El reconocimiento no resuelve el problema
Tribuna ·
La realidad que viven los palestinos es difícilmente digerible, pues la guerra hace difícil cualquier acuerdoEn la Biblia los árabes y judíos están hermanados pues tanto unos como otros tienen su origen en Abraham; unos, como descendientes de Ismael hijo ... de Abraham y Agar, esclava, y otros, de Isaac, del propio Abraham con su esposa Sara. Ambos dieron lugar a naciones distintas. La «historia» del pueblo judío la tenemos recogida en la Biblia. Los árabes fueron más desorganizados y vivieron un poco a su aire hasta que Mahoma (Hégira, 622.d.C) vino a poner orden en los desiertos de Arabia.
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Del pueblo judío también sabemos por los romanos, sobre todo, porque en época del emperador Vespasiano, su hijo Tito tomó la ciudad de Jerusalén (70 d. C) y comenzó la diáspora de los judíos, que no es otra cosa que ese vagar que han tenido como apátridas desde entonces. Circunstancias que les han hecho extranjeros en todas partes y no pocas veces chivo expiatorio en muchas crisis en el pasado medieval y moderno y en la actualidad, pues si en la Edad Media se les hizo responsables de la peste negra de 1348, por ejemplo, en la que tuvo mucho que ver la pulga de las ratas, pero, según algunos, ellos habían envenenado las aguas de los arroyos y el aire. Mucha maldad para tan pocos. Se dedicaron a la artesanía, comercio y al préstamo, que tuvieron prohibido especialmente los cristianos, fueron objeto de envidias y sufrieron numerosos pogromos (matanzas) en Sevilla, Córdoba, Toledo, Barcelona (1391) y otras ciudades españolas, así como en muchas de Europa y expulsiones donde se mezcló lo político con lo religioso y lo económico (Inglaterra, 1290; Francia, 1394; España, 1492 …).
En el siglo XIX, época de los nacionalismos, los judíos que no tenían un lugar se apuntaron a lo que se conoció como nacionalismo de la diáspora, que vino a ser un reforzamiento de la identidad judía dispersa geográficamente sintiendo la preocupación por la búsqueda de un territorio donde crear un estado-nación. A su amparo nació el movimiento sionista. Se centraron en buscar su lugar en Sión o Tierra de Israel, donde empezaron a comprar tierras. Esta zona pertenecía al Imperio Otomano, que desapareció tras la I Guerra Mundial, pasando aquella zona bajo administración inglesa y el responsable británico, J. Balfour, declaró simpatía por la causa judía (1917) y desde entonces la emigración judía fue a más. Años después sabemos lo que sufrieron los judíos en Centroeuropa durante el nazismo: el Holocausto.
Posteriormente, la comunidad internacional contrajo el compromiso moral y político de buscar un territorio a los judíos y así se llegó a la creación del Estado de Israel. Las Naciones Unidas habían previsto la creación de dos estados: los palestinos no aceptaron la partición y a los judíos, liderados por Ben Gurión, les faltó tiempo para proclamar su Estado (14 de mayo de 1948) por el que tanto habían esperado.
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Desde entonces, unos, los palestinos, se sienten expoliados (Nakba) y nacen campos de refugiados como setas y otros, los judíos, defendiendo y ampliando el Estado conseguido. Numerosos han sido los conflictos armados hasta llegar al actual (7, 0ctubre, 2023) desencadenado por la acción de los terroristas de Hamas contra Israel, que creía vivir en paz y confiados tras los Acuerdos de Abraham (2020).
Israel desde su fundación (1948) ha sido objeto de agresiones armadas habiendo sido atacado por Egipto, Líbano, Siria, Irak y Jordania y este escenario se ha repetido en 1952, 1956, 1967 'Guerra de los seis días' y 1973, 'Yom Kipur' y con sobresaltos permanentes por la intervención de grupos terroristas. Tanto, que puede decirse que Israel vive amenazado permanentemente. A cada conflicto, no obstante, le han seguido acuerdos y ahí están, entre otros, los de Rodas (1949), del Consejo de Seguridad de la ONU, «territorio a cambio de paz», (1969), de Camp Davis (1979), de Oslo (1993/94), donde se recupera la idea de los dos Estados y se creó la Autoridad Nacional Palestina para la administración de Gaza (Hamás desde 2007) y parte de Cisjordania. Es decir, que el conflicto viene de lejos y de solución compleja. Los Acuerdos de Abraham (2020) habían abierto un postigo a la esperanza y así desde el pragmatismo basado en acuerdos bilaterales, Israel iba ganando en seguridad y en relaciones comerciales, pasando a ser un interlocutor válido con países musulmanes como Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán, Marruecos y, últimamente, se preparaban acuerdos con Arabia Saudí, protectora de la mezquita de la Roca (Jerusalén). Fue el momento elegido por Hamás, protegido de Irán contrario a la influencia política y religiosa de Arabia Saudí en la zona, para llevar a cabo su masacre. Los palestinos se han dejado llevar por el maximalismo de la desaparición del Estado de Israel, lo que no parece ni probable ni aconsejable, máxime, cuando su origen está ligado a solucionar el problema de la diáspora judía y por el mirar hacia otro lado durante el Holocausto. Actualmente, Israel es la única democracia en la zona mientras muchos de sus vecinos aún están en la Edad Media en el mundo de los derechos humanos y otros un poco más cerca.
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Todo esto es historia, porque la realidad que viven los palestinos es difícilmente digerible, pues la guerra hace difícil cualquier acuerdo. Para Israel es necesaria la desaparición de Hamás y los palestinos necesitan seguridad y reparación, pues es tanto el sacrificio sufrido en vidas y recursos, por lo que será necesaria la ayuda internacional.
El reconocimiento del Estado palestino por España no creo que vaya más allá de lo formal, pues tiene el lastre de la inoportunidad en un conflicto y sin la anuencia de sus aliados. Me temo que desaparecida la euforia y la rentabilidad electoral quede en lo que está, pues cuando no hay territorio definido por fronteras ni sistema político unitario, estructuras y autoridades que sean interlocutores reconocidos por la comunidad internacional todo es más difícil y complicado, de ahí que la declaración del Estado Palestino puede que quede en poco más que un brindis ideológico, máxime cuando miembros del Gobierno español hacen propias posiciones que implican la desaparición física del Estado de Israel (Yolanda Díaz), las mismas que tiene Hamás. Si se trata de apuntarse un tanto, se llega tarde, pues otros lo han reconocido antes. Hay que buscar una solución, pues no deben seguir ni la masacre ni la retención de rehenes. Todas las guerras deben terminar, tanto en Palestina como en Ucrania. Parece que hemos olvidado esta otra guerra que tenemos en el corral de Europa al reducirla a una cuestión estratégica y económica o es que a algunos Putin les molesta menos que Netanyahu.
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