Ocurrencias ferroviarias

DÍAS LEJOS DE LOS PERIÓDICOS ·

CÉSAR MUÑOZ GUERRERO

Martes, 7 de febrero 2023, 08:58

Está visto que en España lo que nos ocurre con los trenes es un auténtico esperpento. No hablamos ya de que la alta velocidad sea ... un juego de tira y afloja, sobre todo cuando se aproximan elecciones a cualquier circunscripción, con el que se conceden y devuelven favores y al final siempre terminan perdiendo los mismos.

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Tampoco de que los trenes de cercanías no lleguen adonde tienen que llegar, que para eso entran dentro de la categoría que les da nombre. Las estaciones provinciales languidecen en el trance del abandono al que las han sometido las administraciones de todo rango y escala desde hace por lo menos treinta años. Justo han sido los más recientes los que el sistema ha elegido para desmontar una estructura no envidiable, pero sí considerable que de alguna manera había conseguido llevar este transporte público a comarcas que ahora están borradas del mapa.

En resumidas cuentas, resulta que a más democracia, menos democratización de los trenes. En uno de los principales países productores de todo lo que tiene que ver con ese mundo. Que enseña a los jeques petroleros de Arabia Saudita cómo se monta un tinglado de estas características. Seguro que con esos compradores no se andan con tonterías, porque aunque allí los ciudadanos cuenten poco, lo que son los líderes, que de democráticos no tienen nada, no tienen pinta de dejarse arredrar porque un lote de raíles o de convoyes les salga defectuoso. Desierto tendrían para correr los responsables. Y es igualmente español el AVE privado que unos estadounidenses quieren montar entre Dallas y Houston, donde también pilla cerca un desierto.

Las estaciones provinciales languidecen en el trance del abandono al que las han sometido

Mientras tanto, aquí estamos los propios esperando un poco de consideración con Extremadura, autonomía que mantiene la circulación ferroviaria por vías de hace doscientos años, o que el Gobierno central se digne a firmar un acuerdo con Portugal para restablecer una unión que nunca ha tenido la prioridad que se merece. Al menos hasta hace unos años se mantenía el tren Lusitania, que permaneció 'de extranjis' hasta que algún iluminado puso fin a la aventura sin preocuparse de fijar la fecha de regreso.

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Y así seguimos. El pasado verano, la periodista Tereixa Constenla titulaba en 'El País' que para viajar de Madrid a Lisboa había que perder 11 horas, y que la conexión entre ambas capitales era más deficiente que hace casi un siglo y medio. ¿Cómo continuar leyendo y no clamar ante tanta dejadez? La modernidad nos ha acercado en unas cosas y alejado en otras, algunas de las cuales son de las más prácticas. Queda lejos la aspiración de los bohemios que sueñan con un trayecto entre Lisboa y París pasando por Madrid y recorriendo España.

Por otro lado, al corredor mediterráneo parece que le hacen más caso en los últimos tiempos, pero cualquiera sabe si circunstancialmente y con la mirada puesta en atraer a ilusos que confían como en el sempiterno número que roza a los jugadores de bingo sin llegar a tocarles. La fabricación de trenes para Asturias y Cantabria sin tener en cuenta las medidas de los túneles por los que iban a circular era una de las pocas ocurrencias que faltaban por llevar a cabo.

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