El espejo cóncavo

Sin alma

El espejo cóncavo ·

Carmen Clara Balmaseda

Jueves, 17 de abril 2025, 08:38

Tal vez hayan notado ustedes en los últimos días que famosos, influencers e incluso amigos han subido a sus redes sociales dibujos que parecen recién ... salidos de nuestros animes favoritos. Estas imágenes no son sino un producto más de la inteligencia artificial, que transforma nuestras fotos aplicando el llamado 'filtro estudio Ghibli' para que parezcan obras del mismísimo Hayao Mazaki.

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Esta tendencia se ha convertido en un boom que también ha generado polémicas: al ceder nuestras fotos no solo exponemos nuestra privacidad, sino que, al parecer, crear las imágenes implica un fuerte impacto medioambiental por la cantidad de agua que requieren. Motivos sin duda sobrados para pensarlo dos veces antes de sumarse a la moda, pero que dejan de lado el que para mí supone el principal problema: la IA se está inmiscuyendo peligrosamente en el terreno del arte.

Hace tiempo que tengo la sensación de que algunas artes están más valoradas que otras. Nadie se llama a sí mismo 'bailarín' por marcarse unos pasos en la discoteca; ni 'cantante' por acaparar el micrófono en el karaoke; ni mucho menos 'futbolista' por patear un balón en el parque. Sí que he visto, sin embargo, emplear el término 'escritor' a la ligera, como si el oficio de escribir no requiriera años de estudio y trabajo, y fuera suficiente con sentarte una tarde en el ordenador a llenar un par de páginas para autodenominarte como tal. Lo mismo sucede con la fotografía, oficio devaluado desde que todos contamos con una cámara integrada en nuestro móvil.

La pintura se mueve entre el respeto y el menosprecio. Uno puede ver a simple vista si tiene o no talento, pero esto no nos impide caer en el atrevimiento de contactar con ilustradores para requerir de sus servicios sin intención de pagarles un solo euro; al igual que a los fotógrafos se les exigen sesiones gratuitas o a los autores que regalemos nuestras novelas. Con el auge de la IA, el peligro de que el resto de disciplinas corran la misma suerte aumenta.

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Estoy segura de que, a priori, todos defendemos el trabajo de los artistas. Como dijo Poe, «el arte es la reproducción de lo que los sentidos perciben a través del alma». La IA no posee alma, solo reproduce la de aquellos que la inmortalizaron en sus obras, así que nunca podrá sustituir a Van Gogh, Picasso o Dali. Aún así, en los últimos días se ha demostrado que preferimos un filtro generado artificialmente por internet antes que contratar los servicios de un ilustrador.

La verdad, no sé si Mazaki echará en falta los derechos de autor, pero el futuro para la nueva generación de músicos, pintores o escritores se columbra desalentador. La inteligencia artificial no tendrá ningún reparo a la hora de autodenominarse 'artista', al fin y al cabo, aparentemente ya puede cantar por nosotros, fotografiar por nosotros, pintar por nosotros o escribir novelas por nosotros. Con algo de suerte (o desgracia) para cuando la IA también piense por nosotros, estaremos ya tan acostumbrados a no hacerlo que ni siquiera seremos capaces de lamentarlo.

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