Los héroes invisibles de la crisis
Este colectivo acostumbrado a las 'estrecheces' hace verdaderos ejercicios de 'ingeniería financiera' para sacar adelante a los suyosCada vez más jubilados ayudan con su pensión a otros familiares víctimas de la recesión
ARACELY R. ROBUSTILLO MARÍA JOSÉ TORREJÓN
Domingo, 27 de mayo 2012, 10:34
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Conocieron lo peor y lo mejor de la España del siglo pasado. Muchos de ellos empezaron a trabajar siendo unos niños, en plena posguerra. Se casaron y tuvieron hijos. Pagaron la casa en la que vivían a base de muchos sacrificios, hasta la última peseta y con altos intereses. Vieron cómo sus vástagos contaban con la posibilidad de estudiar y se iban de casa rumbo a un futuro supuestamente mejor. Ahora contemplan asustados cómo vuelven sin trabajo y con la hipoteca a cuestas. Ellos no dudan en volver a arremangarse para ayudarlos a salir del atolladero. Son los héroes invisibles de la crisis. Los jubilados que con su pensión, mínima en muchos casos, se han convertido en el único soporte de miles de familias extremeñas.
Un estudio de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP) advierte de que en la actualidad cuatro de cada diez personas mayores de 65 años (40,4%) ayuda económicamente a algún familiar, mientras que en 2010 ese porcentaje era solo del 15,1%.
Javier Álvarez, el sociólogo encargado de realizar el estudio, explica que aunque la tendencia se cumple en la región, los datos nacionales no se pueden extrapolar al cien por cien a Extremadura, donde en su opinión, puede que haya incluso más mayores que ejercen como único soporte familiar.
«De la muestra (de 813 casos) habrá unos setenta y tantos extremeños. Son pocos y por eso creo que el porcentaje puede que sea mayor allí. Porque hay que tener en cuenta el número de parados menores de 25 años, la renta per cápita, la emigración de los hijos y el número de vástagos, por ejemplo, y son parámetros nada positivos en vuestra región», enumera.
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Muchos nombres propios de hombres y mujeres extremeños son el mejor testimonio de que Álvarez está en lo cierto. Aunque no todos ellos quieren hablar públicamente de la importante labor que en silencio, en un segundo plano, están llevando a cabo para que los suyos no se queden en la calle ni les falte comida que llevarse a la boca.
HOY ha hablado con tres de esas familias que cuentan en este reportaje cómo se sobrevive con las pensiones de los abuelos como único ingreso. Son Clara Andrada, de 86 años, Julia Botello, de 67 y Carmen Martínez y Manuel Rodríguez, ambos de 68. Las 'pagas' de todos ellos son en la actualidad el principal soporte económico de sus hijos y nietos.
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Clara ha vivido en Cáceres toda su vida y está prácticamente ciega. Su pensión de viudedad, que ronda los 600 euros mensuales, sirve para mantener a tres de sus 11 hijos y a una de sus nietas, que residen con ella en el barrio de Las Trescientas.
También la 'abuela Julia' y su marido son el sustento económico de una familia compuesta ahora por nueve miembros. Julia Botello y su marido han criado ocho hijos con muchas estrecheces y cuando creía que su labor había terminado, la vida les ha vuelto a sorprender. Dos de ellos han retornado a casa y tiene acogidos a cinco nietos. Todos juntos viven con apenas 800 euros al mes.
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Por su parte, Ramón Ardila y su mujer, María del Carmen Martínez, representan la otra parte de esta historia. Son los beneficiarios de esa solidaridad altruista. Víctimas de la crisis inmobiliaria, este matrimonio con dos hijos (Daniel y Crístofer), que antes sustentaba Ramón con su trabajo de encofrador, sale adelante ahora con la ayuda de los padres de su mujer (Carmen Rodríguez y Manuel Martínez).
Jubilados, ambos con 68 años de edad, se las apañan para pagar con su dos 'pagas' sus facturas, la casa y dar de comer siempre que pueden no sólo a la familia de Ramón, sino también a las de otros dos hijos varones que también están en paro.
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Pensiones mínimas
En la región hay 114.991 jubilados y la pensión media es de 792,49 euros, unos 150 menos que la media nacional fijada en (942,46). Los jubilados del régimen de autónomos cobrarían menos aún, casi unos 300 euros menos, según un estudio realizado por la Federación de Autónomos ATA. Con estos 'mimbres', los extremeños de un colectivo acostumbrado a las estrecheces económicas obran verdaderos milagros. Ejercicios admirables de 'ingeniería financiera' para sacar adelante situaciones límite.
«Somos una generación acostumbrada a salir adelante con muy poco dinero. Por eso nos sentimos capaces de soportar a nuestra edad una carga similar a la que teníamos cuando nuestros hijos eran pequeños. Con la diferencia de que ahora están también nuestros nietos», resume Juan Silva, secretario general de la unión de prejubilados, jubilados y pensionistas de UGT.
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Buen ejemplo de ello son Carmen Rodríguez y Manuel Martínez. Él, que se dedicaba a la construcción, se cayó de un tejado con treinta y pocos años y se rompió la cadera. Una lesión complicada que le impidió volver a trabajar. Desde entonces cobra una pensión. Carmen, por su parte, estuvo trabajando hasta los 52 años en una empresa de limpieza. A esa edad enfermó y desde entonces también percibe una pensión.
Criaron a sus cuatro hijos en el barrio de San Roque y años más tarde consiguieron una vivienda social en la UVA y cuando les ofrecieron la posibilidad de convertirse en propietarios, aceptaron. Con todos esos 'debe' en su balance económico son capaces de echar una mano a sus hijos. Sobre todo con el tema de la comida. La fórmula es sencilla y conocida. Aplican aquello de donde comen dos comen tres y siempre guardan alguna ración para que a sus hijos y a sus nietos no les falte la comida caliente.
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Isabel Botello tampoco lo ha tenido fácil en la vida y tal vez por ello, tiene 'tablas' suficientes para salvar el día a día con verdadero arte. La vida le enseñó pronto a valerse por sí misma. De hecho empezó a trabajar con 9 años en la casa donde lo hacía su madre cuidando a los niños. «Alguno era hasta más mayor que yo», recuerda divertida.
Toda una generación de luchadores que casi no puede creer la dura crisis que se está cebando con sus hijos y que contempla sorprendida cómo en su tierra vuelven a repetirse situaciones que ellos creían ya superadas. «La triste realidad es que nosotros hemos podido salir adelante, con mucho esfuerzo. Pero hemos pagado nuestras casas y hemos criado a nuestros hijos y ahora nos encontramos con que vuelven al hogar con cuarenta y cincuenta años, en paro y sin ningún ingreso», resume Juan Silva, de UGT que recuerda que hay cerca de 1.500 familias extremeñas que ya no reciben ningún tipo de ayuda.
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Sosteniéndolas con manos todavía firmes están todos esos jubilados a los que no les tiembla el pulso a la hora de luchar por los suyos. Manolo Fernández Rico, párroco en el barrio de San Fernando de Badajoz, cuenta que, además, en la mayoría de los casos, el apoyo se hace de una manera discreta, casi invisible. «Conozco casos en los que los padres le están pagando la hipoteca a uno de sus hijos, porque no tiene recursos, y el resto de los hijos no lo sabe», apunta.
La otra 'pata' solidaria en la que se sostienen muchas de las víctimas de la crisis en la región son las oenegés, cuya labor imprescindible ensalzan todos ellos. Julia Botello reconoce que sin su ayuda y la de los servicios sociales no habría podido salir adelante. «Hay una chica, que se llama Pilar, que ahora está en Cruz Roja, que para mí ha sido un ángel todos estos años. Muchas veces me ha dado dinero de su bolsillo para poder comprar el pan», asegura conmovida.
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Ramón Ardila admite que no sabe qué haría sin el soporte que le prestan en su parroquia. Aunque confiesa que no le fue fácil. «Me daba vergüenza ir a pedir alimentos. Lo reconozco. Las primeras veces me costaba mucho, porque ya había vivido muy bien y ganado un buen dinero y de pronto era difícil verme en aquella situación. Pero ahora ha llegado un momento que lo he superado, porque si no me lo llevo... ¿cómo comen mis hijos?», reflexiona en voz alta.
En Cáceres, Clara Andrada y los suyos también se deshacen en parabienes con la labor de estas organizaciones. Cuentan que a través del grupo de Cáritas de la parroquia del Espíritu Santo les echan una mano. Unas veces con alimentos y otras, con el pago del recibo de la luz o el agua. De hecho, aseguran que el párroco del barrio, Paco Delgado, se ha convertido en un gran amigo de la familia.
Riesgo asumido
Todos a una consiguen suavizar el amargor de una situación que en algunos casos llega a ser dramática. Porque en ocasiones, la mano tendida también sucumbe a la crisis. Desde Cáritas, relatan casos especialmente tristes en los que los abuelos, con sus casas ya pagadas, en un intento por ayudar a los suyos, han avalado a sus hijos para conseguir una hipoteca y se han quedado sin su propia casa, porque el banco se las ha embargado para hacer frente al impago de sus vástagos.
Este supuesto es bien conocido por Clara Andrada, ya que su frágil economía también tiene que hacer frente al préstamo de uno de sus hijos. Él no lo puede pagar y ella le avaló con su casa. Así que esta anciana, que tiene una discapacidad visual, entrega 500 euros de su pensión al banco. Así las cosas, en estos momentos los cinco miembros de la familia Ávila-Andrada disponen al mes de 700 euros, resultantes de los 100 que le quedan a Clara tras pagar el préstamo de su hijo y los 600 que ahora gana Juanjo, otro de sus descendientes, en un trabajo a media jornada.
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Juan Silva asegura que, por desgracia, no se trata de casos únicos. Pero resume que hay muchas veces que, aunque se conocen los riesgos, es imposible decirle que no a la gente que se quiere. «¿Cómo los vas a ver pasar fatigas y pasar hambre sin hacer nada? Lo haces sin medir las consecuencias», resume. El secretario general de la Unión de prejubilados, jubilados y pensionistas de UGT se queja de que además de todas estas nuevas cargas, su colectivo está siendo objetivo de los recortes que plantea el Gobierno de Mariano Rajoy y denuncia que eso agrava todavía más una situación que él no duda en calificar de 'dramática'.
«No han tenido en cuenta que muchos hemos vuelto a ser cabezas de familia y que, además de pagar el 10% de nuestros medicamentos, tendremos que hacer frente a lo que les corresponda también a nuestros hijos y a nuestros nietos. Es lamentable», argumenta. Subraya que no es de recibo que sean los jubilados con su pequeña pensión los que al final hagan frente a las consecuencias de una crisis de la que, incide, no son los responsables. La realidad, sin embargo, es que lo están haciendo, sin hacer ruido ni pedir nada a cambio.
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