Opinión

No al cierre de Almaraz

El cierre de Almaraz es un fallo estratégico de calado. Ahora bien, si finalmente se optara por la prórroga, debería imponerse que tribute en Extremadura la empresa titular de la misma (Centrales Nucleares Almaraz-Trillo), ya que aquí genera el 67% de su cifra de negocio

Julián Mora Aliseda y Marcelo Muriel

Catedrático e ingeniero industrial

Jueves, 20 de junio 2024, 07:55

Todos sabemos de las adversidades por las que atraviesa Extremadura de manera sempiterna, por lo que está considerada como «Región de Convergencia» (eufemismo para no ... decir «pobre») por la Comisión Europea. La misma institución que afirma sin reparo ni rubor que es el modelo a seguir porque se ha salvado de «caer en la trampa del desarrollo», suena a ironía por el contexto burlesco en el que lo dice.

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Pues bien, por si la situación no fuese lo suficientemente grave (déficit de infraestructuras, bajas rentas, alto desempleo, emigración de jóvenes, regresión demográfica, etc.) ahora se vislumbran vendavales impactantes sobre la sociedad y la economía del nordeste extremeño, como son: a) la reconversión del tabaco (sin alternativas inmediatas para los agricultores y el empleo en la zona de la Vera); b) la espada de Damocles que se cierne sobre la urbanización de Valdecañas, y c) el anunciado cierre por parte del Ministerio de Transición Ecológica de la central nuclear de Almaraz.

Centrándonos en Almaraz, la central nuclear mas importante de España, que el año pasado generó 16.927 GWh, constituyendo el tercer mejor dato histórico desde el inicio de su operación comercial en 1983 y que representa el 55% de la electricidad generada en Extremadura y un 6% del total nacional, cabe señalar que la decisión de España de cerrar sus centrales nucleares supone un grave error y tiene más carga ideológica que lógica, dado que esta fuente de energía está considerada verde por la Unión Europea, ya que no emite CO2 a la atmósfera. Esto es clave para cumplir, paradójicamente, con los Acuerdos de París (2015) a fin de alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible, al permitir garantizar de forma estable una producción a gran escala compensando la inestabilidad de las energías renovables para asegurar un suministro energético fiable y predecible.

En la actualidad las centrales nucleares debido a la inversión en tecnología y a la implementación de medidas de seguridad adecuadas pueden operar por encima de los 60 años cumpliendo con los estrictos requerimientos del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que realiza revisiones periódicas sobre los sistemas y componentes críticos. De hecho, a la central nuclear de Almaraz, en 2020, se concedió una renovación de licencia para continuar operando hasta 2027 y 2028 para las unidades I y II respectivamente, sujeto a futuras evaluaciones y posibles renovaciones adicionales, por lo que no se entiende ni se justifica este cambio repentino de parecer, máxime cuando los dos reactores de que dispone contribuyen a reducir la dependencia de España de las importaciones de energías fósiles minimizando la vulnerabilidad a las fluctuaciones del mercado global y a las incertidumbres geopolíticas y supone anualmente evitar lanzar a la atmósfera ¡5 millones de toneladas de CO2!

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Asimismo, nos venden ahora que la forma de gestionar los residuos nucleares será construyendo, en las propias centrales, los denominados ATI (Almacenes Temporales Individualizados), dejando en la zona de Almaraz los riesgos asociados, al haberse paralizado la construcción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de Villar de Cañas (Cuenca). Lo que significa que además de haber proporcionado desde Extremadura energía para el resto de España, durante más de 50 años, ahora, como compensación, nos castigan con dejarnos también con los residuos.

Hay consenso en que la energía nuclear proporciona una fuente continua y estable de electricidad, a diferencia de algunas fuentes renovables como la solar y la eólica que son intermitentes y dependen de las condiciones meteorológicas. Al mismo tiempo, las centrales nucleares pueden operar a altas exigencias durante largos periodos, ofreciendo una capacidad de respuesta que complementa a las energías renovables. Todo ello, sin olvidar que la clausura implica una pérdida significativa de conocimiento y experiencia técnica en el campo nuclear, lo que podría ser perjudicial para futuras decisiones energéticas y tecnológicas; mientras que continuar con la energía nuclear puede fomentar la investigación y desarrollo de tecnologías más seguras y eficientes, como los reactores de cuarta generación.

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Parece evidente que, siendo las energías renovables esenciales para el futuro energético, una transición equilibrada que incluya la energía nuclear es más sostenible y menos arriesgada, especialmente cuando el Pacto Verde comporta que el cambio de modelo económico debe apoyarse en una industria electrointensiva al promover la innovación, la circularidad y la reducción de emisiones, no solo para abordar el cambio climático, sino para fortalecer la competitividad y la resiliencia de la economía europea en el futuro.

Consiguientemente, estimamos que el cierre de Almaraz es un fallo estratégico de calado. Ahora bien, si finalmente se optara por la prórroga, debería imponerse que tribute en Extremadura la empresa titular de la misma (Centrales Nucleares Almaraz-Trillo), ya que aquí genera el 67% de su cifra de negocio.

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El argumento de que son las propias empresas propietarias de Almaraz quienes no están interesadas en su permanencia, tiene trampa, puesto que es el propio Gobierno quien ha incrementado el impuesto a este tipo de energía hasta hacerla económicamente inviable. De igual modo que se juega con la imposición para orientar la dirección de los negocios, debería aplicarse esa misma política para hacer que el precio de la electricidad fuera inferior donde se produce.

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