PISANDO CHARCOS

Pobreza y obesidad

Beatriz Muñoz González

Jueves, 25 de enero 2024, 08:12

El pasado 10 de diciembre este periódico publicó un reportaje sobre los resultados de una investigación del Instituto de Salud Carlos III que señalaban a ... Extremadura como la comunidad autónoma con mayor porcentaje de personas obesas. Por diversos motivos he ido retrasando la publicación de esta columna sin que dicho retraso signifique que resto importancia al tema. En absoluto, la obesidad es un problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo; su magnitud es tal que la propia Organización Mundial de la Salud la cataloga como una pandemia de tipo no infeccioso,

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El reportaje mencionado facilitaba datos desagregados por sexo y edad y apuntaba la vinculación de los niveles de estudios y renta con ella. Así es. A medida que profundizamos en su estudio, se ha vuelto evidente que la clase social desempeña un papel significativo en la prevalencia de esta enfermedad, que la conexión entre la pertenencia a determinados estratos y la exposición a entornos obesogénicos es muy grande. Me explico.

Los entornos obesogénicos son contextos que fomentan comportamientos y estilos de vida poco saludables que pueden conducir a la obesidad. Suelen caracterizarse por la disponibilidad excesiva de alimentos altamente procesados, la falta de acceso a alimentos frescos y saludables; también por ser lugares densamente poblados y barrios con recursos limitados en muchos de los cuales la seguridad escasea. Si hacemos un mapa de la obesidad en nuestras ciudades comprobaremos hasta qué punto los factores económicos, educativos y ambientales juegan un papel crucial en la magnitud del problema reflejando las diferencias socioeconómicas entre barrios que devienen en diferentes estados de salud y en desigualdades sociales. Los grupos poblacionales de bajos recursos suelen estar desproporcionadamente expuestos a entornos obesogénicos.

Mucho hablamos de la necesidad de cambiar hábitos y adoptar otros más saludables; de la responsabilidad de las familias en la educación de sus hijos e hijas, de la importancia de la escuela y las autoridades en la promoción de la actividad física y en la lucha contra el sedentarismo. Muchos hablamos de todo ello pero solemos hacerlo de manera descontextulizada, esto es, ignorando cómo las estructuras sociales más amplias, determinadas políticas gubernamentales y la desigualdad económica moldean los entornos obesogéncios. Erramos si creemos que la obesidad, como un problema de salud pública, puede abordarse sin tener en cuenta la distribución desigual de recursos y oportunidades entre los diferentes estratos sociales que contribuye a la creación y perpetuación de entornos obesogénicos.

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