¿Qué ha pasado este jueves, 4 de diciembre, en Extremadura?
El zurdo

El político bueno

Antonio Chacón

Badajoz

Sábado, 17 de mayo 2025, 22:53

Hace unos días, leí un artículo en 'El País' del siempre sensato José Antonio Marina titulado precisamente 'La vacuna contra la insensatez'. En él, ... el filósofo español argumenta que los seres humanos tenemos dos supervacunas intelectuales para inmunizarnos contra la insensatez: el pensamiento crítico (la capacidad de reconocer errores y corregirlos) y el comportamiento ético o bondad, «máxima creación de la inteligencia». De ambas vacunas andaba sobrado Pepe Mujica, que murió el pasado miércoles a los 89 años víctima de un cáncer de esófago.

Publicidad

Quien fuera presidente de Uruguay entre 2010 y 2015 es el referente de una forma honesta, austera, conciliadora y, en definitiva, ejemplar de hacer política lamentablemente en extinción en estos tiempos en los que los insensatos, los cínicos, los embaucadores y los 'malistas' colonizan el poder. El popular, que no populista, exguerrillero tupamaro era consecuente en su vida con su opción preferencial por los pobres y los excluidos yendo a contracorriente de una sociedad que rinde adoración al becerro de oro y donde hay más consumidores que ciudadanos. Hasta su fallecimiento, vivió, incluso durante su mandato, en su chacra, una humilde casa de campo a las afueras de Montevideo donde residía con la que ha sido «mucho más que una compañera», Lucía Topolansky, vicepresidenta uruguaya entre 2017 y 2020, y adonde accedía por pistas de tierra con su viejo Volkswagen escarabajo azul celeste. Y cuando era jefe de Estado, cobraba 12.000 dólares al mes y donaba el 90% a obras de caridad. Por ello era conocido como «el presidente más pobre del mundo». A lo que él replicaba que «pobre es el que mucho precisa» y él aprendió en los casi 15 años que pasó en la cárcel en condiciones infrahumanas durante la dictadura de su país que «si no puedes ser feliz con pocas cosas no lo vas a ser con muchas».

Pese a ser víctima de los abusos de la dictadura, evitó arremeter contra sus responsables militares, aunque le costara duras críticas incluso entre los suyos. Optó, en cambio, como recordaba este diario en uno de sus editoriales el pasado jueves, por aplicar una máxima desgraciadamente en desuso en esta sombría época de creciente polarización y crispación aquende y allende el Atlántico: «No al odio, no a la confrontación». De resultas, Mujica aceptó cargar «con el deber de luchar por la tolerancia, precisa para aquellos con los que discrepamos», pues entendió mejor que nadie que la bondad es «nuestro máximo nivel solucionador», como defiende Marina contra viento y marea en un momento en el que, demostrando gran miopía, «hemos convertido la bondad en una meliflua resignación sentimentaloide». Sin embargo, explica el también pedagogo, «la bondad es la genial constructora de la felicidad pública, la enérgica creatividad que produce la justicia». Razón por la que considera que el test definitivo de inteligencia debería ser el test que midiera la bondad.

Mas, quienes pensamos de la misma manera somos tachados peyorativamente de buenistas por los 'malistas' sembradores de odio que están empujando al mundo al borde del precipicio, reflejando así una preocupante carencia de inteligencia emocional, ya que si caemos al vacío nosotros, acabarán cayendo también ellos. Y es que, como advertía el bueno de Mujica, «no hay bicho más estúpido que el hombre; es el único capaz de hacerse mal a sí mismo». No obstante, al igual que este viejo revolucionario tranquilo, «tengo esperanza en el ser humano; quizá son solo sueños míos…».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad