Tríptico cinematográfico

HÉROES Y TUMBAS ·

SALVADOR CALVO MUÑOZ

Miércoles, 27 de septiembre 2023, 07:35

A uno en realidad lo que le gustaría es escribir del panorama político-social de nuestros días en nuestra amada y desgraciada patria. Pero no. ... Dejaré en el tintero la retahíla de improperios que tendría que dedicarle a esa cuerda de fantoches, verdugos y rufianes que quieren dar al traste con esta nave que nos fundaron hace veintiún siglos nuestros padres romanos. Vamos a dejarlo. Y como servidor tiende a la fruslería, a la frivolidad y al ocio entretenido, abandona los asuntos de enjundia y comenta escenas que alguna vez le llamaron y embobaron su atención. Por ejemplo:

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Una. Alan Ladd entró en la tabernucha con sombrero y revólver al cinto. Estaban el tabernero, tras el mostrador, uno enfrente sentado y a la derecha Jack Palance, camisa blanca, chaleco y sombrero negros y dos revólveres. El gesto fue que cuando Jack Palance vio llegar a Alan Ladd movió la cafetera que tenía delante hacia un extremo de la mesa. Hablaron algo. Jack Palance se levantó, se puso delante de la mesa y desenfundó… pero Alan Ladd, que llevaba el revólver a la altura de la cintura, como Dios manda, y no esos que lo llevan casi tocando el suelo, fue más rápido y le arreó dos plomazos definitivos. Memorable escena antológica. De las mejores en la historia del western.

Dos. Duelo a espadas, el de James Mason y Stewart Granger en 'El prisionero de Zenda'. Vimos esa película hace mil años en el cine del pueblito, cuando la vida era de otra forma, que por ser nosotros jóvenes entonces nos parece ahora ochenta veces más bella e idílica que esta ñinga de tiempos que vivimos. Pero lo de antaño, lo podemos ver ahora con estos adelantos rapidísimos y urgentísimos. Hemos vuelto a disfrutar de ese trajín de esgrima entre un formidable James Mason (¡qué actorazo!) y el «beau Brumel» de Stewart Granger (inolvidable cazador en 'Las minas del rey Salomón').

Tres. Por la calle avanzaba un perro rabioso. Allí estaba Atticus Finch, es decir Gregory Peck que se quitó las gafas, las tiró al suelo y con una carabina apuntó y acabó con el peligro. Fue una escena más de una película maravillosa. Gran novela de Harper Lee, de 1960, que luego hicieron cine: 'Matar un ruiseñor'. ¿Por dónde empezar? La relación de la niña con su padre, un señor abogado de tremendo porte y trajes claros. El juicio en el que Atticus Finch defendía a un negro acusado de asesinato. El personaje misterioso que interpretó el entonces apenas conocido Roberto Duvall. Una película favorita donde las hubiere.

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Y cuatro. ¿Pero no era tríptico? Eso, era. Ramson Stoddard (James Stewart) salió dispuesto a enfrentarse con Liberty Valance, que se lo iba a cargar si alguien no ponía remedio. Pero allí estaba Tom Doniphon (John Wayne), que le pidió el rifle a su amigo Pompey (Woody Strode) y cuando se iba a producir el duelo y tiroteo entre el pobre James Stewart y Lee Marvin le asestó a este un balazo que lo dejó dar unos pasos para desplomarse muertito contra el suelo. No hay otra forma de combatir el mal. ¿Cuánto le debemos al cine?... Rosebud.

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