«En cuanto pasa la policía, vuelven a salir a la calle»

El miércoles a las siete de la tarde salió el sol en Badajoz tras varios días de lluvia. La temperatura era de 21 grados, pero un recorrido por la ciudad recordaba una tarde de agosto superando los 40. En la Plaza de España solo había una joven cruzando con una bolsa, en Minayo dos coches y en San Francisco un limpiador que no tenía que esquivar a ningún niño. En el cruce de la autopista, uno de los que soportan más tráfico, solo tres coches esperaban a que el semáforo cambiase de color. La estampa cambió en Suerte de Saavedra. En Olof Palme dos señoras charlaban apoyadas en la barandilla, un grupo de jóvenes hablaban alrededor de una moto y dos niñas pequeñas paseaban a un perro. En un aparcamiento cercano cuatro personas cargaban una nevera en una furgoneta mientras un joven hacía piruetas entre los coches con un patinete.

A 100 metros de allí, en la rotonda de la avenida Felipe Trigo, hay un control con tres coches de la Policía Local parando a todos los vehículos. Cada conductor va mostrando documentos que justifiquen su desplazamiento. «Pues en los soportales, ahí al lado, hay una feria ahora mismo...». «Ya. Vamos, salen corriendo a los portales y, en cuanto pasamos, vuelven a salir a la calle. Así es», responde un agente disgustado.

El confinamiento ha acostumbrado a los extremeños a imágenes que nunca pensaron que vivirían. Cuando salen a comprar o al médico, recorren calles desiertas, normalmente con mascarilla y guantes, y con el paso acelerado. Hacen cola manteniendo las distancias delante de las tiendas y apenas hablan con nadie. Por eso impacta tanto localizar zonas donde se ven niños en los columpios aunque con mascarilla, corrillos a las puertas de los comercios o señores charlando en un banco. Pero ocurre. Hay zonas que acumulan la mayoría de las infracciones.

El dato más claro lo ofreció hace unos días el Ayuntamiento de Plasencia. La Policía Local ha impuesto 285 sanciones por saltarse las restricciones y más de un centenar de ellas se concentra en un solo barrio, Gabriel y Galán. Allí también fue donde localizaron a seis jóvenes haciendo botellón hace unos días. Los propios residentes de esta zona, los que sí respetan la cuarentena, han pedido que se intensifique la vigilancia, especialmente de noche, para acabar con un comportamiento que podría provocar un brote.

El alcalde de Cáceres, Luis Salaya, también señaló recientemente que hay dos zonas que concentran la mayor parte de las infracciones que se detectan en esta ciudad. Se trata del Paseo de Cánovas, es decir, el punto más céntrico (por la treta de pasear al perro) y el barrio de Aldea Moret. Frente a esto, el regidor puso como ejemplo Casa Plata como el barrio donde se aprecia un mayor cumplimiento.

En Aldea Moret las infracciones han sido tan reiteradas que incluso los soldados de la UME (Unidad Militar de Emergencias) tuvieron que recorrer el barrio con megáfonos pidiendo a los vecinos que se quedaran en sus casas.

Los incumplimientos no se dan en todas las calles en igual medida. Suelen coincidir con las vías que tradicionalmente son más conflictivas. También hay más movimiento en las avenidas principales, donde están los comercios. En cualquier lugar de una ciudad hay más tránsito junto a los comercios, pero en estas áreas llama la atención porque se camina en parejas, se hacen corrillos, etc.

Los que viven en estas zonas se justifican. Uno de los argumentos es que sus casas suelen ser pequeñas y están más habituados a usar las zonas comunes, como los patios o los soportales, como una extensión de sus viviendas. «Nosotros es que somos siete en casa», comenta un vecino de Aldea Moret. «¿Y como llevas el confinamiento?», le preguntan. «Pues saliendo de casa», reconoce el interpelado.

En Badajoz no hay cifras oficiales sobre las sanciones que se imponen, pero un recorrido por la ciudad pone de manifiesto que las medidas de confinamiento se cumplen en gran medida. El mayor ambiente en la calle se concentra en algunas barriadas, una de ellas Suerte de Saavedra. Uno de sus vecinos, que no quiere dar su nombre, reconoce que sale de casa varias veces al día. «Siempre por recados, pero luego te quedas un rato fuera», admite. «Aquí los pisos son pequeños, los niños no deben salir y hay un momento que no se puede más. No haces daño a nadie por estar un rato en el aparcamiento y hablando de lejos con el vecino».

Por la estructura de esta zona, con porches en muchos de los edificios, es muy común que los vecinos se reúnan en la calle. «¿Y si vienen la policía?». «Viene mucho, pasan con la 'furgona', nos metemos al portal y punto. No se van a poner a perseguirnos a todos», dice este vecino sin poder evitar reírse. HOY envió un fotógrafo para captar las concentraciones que se producen en los soportales de este barrio, pero fue amenazado al sacar la cámara.

En el Casco Antiguo de Badajoz, en la zona de menudeo de drogas, también sigue habiendo movimiento a pesar de que la Policía Local ha trasladado sintechos de esta zona al albergue del polideportivo Las Palmeras. Este recurso está casi al máximo de su capacidad, 60 plazas, y con vigilancia constante para evitar problemas. Sin embargo, hay drogodependientes conocidos en el centro que continúan con su movimiento diario. De hecho, se han producido varios intentos de robo en comercios cerrados.

Desde la Policía Nacional explican que, desde el inicio del estado de alarma, se están realizando labores de seguridad ciudadana para asegurar el confinamiento. Una de las herramientas es que reciben llamadas informando sobre personas que posiblemente pudieran estar incumpliendo dicho confinamiento y se desplazan para actuar.