En ruta por el Alentejo francés
Entre Nisa y Cedillo ·
Una carretera sinuosa baja a la presa del Tajo y el Sever entre bosques y arroyosEl pueblo cacereño de Cedillo limita con el Alentejo francés y el nuevo puente fronterizo, cuando se construya, unirá el 'cuernoesquinazo' extremeño con el territorio ... más galo de Portugal. Galo por historia, galo por sus emigrantes y galo por contar con aldeas tan perdidas y tan de Asterix como las 'fregresias' francesas del municipio de Nisa. Esta comarca fue reconquistada en el año 1199 por el rey Sancho I de Portugal, que se la donó a los templarios, que a su vez trajeron colonos franceses para repoblarla. Los que llegaron desde Nice, fundaron Nova Nice, convertida hoy en la capital del concello con el nombre de Nisa. Otros colonos viajaron desde el pueblo francés de Montauban y se instalaron en Montalvão, la primera 'fregresia' tras entrar por Cedillo. Los de Toulouse levantaron Tolosa y los que venían de Arles, llamaron a su nuevo poblado Arez.
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El viaje fue de ida y vuelta porque 800 años después de la colonización francesa medieval, llegó la emigración portuguesa a Francia, donde hay cerca de un millón de ciudadanos con doble nacionalidad portuguesa y francesa, siendo París y no Oporto la ciudad con más portugueses después de Lisboa. Y entre ellos, muchos alentejanos. Es un fenómeno que explica por qué Nisa tenía 18.000 habitantes en 1960 y ahora solo cuenta con 6.000.
A Nisa se puede ir desde Extremadura por la frontera de Valencia de Alcántara cualquier día y por el paso fronterizo de la presa de Cedillo, sábados y domingos. Una curiosidad: de Cáceres a Nisa hay los mismos kilómetros (147) por cualquiera de las dos rutas. Eso sí, por Cedillo, la mitad del camino discurre por carreteras con muy poco tráfico.
Hay, sin embargo, una razón de peso para ir a Nisa por Cedillo: los 30 kilómetros entre el pueblo cacereño y el portugués discurren, ya en el Alentejo francés, por un paisaje de bosques y cursos de agua, un territorio feraz y húmedo que tiene como fronteras el río Sever con Extremadura y el Tajo con la Beira Interior y el distrito de Castelo Branco. La carretera es estrecha y curvilínea, pero el asfalto es bueno salvo excepciones (llegando a la presa de Cedillo hay varios baches peligrosos cerca del arcén y señalizados). A partir de Montalvão, la carretera está sin pintar, el paisaje se encabrita bajando hacia el río y uno tiene la sensación de que si hay en la Península un lugar perdido donde nunca te encontrarían, es este territorio alejado de todo y aislado por un Tajo y un Sever que no se pueden cruzar hasta que se construya el nuevo puente internacional.
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Visitando la zona el pasado fin de semana, pudimos constatar que el paso fronterizo de fin de semana tenía cierto movimiento de coches. Un tema importante es que si se pretende que el puente tenga movimiento de mercancías, hay que mejorar los accesos. La bajada portuguesa hasta el río es una carretera estrecha con una fuerte pendiente en la que habrá que habilitar espacios homologados de frenada para camiones, además de ampliar la calzada.
Abajo, en la presa, un vigilante controla el paso de los vehículos. El lugar es tranquilo y silencioso y los fines de semana cruzan moteros, que disfrutan por las sinuosas carreteras de este Alentejo francés que parece esperar con más ilusión que la Extremadura cacereña la construcción del nuevo puente internacional.
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