¿Qué ha pasado este jueves, 4 de diciembre, en Extremadura?
El zurdo

Siempre negativo

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 29 de junio 2025, 07:54

Esta semana hemos conocido un dato más que preocupante: en solo cuatro años se ha duplicado el porcentaje de jóvenes españoles de 15 a 34 ... años que consideran un invento ideológico la violencia machista (situándose en el 23% en el caso de ellos y el 13% en el de ellas). Así lo refleja el estudio 'Juventud en España 2024' del Instituto de la Juventud (Injuve).

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Unas y, sobre todo, otros ignoran así una realidad que lamentablemente desmienten las cifras de asesinadas a manos de sus maridos, novios o exparejas, entre 50 y 70 anuales. Este año ya van 20, cinco de ellas solo en las últimas 72 horas.

No es casualidad sino causalidad que el repunte del negacionismo de la violencia machista especialmente entre los jóvenes varones y el retroceso de su identificación con el feminismo sean paralelos a su derechización ideológica, como confirman la propia radiografía del Injuve y las últimas encuestas. Y es que la ultraderecha ha hecho bandera de dicho negacionismo, reduciendo la violencia machista a mera violencia intrafamiliar, así como también del negacionismo de la emergencia climática o de los derechos de los inmigrantes y del colectivo LGTBI+, al que quiere volver a mandar al armario e impedir que exhiba su orgullo pública e impúdicamente. De hecho, el mismo estudio del Injuve muestra que solo el 41% de los chicos apoya la lucha por los derechos LGTBI+, frente al 63% de las chicas.

Sostiene Albert Camus que un hombre rebelde es un hombre que dice no, pero también que dice sí desde su primer movimiento. «Un esclavo, que ha recibido órdenes toda la vida, de pronto juzga inaceptable un nuevo mandato». Sin embargo, no hay que confundir rebeldía con resentimiento, y la extrema derecha no alienta la primera sino el segundo, aunque disfrace este de aquella. Max Scheler describe el resentimiento como una autointoxicación psíquica que surge de la represión sistemática de emociones y afectos normales, la secreción nefasta, estancada, de una impotencia prolongada. En cambio, la rebeldía, según Camus, «fractura al ser y lo ayuda a desbordarse; libera chorros que, estancados, se vuelven furiosos». La envidia, prosigue el autor francoargelino, colorea intensamente el resentimiento. Pero se envidia lo que no se tiene (o se pierde), mientras que el hombre rebelde defiende lo que es, el reconocimiento de un derecho que tiene; no reclama solo un bien que no posee o del que lo han frustrado. Parece, por último –explica Camus–, que el resentimiento se deleita de antemano con ver sufrir al objeto de su rencor. La rebeldía, por el contrario, en su principio, se limita a rechazar la humillación sin pedirla para los otros. Por tanto, concluye Camus: «La rebeldía rebasa por todos lados al resentimiento (...), la rebeldía es profundamente positiva, ya que revela lo que en el hombre hay siempre que defender». Para el autor de 'El hombre rebelde', la solidaridad de los hombres se funda en el movimiento de rebeldía. Así toda rebeldía que se autoriza a negar o a destruir esta solidaridad pierde al mismo tiempo el nombre de rebeldía y coincide en realidad con «un consentimiento criminal».

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En definitiva, la rebeldía surge de la conciencia de una injusticia con uno y los otros, y el resentimiento, de una frustración individual. Y esa frustración de la juventud (ante la precariedad laboral, el paro, las dificultades para acceder a una vivienda o la percepción, errónea en el caso de los jóvenes varones heterosexuales, de pérdida de derechos o estatus ante mujeres, inmigrantes o la comunidad LGTBI+) es la que catalizan y canalizan Trump, Vox y demás rehala nacionalpopulista.

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