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Alberto Núñez Feijóo, en el Congreso EP

La fosa

Las alforjas de Feijóo tenían un roto importante y ha ido perdiendo trigo hasta desembocar en los linderos de Vox

Viernes, 12 de septiembre 2025, 00:01

Llegó Núñez Feijóo de Galicia con las alforjas llenas de centralidad. Tomaba a los españoles por gente prudente que desde la llegada de la democracia ... no gustaba de extremismos y se había movido en el arco que va de la socialdemocracia a un liberalismo sosegado. Se suponía que estaba obligado a compatibilizar ese espíritu moderado con el talibanismo personalista de Díaz Ayuso. La presidenta de Madrid había demostrado su fuerza lanzando por la ventana a Pablo Casado y parecía conveniente dejarla campar en su virreinado madrileño.

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Pero he aquí que las alforjas de Feijóo tenían un roto importante y ha ido perdiendo el trigo hasta desembocar en los linderos de Vox. Y por ahí anda, en busca de otro grano. Que no es trigo limpio ya lo sabe el líder del PP. Pero los años madrileños lo han llevado a pensar que lo que importa es el bulto, el peso bruto de la alforja y no la calidad del grano o las piedras de las que están llenas. Así parecen habérselo contado sus íntimos asesores y por esa causa ha elegido como fuerza de choque a dos arietes que se caracterizan fundamentalmente por su falta de sutileza. Miguel Tellado y Ester Muñoz. Si quería un látigo de siete colas, culto y con refinamiento en la administración del vitriolo, podría haber encomendado una de las portavocías a Cayetana Alvarez de Toledo. Pero no. Feijóo ha fiado su suerte a la fuerza bruta. Si Sánchez construyó un muro solo cabe dinamita para pasar al otro lado. Los caballos de Troya y la inteligencia en los argumentos quedan descartados en beneficio de la pedrada al colodrillo.

Y ahí está Tellado cavando fosas y Muñoz como destacada aprendiz de un Atila de la oratoria. E incluso el exmoderado Feijóo se arranca a cantar eso que podríamos llamar el Himno de la Fruta. El chascarrillo acuñado por Ayuso y que no es otra cosa que una fórmula para llamar a Pedro Sánchez hijo de puta en clave. Al mismo tiempo, la propia Ayuso o Ester Muñoz se rasgan las vestiduras porque los ministros socialistas insultan. El casino del Todo Vale, con fichas trucadas que sirven de coartada a esos ministros a los que achacan mal comportamiento. Casino o patio de un colegio en el que se juegan los asuntos de millones de personas. Pero hay que rapiñar en el granero de Vox. Esa es la estrategia. Sí. Sin embargo, a medida que los paladines más broncos de Feijóo le meten en una talega unas cuantas papeletas de la extrema derecha le descosen los pespuntes de aquella otra a la que podrían haber ido a parar votos de la centralidad perdida. El mecanismo es simple. Los exabruptos de Tellado y compañía dan una paletada en la fosa del Gobierno y otra en la del PP.

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