Las elecciones se acercan. Hay señales en el firmamento que anuncian la buena nueva: Pedro Sánchez se ha ido a Radio 3 a hablar de ... Rosalía y Félix Bolaños se ha abierto un tiktok con Pilar Alegría como estrella invitada. Las expectativas cuando los políticos se lanzan a conseguir el voto joven siempre son altas porque el sentido del ridículo suele difuminarse gozosamente a medida que uno asciende por el escalafón ministerial. El voto viejo, en cambio, da poco juego: se trata de aprobar a todo correr una subidita en las pensiones y ya echaremos cuentas luego. Pero las maneras de llegar al votante adolescente son por definición osadas y creativas. Algunos objetarán que también podrían garantizarles viviendas asequibles y sueldos dignos, pero eso resultaría demasiado fácil y clientelar. ¡Donde estén una camiseta molona, el bono cultural y la Rosalía!
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Desde que los políticos han caído bajo la dictadura del marketing, todo lo que hacen suena raro, como prefabricado. Igual a Pedro Sánchez le gusta de verdad Rosalía y hasta es posible que se haya leído alguno de los libros que recomienda, pero da la impresión de que hay diez o doce asesores encargados de la tarea, analizando cada novela y cada disco en términos de estrategia política y conveniencia electoral. ¿Y si a Sánchez en realidad Muñoz Molina le parece un muermo y lo que le pone es Megan Maxwell o, peor aún, Juan del Val? ¡Eso no solo sería más divertido, sino también más fácil de creer! Por fortuna el límite de edad para votar se estableció a los 18 años. Si se hubiera fijado a los cinco, ahora tendríamos al presidente en Clan con una camiseta rosa, analizando con rigor y grandes risotadas los nuevos episodios de Peppa Pig.
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