Antonio Rodríguez-Hidalgo, en el Puente Romano de Mérida. J. M. ROMERO

Antonio Rodríguez-Hidalgo

Investigador sobre el paleolítico del IAM
«Nuestra evolución ya no depende de la naturaleza, ahora es por la tecnología»

Su incorporación con el contrato Ramón y Cajal permite al Instituto de Arqueología de Mérida tener un pie en Atapuerca

Antonio Gilgado

Mérida

Miércoles, 14 de mayo 2025, 07:45

Cumple 25 años el Instituto de Arqueología de Mérida y lo hace promoviendo la ciencia y con la vista puesta en la nueva sede en ... la plaza de Santa Eulalia. El centro del CSIC ganará visibilidad y capacidad para concurrir a proyectos internacionales relevantes. Prueba de este paso es el trabajo sobre el paleolítico de Antonio Rodríguez-Hidalgo. De actualidad ahora por el fósil del rostro de Atapuerca que han descubierto. Sobre Atapuerca, paleolítico y evolución humana habla esta tarde en el Liceo a las ocho.

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–¿Cuál es su función en el Instituto de Arqueología de Mérida?

–Yo estoy recién incorporado a través de un contrato de excelencia del Ministerio, se llama Ramón y Cajal. Aquí puedo desarrollar mi línea de investigación, que se centra en la arqueología prehistórica y la evolución humana. Al crearse la nueva sede en las Freylas vamos a tener un empujón fuerte. Yo estoy en el equipo de Atapuerca desde hace 24 años y ahora con mi incorporación podemos decir que el Instituto de Arqueología de Mérida tiene un pie en Atapuerca también.

–¿Por qué ha sido tan mediático el último hallazgo?

–Por resumirlo, tenemos la cara humana más antigua de Europa occidental. Es muy relevante porque nos dice que los humanos llegaron a la Península Ibérica hace 1,5 millones de años. Retrasa casi 300.000 años la última datación. Y también sabemos que estamos ante un homo erectus. Y no se ubicaban a los homo erectus en Europa. Por eso es muy relevante.

–Y esto abre otras puertas.

–Ahora tenemos que hacernos nuevas preguntas sobre la evolución humana. Por ejemplo, ¿qué ocurre con estos homos erectus, ¿se extinguieron?

–¿Qué puede aportar la arqueología al estudio de la evolución humana?

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–En Mérida identificamos mucho la arqueología desde el punto de vista histórico. Pero la prehistórica va muy unida a la paleontología humana.

–Hay cierto optimismo en este campo ahora porque se atisban respuestas que parecían lejanas.

–Desde los primeros años del siglo XXI se habla de una revolución científica en la arqueología porque se han incorporado métodos y técnicas de las ciencias puras al estudio del pasado. Ahora, por ejemplo, podemos añadir estudios de ADN a las poblaciones y las migraciones.

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Esta tarde explica en el Liceo cómo era la vida de los peleolíticos de hace más de un millón de años

–¿Y eso la aleja o la acerca a la gente?

–La arqueología siempre ha sido popular. Y creo que en los últimos años más aún. Ahora tenemos información casi en tiempo real de los hallazgos y todos estos métodos científicos genera también más interés.

–¿Cuál es su investigación ahora en Mérida?

–Yo estudio los restos óseos que encontramos en los yacimientos para tratar de entender cómo sobrevivía la gente que habitó en Atapuerca hace más de un millón de años. ¿Cómo cazaban? ¿Cómo procesaban la carne? ¿Cómo se relacionaban con los animales?...

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–¿Somos muy diferentes a los homínidos de Atapuerca?

–En algunas cosas sí y en otras no. En los aspectos puramente biológicos no hemos cambiado mucho en los últimos quinientos mil años. Nos parecemos a los neardentales. Pero también estamos a años luz de su desarrollo tecnológico. Tenemos que pensar que hace cuatrocientos mil años ni siquieran conocían el fuego. Y ahora lanzamos satélites al espacio.

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–¿Y nuestros parientes de dentro de quinientos mil años serán como nosotros?

–La evolución sigue funcionando con su selección selectiva. Hay mutaciones que nos hacen resistentes. Los investigadores que se centran en la microevolución ven cómo ya hay pequeñas mutaciones para ser más resistentes al covid. La evolución continúa, eso la sabemos, pero los grandes cambios que hemos visto en los dos últimos millones de años probablemente no sucedan en el futuro. Como especie quizás no sigamos evolucionando al mismo ritmo como lo hemos hecho en el pasado. Básicamente, porque nuestra tiempo está muy condicionado por la tecnología. En los 2,5 millones de años anteriores, la evolución la marcaba la naturaleza. Ahora, la marca la tecnología. Aunque hay gente, como mi profesor de tesis, Eduard Carbonell, que habla de un paso evolutivo siguiente en el que la tecnología nos permitirá conectarnos y dejaremos de ser homo sapiens para ser un humanoide tecnológico. Para algunos será el siguiente paso evolutivo, que lo marcará la tecnología. No la naturaleza.

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