Varios retenes del Infoex aún vigilan posibles reactivaciones del incendio de Jarilla
Aunque está controlado, aún no se ha dado por extinguido, por eso la Junta pide precaución y no pisar zonas que fueron quemadas donde aún puede haber un 'efecto carbonera' o zonas que se hundan
En el año 2015 el incendio más grave de aquel verano en Extremadura tuvo lugar en la Sierra de Gata, que quemó 7.000 hectáreas. Se dio por controlado un 14 de agosto, pero una semana después un padre y su hijo de 5 años resultaron quemados en las piernas y hubo que trasladarlos a Madrid al pisar una zona que había sido calcinada semanas antes y que aparentemente no era peligrosa. Este verano en la región el incendio más devastador ha sido el de Jarilla, también en el norte de Cáceres y donde se han ardido más de 17.000 hectáreas. Comenzó el 12 de agosto y se dio por controlado el día 25. Pero el pasado sábado 6 de septiembre hubo una reactivación que se dio por controlada esa misma tarde. En estos momentos, casi un mes después del inicio, aún se están realizando tareas de vigilancia postincendio, explican desde la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural de la Junta de Extremadura, donde piden precaución al acercarse a las áreas quemadas, ya que aunque a primera vista puede parecer que el terreno está apto para transitarlo, bajo la primera capa de tierra puede haber brasas.
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«El objetivo de esta labor de vigilancia activa postincendio es detectar cuanto antes posibles reactivaciones. Estas reactivaciones forman parte de la normalidad tras incendios de la envergadura del de Jarilla, con un perímetro tan extenso (170 kilómetros). En un área tan extensa, es habitual que queden islas de vegetación, es decir, zonas que no ardieron durante los días en que el incendio estuvo activo pero que pueden hacerlo ahora. Normalmente, estas reactivaciones no progresan porque esas islas están rodeadas de tierra quemada, o sea, que el fuego no encuentra el combustible que necesita para crecer», ha explicado a HOY este miércoles José Antonio Bayón, director general de Gestión Forestal y Defensa contra los Incendios.
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En este momento, dice, no es necesario realizar tareas de refresco, que sí se hicieron en una fase anterior. En cambio, la vigilancia activa durará hasta que el incendio se declare extinguido, un paso que no se dará hasta que no exista la certeza de que no pueden producirse reactivaciones, señala Bayón, quien considera normal que trascurran varias semanas para pasar de controlado, esto es, el perímetro rodeado por una línea de control formada por una franja de terreno sin vegetación o con vegetación ya quemada pudiendo quedar en su interior algunos puntos calientes, a extinguido, o sea, cuando ya no hay posibilidad de que se reactive. En este contexto, desde Gestión Forestal indican que los trabajos paliativos de la erosión y el transporte de cenizas comenzarán sin necesidad de esperar a que el incendio se dé por extinguido.
Estas tareas de vigilancia activo postincendio las realizan las unidades del Plan Infoex con base en todo el perímetro de la zona quemada y sus alrededores, y también los agentes del Medio Natural de la zona. En menor medida, complementan esta tarea helicópteros que hacen vuelos sobre el área afectada, particularmente sobrevolando zonas altas inaccesibles para las unidades terrestres.
'Efecto carbonera'
Por la situación descrita, desde Gestión Forestal avisan de que aún hay zonas calientes ante las que hay que tener mucha precaución para evitar accidentes como el reseñado de hace diez años. «Es importante aludir al denominado 'efecto carbonera', que se refiere a la posibilidad de que haya material vegetal en proceso de combustión lenta y que esa combustión pueda originar un incendio. Esto ocurre en ocasiones con matorral o con árboles caídos que hayan quedado enterrados por la actuación de maquinaria pesada durante la fase activa del incendio.
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También hay que considerar la posible actividad en las turberas, que en ocasiones pueden originar lo que se denomina fuegos de subsuelo«, explica José Antonio Bayón. Una turbera -añade- es una zona habitualmente cargada de humedad. »En ocasiones, cuando hay incendios allí donde hay turberas, ocurre que el fuego se mantiene activo por debajo de la zona húmeda, bajo la turbera, y una vez que ha pasado por debajo de ella, emergen a la vista«, concluye a modo de aviso antes de advertir de que la principal precaución que hay que tomar estos días en estas zonas del Valle del Jerte y del Ambroz que han sido afectadas es no acercarse a las zonas quemadas, donde las raíces de árboles y los tocones pueden suponer un riesgo, »ya que los tocones son de combustión lenta, tardan mucho en quemarse y pueden ocasionar que quien pasea por la zona se hunda«.
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