Las sucesiones en los partidos suelen ser turbulentas. Sustituir a un líder por otro desata guerras entre facciones. Recuerden la peripecia de Sánchez, defenestrado una ... vez y renacido con éxito meses después. La sucesión de Monago, aplazada durante años, puede dar lugar también a una batalla en el PP extremeño. Ahora, con el congreso regional en puertas, parece el momento de que se dirima por fin quién va a liderar a los populares en los próximos años. El primer aspirante es Fernando Pizarro, alcalde de Plasencia. La 'tapada', descubierta por HOY esta semana, es María Guardiola, concejala cacereña. Guardiola no dice que esté en la carrera «por respeto a la figura del presidente Monago», según sus palabras, pero se le considera la candidata elegida por Madrid.
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El congreso no se va a celebrar antes de marzo, dado que hace falta convocarlo con 45 días de antelación, y están por medio las elecciones en Castilla y León. Pero el PP ya no puede demorarse mucho porque va tarde. En un año estaremos en plena precampaña para las autonómicas y si el candidato no es Monago (que ahora sí parece dar un paso atrás) se necesitan unos meses para que los extremeños conozcan al nuevo cabeza de lista.
A priori es un handicap para el PP que al candidato socialista, que será Fernandez Vara, lo conozca el cien por cien de los extremeños y que el popular sea poco conocido.
Otro elemento que se maneja a la hora de hablar de aspirantes a la Presidencia de la Junta es su origen. Parece que hubiera una ley no escrita que determina que todos sean de Badajoz. «Es que Plasencia está muy lejos», he oído decir estos días cuando ha salido a colación el nombre de Pizarro. ¿De verdad se pueden utilizar prejuicios localistas para descartar a un candidato? ¿Tiene que ser por narices de Badajoz? Resulta un tanto absurdo ese argumento. Miramos alrededor y vemos que en España hemos tenido presidentes de Sevilla, de Pontevedra y de Madrid. Podemos elegir a Rajoy, que es gallego, para que presida España, pero vemos imposible que un placentino o una cacereña logren presidir la Junta de Extremadura. Un prejuicio que probablemente es más propio de políticos y periodistas que de los ciudadanos.
Otra cosa es que el candidato consiga la victoria, pero no porque proceda de la provincia de Cáceres, sino porque la hegemonía socialista en las instituciones es casi total y no es fácil cambiar la tendencia de voto.
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El objetivo más realista del PP en 2023 sería enfrentar a un nuevo candidato a Fernández Vara y, si le va razonablemente bien,rodarlo en cuatro años de oposición y competir con el sucesor de Vara en la siguiente cita, ya en el 2027. ¿Da por perdidas el PP las elecciones del año 23 en la región? Hasta el momento a los populares no se les ha visto ambición para recuperar el terreno político perdido en Extremadura. Salvo que la situación nacional les favorezca, el PSOE de Sánchez tenga problemas y la marca PP sirva por sí sola de arrastre de votantes.
Cabe pensar que si Génova apoya a Guardiola Pizarro tiene poco que hacer en el congreso. Pero es pronto para aventurar quién puede ganar. Ni siquiera es seguro que vaya a haber dos o más candidatos; o uno, si se llega a un acuerdo para evitar tensiones. El dedo de Casado señalando a Guardiola pesa, pero Pizarro cuenta con una carta de presentación que no es despreciable: ha ganado la Alcaldía tres veces con mayoría absoluta. La solución, (y la sucesión) tal vez, en un par de meses.
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