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Christiania es el segundo lugar que más turistas atrae de todo Dinamarca. O. H.

Christiania, la comuna hippie de Copenhague

Ciudad libre ·

El barrio, situado en el centro de la capital danesa, está autogestionado y es independiente de Dinamarca y de la Unión Europea

Sábado, 25 de octubre 2025, 13:32

En el corazón de Copenhague existe un barrio hippie autogobernado, que se considera independiente de Dinamarca y de la Unión Europea (UE). A su entrada, ... un gran cartel de madera avisa a los visitantes de que se están adentrando en la ciudad libre de Christiania y que abandonan, por tanto, el territorio comunitario. Al entrar, se observan pequeñas casas con murales y grafitis, banderas de colores que atraviesan las calles y puestos de souvenirs por todas partes. Y es que Christiania es el segundo lugar que más turistas atrae de todo Dinamarca.

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El barrio -que cuenta con unos 1.000 vecinos en la actualidad- comenzó a establecerse en 1971, cuando un grupo de padres decidió utilizar el terreno de unos barracones militares abandonados como parque para que jugaran sus hijos. La zona pronto atrajo a más y más gente, al calor del movimiento anarquista y okupa, y poco a poco Christiania fue creciendo y consolidándose como centro artístico y de la contracultura.

Pero con el tiempo, la alegalidad de este enclave atrajo también a las mafias del narcotráfico, lo que provocó choques con la policía y una ola de violencia, con guerras entre pandillas, que se cobró tres vidas entre 2021 y 2024. La inseguridad hizo que los ciudadanos del barrio tomaran las calles y desmantelaran 'Pusher Street', la zona en la que se llevaba a cabo gran parte de la compraventa de drogas. En abril de 2024, los habitantes de Christiania levantaron los adoquines de esta calle para evitar la entrada de estas bandas y, a día de hoy, una placa a la entrada del barrio indica que 'Christiania está abierto. Pusher Street está cerrada'.

Bandas de narcotráfico

El enorme letrero de metal explica que «durante años las bandas del crimen organizado dominaron Pusher Street, lo que era incompatible con los valores de Christiania». Por ello, el Comité que gobierna la ciudad libre decidió cerrar esta zona conflictiva y comenzar un proceso de transformación, «abriendo nuevas tiendas y talleres, centros de música y cultura, jardines, cafeterías y restaurantes», para convertir el barrio en el «oasis más bonito del mundo». El comunicado concluye pidiendo a los visitantes que no compren hachís a ningún vendedor dentro de este núcleo.

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Sus habitantes no son propietarios de sus casas. Pagan un alquiler comunitario y también la luz y el agua

En la actualidad, el visitante apenas nota que está entrando en Christiania, aunque es cierto que -además del letrero gigante- hay pruebas que lo demuestran: las casas son más bajas, llenas de murales de colores y se encuentran en peores condiciones que los bloques de la barriada colindante. En algunas de las fachadas aún hay dibujos y señales que advierten de que está prohibido sacar fotos dentro del barrio, algo que ahora se permite, siempre que se respete a los residentes.

Un cartel de madera anuncia la entrada al barrio. O. H.

Los vecinos no son dueños de sus casas, sino que pagan un alquiler comunitario, que depende del tamaño del inmueble -unos precios que son más bajos que los del resto de la ciudad-. Los terrenos son de propiedad comunitaria y no pueden venderse de forma individual. Y, al igual que el resto de ciudadanos de Copenhague, también sufragan los gastos del agua y la electricidad.

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Todo se paga en efectivo

Las guías de viaje destacan que Christiania es un lugar ideal para comprar obras de artistas locales a buen precio. Eso sí, todas las compras deben hacerse en efectivo, ya que dentro del barrio libre no hay datáfonos ni tarjetas de crédito. Más allá del sueño hippie al que cantaba Scott MacKezie en su archiconocida 'San Francisco' y de la filosofía del barrio, al adentrarse en este enclave, el visitante siente a veces la sensación de encontrarse dentro de un parque de atracciones. Las tiendas ofrecen una amplia gama de 'merchandising' de la ciudad libre: camisetas, postales, piezas de artesanía y hasta banderas de Christiania (que lucen tres puntos amarillos sobre un fondo rojo y que se puede adquirir por un módico precio).

Se puede comer en Nemoland, una zona de restauración llena de terrazas y con un escenario, que en las noches de verano suele acoger conciertos (hay hamburgueserías, pasta, opciones veganas...). Otra opción es curiosear por los puestos ambulantes que venden vinilos y entrar en un granero que ofrece desde pequeños souvenirs hasta piezas para construir muebles. Una realidad paralela en el corazón de Copenhague.

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