Teatro
Vara y sus cómplices del PSOE extremeño creen que apoyar la ruptura del Estado, liquidar la igualdad entre los españoles y vender que dejar libre de carga judicial la corrupción, la sedición, la malversación y hasta el terrorismo tiene la misma grandeza que el Teatro Romano de Mérida
El Teatro Romano de Mérida, no sólo es una de las piedras angulares de la historia y el turismo extremeño, es un referente del paso ... de la civilización Romana por la Península, cuna de la democracia occidental cuyas raíces se extienden hasta nuestros días, al menos en España hasta hace apenas un par de semanas.
Publicidad
El foso de ese teatro, a lo largo de los siglos, ha visto representada la tragicomedia de la vida humana, con sus risas, llantos, amores, desvelos, lealtades y grandes traiciones. En ese pasar de la historia el nombre del Teatro Romano ha sido usado por los representantes del PSOE extremeño en el Congreso de los Diputados para escenificar su particular comedia, que es en realidad la tragedia que va a acompañar a los ciudadanos extremeños a lo largo de esta legislatura, que espero que sea corta, muy corta. Dijeron los diputados sanchistas, que ya son únicamente eso, porque el socialismo y su significado real ya no lo representan, que iban a dar un «sí como el Teatro Romano de Mérida» a la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno. Era el epílogo a una obra de teatro, dirigida y orquestada por Guillermo Fernández Vara, donde se ha escenificado y certificado la venta del futuro de Extremadura, sus familias y empresas, a cambio de absolutamente nada para nuestra tierra. Vara y sus cómplices del PSOE extremeño, sus colaboradores necesarios, creen que apoyar la ruptura del Estado, quebrantar las bases de nuestra democracia y convivencia, liquidar el equilibrio y la igualdad entre los españoles residan en la Comunidad Autónoma que residan y vender que dejar libre de carga judicial la corrupción, la sedición, la malversación y hasta el terrorismo, tiene la misma grandeza que el Teatro Romano de Mérida.
Debo reconocer, sobre Guillermo Fernández Vara, que, aunque jamás recibió mi voto por encontrarnos en las antípodas ideológicas, siempre gozó de mí simpatía. Se le veía una persona cercana, atenta y educada. Incluso, alguna vez llegó a engañarme pareciendo que ponía los intereses de nuestra tierra por delante de los de su partido. Fue un falso espejismo, esos espejismos que con el calor te juegan malas pasadas, esos que algunas veces te hacen ver pasar un AVE por un barbecho.
Ya antes de las elecciones autonómicas daba señales de cansancio, de apatía, de haberse resignado a que Extremadura sea la gran olvidada, esa especie de maldición divina que recae sobre esta tierra y que nos impide avanzar. Incluso no había mirado mal proyectos que ya no sólo nos harían seguir siendo el vagón de cola de España y a su vez de Europa convirtiéndonos en el vertedero Europeo, me refiero al vertedero de Salvatierra de los Barros (de este tema tengo para escribir varios artículos), o esa resignación que hacía que no se enfrentara a su jefe Sánchez con el tema del tren, hasta incluso parecía que un socavón entre las dos capitales de provincia se encontrara abierto durante meses fuera normal.
Publicidad
Llegaron las elecciones y el pueblo Extremeño le mandó a la oposición, no valió lo de «al menos es campechano», gran parte del pueblo extremeño se había cansado ya de tanta humillación. Esa noche todos recordamos cómo salió en rueda de prensa y nos comunicó a todos que volvía a su plaza de forense, que el pueblo extremeño no lo había querido. Poco duró, en una jugada de funambulismo político, no voy a decir sin precedentes, pero al menos sí llamativa, nos comunicó al día siguiente que se quedaba, cambio de opinión llama a estas cosas su jefe.
Fue premiado, por este giro de guion en su teatrillo, con una Vicepresidencia en el Senado y ahora se dice, se rumorea que va a ser nuevamente premiado con un asiento en el Consejo de Ministros. Siempre me he alegrado de que un político extremeño, sea del partido que sea, llegue al Gobierno, porque se le presupone que mirará para su casa, pero en su caso, vistas las escenas de esta obra dramática a la que estamos asistiendo, permitidme que lo dude, pues su cara en ese Comité Federal detrás de Sánchez mientras este rendía a la nación y condonaba una deuda millonaria a los catalanes por sus siete votos, no da hilos a la esperanza tras la bajada del telón. Esa cara no era la de un político con la conciencia tranquila, si no la de un político que calla cobardemente para no enfadar a su jefe y que con suerte pueda caerle una cartera ministerial. A los extremeños mientras tanto nos caerá el olvido, el atraso y el abandono.
Publicidad
Señor Vara, si finalmente es elegido ministro, permítame que no le de la enhorabuena, pues dentro de esa cartera que le darán en el traspaso de poderes no hay otra cosa que los sueños rotos de esta tierra y sus opciones de avance encerradas. Usted sabe que esa cartera no vale la humillación del pueblo extremeño, sabe que no vale el atraso económico de nuestra tierra, pero, sobre todo sabe que no vale tu silencio y seguidismo cómplice mientras se destruye el Estado. No habrá ovación final para esta actuación, se bajará el telón se apagarán las luces y a Vara y al PSOE extremeño sólo les quedará el haber sido cómplices, protagonistas absolutos que no extras, de esta macabra obra de teatro donde Sánchez es presidente únicamente para él, por él y en su nombre.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión