar los problemas de suciedad en los alrededores, se estudió la idea de desmontarlo y venderlo por piezas. Finalmente fue rechazada por varios motivos. Según un artículo publicado en este periódico el 30 de mayo de 1975, los valores arquitectónicos e históricos de este mercado motivaron que Bellas Artes exigiese que no desapareciera. Además, el proyecto para trasladar el edificio, de los arquitectos Manuel Briñas y Daniel Calero, valorado en 16 millones de pesetas, lo convertía en un gran pabellón de exposiciones, muy necesario en la ciudad por aquella época. Otro dato destacable que hizo desechar la idea, fue la estimación económica del derribo del mismo, la cual era más cara que lo que se obtendría con su venta como chatarra, poco más de 218.000 pesetas.

Esto hizo que el gran edificio, que ocupaba un lugar céntrico, se salvara y, en lugar de desaparecer, se trasladará al campus universitario para convertirse en la biblioteca general de la Universidad de Extremadura. Las obras comenzaron en septiembre de 1976 para concluir a principios de 1978.

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Durante el verano de 1977, el rector, Andrés Chordi, contaba en este Diario como esperaba con gran deseo la finalización de las obras para dotar al lugar de los diversos ejemplares pertenecientes a la Universidad, que compartiría con la biblioteca proyectada igualmente en Cáceres. El coste final de la misma se cifró en 23.279.000 pesetas. En el transcurso del montaje se alababa el contraste entre sus muros y los modernos edificios de la facultad.

En 1983, sus sótanos sirvieron como Facultad de Económicas y Empresariales. En 1984, por fin el edificio del antiguo mercado de abastos fue empleado para una de sus finalidades iniciales, ser pabellón de exposiciones. Así, acogió del 16 al 20 de octubre una de las mayores ferias de muestra de la región, la XII edición de FISEX.

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En el año 2006, el edificio acogió su último acto público. Hasta entonces, el sótano del inmueble fue utilizado principalmente como sede para diversas asociaciones de universitarios, donde además se ubicó una cafetería. Además, el edificio metálico, como es conocido, era el lugar elegido para celebrar los grandes actos de la Universidad de Extremadura, ya que nunca llegó a ser la esperada biblioteca general.

Desde que cerró sus puertas, el antiguo mercado de abastos ha estado esperando su recuperación. En mayo de ese año, la entonces Ministra de Vivienda, María Antonio Trujillo, firmó un convenio con la Universidad para la rehabilitación por un importe de 5,2 millones de euros. A finales de 2009 la empresa Vorsevi realizó un estudio estructural y patológico del edificio, detectando, entre otras cosas, un deterioro por corrosión de los pórticos. Sin embargo, la reparación nunca se inició.

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Ahora, la Junta de Extremadura inicia el expediente para declarar a este emblemático edificio de la ciudad bien de interés cultural en la categoría de monumento. Un edificio que ha sido capaz de superar su posible desaparición y su traslado desde el corazón de Badajoz.

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