El cine que nos falta

La continuación, 'Carlos' ya no fue tan exitosa. Tal vez se quiso imitar con demasiada ligereza lo que con tanto acierto había llegado a los hogares españoles. Además, no es baladí que la protagonista de la primera fuese una mujer en un mundo, en una época, dominada por los hombres. Isabel da mucho de sí.

No puede achacarse el éxito exclusivamente a que se tratase de un fragmento de gran interés de nuestros hechos pasados, puesto que de una manera más reciente hemos asistido al éxito abrumador de 'The Crown', la serie británica producida por Netflix que recrea una ficción bastante cerca de la realidad basada en el último siglo de la monarquía británica.

La historia interesa al público general mucho más de lo que podría pensarse. Incluso tiene una aceptación más que notable y supera, con creces, el interés mostrado por los gobiernos que se afanan con gran esmero en reducirla a hechos relativamente recientes.

El hecho de que estas series sean excepciones viene a demostrar que nos falta un cine que lleve a la gran masa, con acierto y rigor, la historia que tiende a perderse. Así como los americanos convirtieron en héroes del celuloide a quienes exterminaban a los indios del norte, nada hemos recibido en herencia cinematográfica con relación a otra cosa que no fuese una hoguera a destiempo tras un juicio inventado de Torquemada. Como si el único interés de productores y directores se depositase en lo más turbio, en el pudridero de los mitos que nos hemos empeñado en creer. Lo peor del imaginario público.

La sociedad, que en términos generales está muy lejos de impregnarse de nuestra historia, camina por derroteros que llevan a una universidad como la de Salamanca a preguntar en la EBAU exclusivamente por hechos acaecidos en los últimos cien años, obviando a todos los reyes de todas las épocas, a la escuela salmantina, al reino de León y a todo lo anterior a la Semana Trágica de Barcelona o al Pacto de San Sebastián. Como si la historia se hubiera borrado desde el siglo XX para atrás y en España nos hubiéramos empeñado en eliminar nuestra memoria como si fuera un lastre. ¿Quién fue Alfonso X el Sabio? Qué más da, con tal de saber quién fue Niceto Alcalá Zamora. Es como si, obligados a elegir, nos quedásemos con lo más reciente.

Nos falta cine histórico propio. Hasta el Cid tuvo que hacerlo Hollywood para que triunfase, con Charlton Heston y Sofía Loren, porque no hubo un Samuel Bronston más español que él, uno de los nuestros que recaudase lo suficiente para hacer un buen Hernán Cortés.