OPINIÓN

Yo no soy periodista

No se puede aprender a ser periodista, o lo eres o no lo eres. Y yo no lo soy

ENRIQUE FALCÓ

Domingo, 24 de abril 2011, 02:10

Publicidad

HAY gente en el planeta Tierra que se cree con derecho a decirme como tengo que escribir mis tribunas en el diario HOY. Hay gente que se cree muy lista. En esto de la opinión nos pasa un poco a todos como con el fútbol, que todos nos creemos mejor entrenadores que el entrenador. Entre los cientos de chascarrillos y críticas que me dedican algunos fervientes lectores hay uno que me encanta: cuando me critican por no comportarme como un buen periodista. «Señor Falcó, permítame decirle que usted no actúa como buen periodista al expresar semejante opinión de forma tan parcial». Esta frase puede leerse en los comentarios de mis artículos en hoy.es, o en los mails que me envían algunos lectores indignados. Me encanta que me digan algo así para responder: «Por supuesto, tiene usted toda la razón. No actúo como un buen periodista porque, entre otras cosas, yo no soy periodista. Si acaso, soy articulista o columnista, y esto no es sino un artículo de opinión, por lo tanto, en mi artículo, de opinión, de mi opinión, expongo mi opinión sobre lo que considero que debo escribir».

¡Qué ganas tiene el personal de encasillarte de repente y a las primeras de cambio! Mi cuñado Jesús es un 'manitas' con los muebles; no hay rompecabezas del Ikea o del Carrefour que se le resista. Pero no es carpintero, trabaja en un banco. Y mi cuñado Antonio, en carnavales, se disfraza clavadito a Torrente, pero no es policía, ni detective privado ni tampoco es como Torrente, aunque imita su voz. El hecho de que yo escriba en un periódico no implica que sea periodista. Además, eso cabrea y mucho a los periodistas de verdad; sobre todo a los que, lamentablemente, se encuentran en paro. Algunos de ellos también me critican, pues se creen periodistas 'de verdad' por haber estudiado la carrera y consideran una especie de intrusismo profesional que otros, que por ejemplo hemos estudiado magisterio o biblioteconomía, y nos ganamos la vida como croupier en un casino, o como auxiliar administrativo en una Pyme, podamos permitirnos el lujo de escribir en un periódico. Si a pesar de las advertencias de mi padre (periodista) me hubiera decidido a estudiar periodismo, es bastante probable que ahora me dedicara a cualquier cosa menos a trabajar en un medio, ya fuera escrito, o audio-visual. Además de ser una carrera superpoblada, de corazón pienso que no sería un buen periodista. Estudiar periodismo, y que me perdonen los licenciados por Dios, es una inutilidad. No se puede aprender a ser periodista, o lo eres o no lo eres. Y yo no lo soy. De la misma manera que un licenciado en derecho no tiene por qué ser abogado. Hay periodistas que lo son desde casi que nacen. Tienen esa necesidad de saber las cosas, se hacen las grandes preguntas: ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿quién?, ¿dónde?, ¿por qué? Y sienten la imperiosa necesidad de transmitir las respuestas al resto del mundo, aunque ello les cueste la vida, como a tantos reporteros de guerra, por ejemplo. Con todos mis respetos, llamar periodista a María Patiño, Miguel Temprano o Lidia Lozano, me parece una falta de educación. ¡Y me importa bien poco la de carreras que tengan!

Otro de los motivos por los que no creo que fuese un buen periodista quizás fuera mi pequeña dosis de vanidad. Ustedes mismos, que me leen cada domingo, caerán en la cuenta de que en un altísimo porcentaje suelo hablar de mí mismo, del mundo que me rodea, y eso podrá divertirles, causarles gracia o hacerles pasar un buen rato, que es lo que pretendo, pero no es noticia. Y la verdad, no me imagino retransmitiendo una crónica a lo Pérez Reverte, tras una trinchera, con tiros de fondo de verdad, comenzando mi crónica en plan: «Pintan malos tiempos para los habitantes de esta ciudad. La verdad es que la gastronomía de este país tiende a abusar demasiado del picante. Recuerdo cuando de jóvenes, mi amigo Javi y yo, ya saben, íntimo mío y de la gula, como quien suscribe, íbamos a comer pollos a Portugal, por aquello de estar al lado de Badajoz.». Seguramente me habrían frito a tiros, pero por pesado.

Existen personas que aún no saben de qué va esto de los artículos de opinión. Cuando un columnista escribe sobre algún tema, no es necesario que comulgue con todos sus lectores, ni que estos asientan a todo lo que el columnista afirme. Se trata de expresar su opinión y, lógicamente, lo hará (es más que probable) de manera parcial, faltaría más, para eso está dando su opinión. Aunque el escritor sea periodista, no está informando, está opinando. Bien cierto es que hay que exigir cuanto menos que sea conocedor del tema que trata, y que al menos esté debidamente informado. Lo que no es de recibo, ni inteligente, es pretender que tu firma favorita sea siempre un calco de tu pensamiento político, económico y social. Y si así lo fuera. qué quieren que les diga, ¡menudo aburrimiento! ¡Que cierto aquello de que lo polos opuestos se atraen, y los iguales se repelen!

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad