«Si un menor bebe alcohol es por culpa de un adulto que lo permite»
La Fundación Alcohol y Sociedad inicia en Mérida su programa para proteger a los más de 1.300 niños de entre 12 y 16 años de la ciudad
El programa de la Fundación Alcohol y Sociedad en Mérida empezó como una experiencia piloto en unas pocas aulas escolares de la ciudad. Programaron ... charlas entre jóvenes, sesiones de preguntas a expertos, testimonios en primera persona y dinámicas de juego para desmitificar el alcohol entre los adolescentes.
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La iniciativa ha ido creciendo porque desde la consejería de Educación valoran que siete de cada diez chicos que participan cambian sus hábitos y la percepción del riesgo.
Arranca ahora este segundo trimestre y llegará prácticamente a todos los colegios concertados con secundaria y a los cinco institutos públicos.
Santa Eulalia, Extremadura, Emérita, Buruaga, Albarregas más Josefinas, Escolapias, Salesianos, Atenea y Cooperativa. Juan Pablo Venero, director general de la consejería de Educación, explica que apoyan el programa por dos motivos. En primer lugar porque la Fundación Alcohol y Sociedad tiene experiencia contrastada en hacer llegar los mensajes a los menores y también porque los resultados son más que satisfactorios.
Recuerda además el director general que Mérida fue pionera en ejecutar esta idea y que ahora se extiende a otras ciudades. En Badajoz, por ejemplo, también se han interesado algunos colegios e institutos.
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Silvia Jato es directora de relaciones institucionales de la Fundación Alcohol y Sociedad. Explica que el modelo de programa con menores tiene tres líneas. Ayudar a las familias a entender la responsabilidad, a los docentes a explicar mejor los peligros del consumo en niños y acudir directamente a los grupos para que reciban la información correcta en un lenguaje que entienden. Se crea un círculo entre universitarios advirtiendo a adolescentes. El famoso triángulo familia, amigos y colegio en el que se mueven los adolescentes.
Trabajarán con tres grupos diferenciados, con niños de doce años, de catorce y de dieciséis.
Los de doce, explica, tienen una percepción distinta de los de catorce y alejada de la que tienen los de dieciséis.
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Y se basan también en la encuesta del Ministerio que recoge que los niños empiezan a beber a los catorce y a los dieciséis ya muchos se consideran bebedores habituales. Tiene vigencia esta encuesta porque los datos son recientes y con un muestra muy amplía, por lo que se puede decir que en Mérida, los chicos de catorce años beben y los de dieciséis lo hacen de forma habitual. Pide la responsable de la Fundación advertir también de la responsabilidad de los adultos. «Si un menor bebe, es porque un adulto lo permite, el alcohol no llega solo a los niños, alguien se lo facilita». A pesar de arrastrar todavía los efectos de la institucionalización del botellón y de las predicciones que se hicieron al inicio de la pandamia, en la Fundación recuerdan que las campañas tienen efecto porque los adolescentes de hoy beben menos que los de antes. Hasta no hace mucho tiempo, la misma encuesta del Ministerio colocaba el inicio entre los doce o trece años. «Tenemos que decir que los jóvenes de hoy son más conscientes del riesgo del consumo de alcohol que antes y eso es porque reciben información adecuada».
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