Vivimos en una época en que lo que no sale en televisión no existe. Estos días La Serena ha sido actualidad no por sus producciones ... ni por sus paisajes únicos, como el Cerro de Masatrigo, ni por ese río Zújar, eje de la comarca, con sus aguas remansadas que inundan muchas tierras y pasado histórico, pero que regarán otras tierras más abajo… Su actualidad es por la peste de la langosta en Cabeza del Buey, Peñalsordo y Zarza-Capilla, mañana, tal vez, sean otros. Pero la langosta ya fue descrita en la Biblia como protagonista de una de las plagas con las que Yahvé doblegó la voluntad del faraón para permitir la salida de los judíos de Egipto: «Al amanecer, el viento del Este había traído la langosta, que subió por todo Egipto posándose en todo su territorio en cantidad inmensa, como no la hubo antes ni la habrá después. Cubrió todo Egipto, que quedó oscurecido. Devoró toda la hierba de la tierra, todos los frutos en los árboles».
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Aunque este pasaje es muy conocido no podemos pensar que la langosta fue una plaga bíblica en exclusiva, sino que entre otras zonas se da en la zona meridional de la Península Ibérica llegando a formar en casi toda ella un endemismo más, siendo «paradigma de las desgracias que, como maldición, aparecían en el campo para provocar la miseria del mundo rural» (J. del Moral).
La langosta, que siempre fue destructora, tanto, que su remisión dio lugar a la atribución a diversos santos su desaparición y en agradecimiento, en tiempos pretéritos se elevaron ermitas en algunos pueblos.
Tan importante y tan asociada a los males estuvo la plaga de la langosta la sociedad que ya desde antiguo fue objeto de atención en las leyes su exterminio desde época de Felipe II, que en 1593 obligó a las justicias (alcaldes) de los pueblos a hacer matar la langosta a costa de los concejos. Incluso en algunas de las resoluciones legales se llega a describir la evolución del insecto y modos mecánicos para terminar con él. En el propio Memorial Ajustado instruido por el Consejo de Castilla para remediar los males de la agricultura extremeña (1783) se resalta la capacidad destructora de la langosta, siendo las dehesas su criadero permanente y reservorio fecundo de la semilla de estos voraces insectos.
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Es en estos parajes y ligado a la climatología favorable está unido su ciclo vital, como es la necesidad de lluvias oportunas y en cuantía suficiente en la primavera para que la evolución desde el huevo a larva y mosca pueda darse; de ahí que las plagas de langosta tengan un carácter irregular, como irregular es el comportamiento climatológico en nuestras latitudes. Unas primaveras pasadas por agua y otras de escasa duración caracterizadas por heladas iniciales y un adelantamiento del verano. Y en eso estamos. Hemos tenido una primera corta, pero con una época de lluvias intensas y un calor sobrevenido, que, a mi entender, ha acelerado todo el ciclo vital de la langosta y, de buenas a primeras, nos hemos encontrado con la plaga a la que esta tierra, La Serena, no es extraña.
Lo que puede ser nuevo es el abandono, pero sí sé que, en el siglo XIX, la preocupación por su extinción era pauta, aunque en algún momento se vieron desbordadas las autoridades, sobre todo en 1876, por el temor que se tenía a la disminución de las rentas y a la falta de hierba para los ganados. Que es lo mismo que en la actualidad, unos, los agricultores ven perder su cosecha, pues teniendo en cuenta que la langosta va, fundamentalmente, a las partes verdes en los cereales pierden sus espigas con lo que la cosecha se da por perdida, y para los ganaderos, porque terminan con la poca hierba y tallos verdes que quedan para aprovechamiento del ganado. Si a ello unimos la circunstancia de la subida de los insumos como consecuencia de la situación internacional, entenderemos la preocupación y alarma que tienen por sus ganados y por sus economías.
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Para la extinción solía solicitarse la colaboración de los ganaderos de cerdos, así como los de averíos de pavos y gallinas, pues estas aves son muy eficientes en la extinción de la langosta, como se protegía de lazos, redes, faroles y tiros a otras aves como los cuervos, grajos, tordos, zorzales, urracas, perdices, alondras y todas aquellas otras aves de pico grueso y duro, que se convertían en aliados de los vecinos, así como llegó a regularse la prestación personal con arreglo al número de varones útiles de cada familia y en relación con los medios de cada vecino. Todos tenían que colaborar, pues importante era la tarea a realizar. Incluso se llegaron a dedicar soldados en la extinción, como en la actualidad vemos a la UME (Unidad Militar de Emergencia) en la resolución de catástrofes naturales e incendios y otras, por lo que no es tan original esta colaboración, aunque sí de reconocimiento.
En el siglo XX la lucha contra la langosta está asociada a la industria química de los insecticidas, en la actualidad más que cuestionada, pues roturaciones y recolección a mano del canuto, no creo, se dé en ningún sitio, si a ello unimos el abandono de muchas tierras que de barbecho han pasado a posío, además de las condiciones favorables de la climatología de este año, parece, la plaga se ha hecho más virulenta y ha sorprendido tanto a agricultores y ganaderos de La Serena. Quienes, por otra lo tienen crudo, como ha manifestado la alcaldesa de Cabeza del Buey: conservación y ecologismo.
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Me da la impresión, que muchos piensan, en el mundo del campo actual quien sobra es el hombre.
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