Once familias acogen a niños saharauis este verano tras dos años de ausencia
Mérida ha recibido ocho menores, mientras que tres pequeños han encontrado familias en pueblos de la comarca
MIRIAM SIERRA BECERRO
MÉRIDA.
Sábado, 20 de agosto 2022, 07:40
Tras dos veranos parados debido a la pandemia, el programa 'Vacaciones en Paz' ha vuelto a acoger a menores saharauis. Ocho familias emeritenses los han recibido en sus hogares en esta temporada estival. Otros tres están en Esparragalejo, Arroyo de San Serván y Valverde de Mérida. Este año han venido más tarde de lo habitual. Aterrizaron en la región el 25 de julio, y se marcharán dentro de once días.
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Según Isabel Ibáñez, presidenta de la Asociación Sáhara Mérida, en la última ocasión, en 2019 hubo 22 niños. «Hemos recibido llamadas de familias interesadas y esperamos para el año que viene contar con más familias de acogida en esta zona».
Los menores que llegan tienen entre 8 y 12 años, están escolarizados y provienen de campamentos de personas refugiadas saharauis de Tindouf, en Argelia. Gracias a su llegada, la sociedad extremeña puede conocer la realidad del Sáhara Occidental y las condiciones en las que viven los habitantes de esta zona.
Rebeca Ordóñez vive en la barriada La Calzada y se ha convertido este año en una feliz madre de acogida. Por primera vez. Ha recibido a una niña llamada Lubeina. Tiene 8 años (los ha cumplido en Mérida) y es una de las más pequeñas del grupo de menores que ha viajado este verano a Extremadura. «Decidí acoger porque así conocía otro mundo» explica.
Conoció este programa buscando asociaciones en las que pudiera ayudar y ser voluntaria.
Nuestro día a día es para ella un mundo nuevo y curioso. «Para Lubeina es todo muy distinto, desde como nos bañamos, un cepillo de dientes, la comida e incluso el ascensor» afirma Ordóñez.
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La pequeña está aprendiendo diariamente el español y lo hace gracias a que Rebeca le habla desde por la mañana en el idioma y a programas de dibujos animados que ve en la televisión y el cine. La niña se impresionó mucho al ver la pantalla gigante.
Algo que le pareció curioso a Rebeca fue ver a Lubeina dormir en el suelo. «La dejé dormida en la cama y cuando fui a verla por la noche me la encontré en el suelo, ya que en su pueblo no tienen camas», explica con emoción Ordóñez.
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Lubeina apenas balbucea castellano. «Me gusta la piscina, Proserpina, chocolate, patatas fritas, las hamburguesas y la fruta» señala la pequeña en un tono contento.
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