Como si de militares en la reserva se tratara, desde que la pandemia irrumpió y puso en jaque al sistema sanitario, son muchos los médicos ... que estaban jubilados y han vuelto a la actividad. En la localidad pacense de Salvaleón, sin ir más lejos, la covid provocó recientemente la baja del único médico del pueblo y fue un jubilado quien se prestó a sustituirlo con un contrato de un mes que expira el próximo día 28. Este médico de familia es ahora el único médico jubilado que ha vuelto a estar operativo tras la llamada del Servicio Extremeño de Salud (SES). En total, desde que empezó la pandemia de covid-19, el SES ha vuelto a hacer contrato a 18 facultativos jubilados, la mayoría en la provincia de Cáceres y durante el año pasado. Un tercio son médicos de familia, pero también los hay cirujanos (tres), un cardiólogos, un anestesista, un neumólogo o un ginecólogo, entre otros.
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En realidad muchos se ofrecieron al empezar la pandemia y el SES puso como condición ser menor de setenta años y no pertenecer a Muface. Este refuerzo se da a nivel nacional y se ha acordado no ponerlos en la primera línea frente a la covid para minimizar la posibilidad de contagios, por eso su papel está en las campañas de vacunación, para la que fueron llamados por primera vez –más de un año después de ofrecerse– cuando las vacaciones veraniegas de los médicos empezaban a dejar en cuadro las plantillas.
Entonces los jubilados sirvieron para relevarlos en tareas de triaje y observación en los 'vacunódromos'. Ahora están en los colegios y ya actúan todos de manera voluntaria, sin contrato ni remuneración.
Solo en la provincia de Cáceres son 11 y en la de Badajoz 14, muchos de los cuales pasan ahora las mañanas en los centros escolares vacunando a los alumnos de Primaria y se confiesan encantados de haber rescatado su bata blanca para poder ayudar.
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Carmen Hoyos | Médico de familia en Cáceres
«Ves lo que pasa y te preguntas qué pintas en casa»
Carmen Hoyos es vocal de Médicos Jubilados del Colegio oficial de médicos de Cáceres. «Empezó la pandemia y le manifestamos al SES que estábamos dispuestos a colaborar como fuera y entonces recabamos unos 30 nombres de compañeros dispuestos. Entonces el SES no nos dio respuesta, ni afirmativa ni negativa», relata esta médico de familia que lleva dos años jubilada y que ha ejercido principalmente la medicina rural y la penitenciaria.
Cuando se desató la pandemia en marzo de 2020 –dice– «mi día a día era muy bonito después de toda una vida trabajando durísimo, pero veía lo que pasaba y me preguntaba qué pintaba yo leyendo plácidamente en mi casa. Es como si un policía que va por la calle y ve una agresión. En la vida de los sanitarios el compromiso es grandísimo, va más allá de una relación contactual. De hecho, una de los compañeros que se ofreció vino a la reunión en silla de rudas. No podía andar, pero se ofreció, aunque fuera para valoraciones clínicas de manera telefónica», recuerda.
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A estudiar de nuevo
Y pasó algo más de un año cuando recibieron la llamada del SES. Les necesitaban para la campaña de vacunación que ya había arrancado y que en verano se quedaba sin efectivos. «Muchos tenían hechos planes familiares, pero aun así empezaron a trabajar porque era una necesidad nacional. «Han sido unos meses muy bonitos porque la población llegaba a ponerse la vacuna muy contenta. Yo tuve que estudiar de nuevo y consultar novedades bibliográficas y protocolos, pero ha sido todo muy estimulante y emocionante», dice.
Cuando se desmontó el vacunódromo de Cáceres en octubre finalizaron aquellos contratos y ahora los han vuelto a llamar para las vacunaciones en los colegios y vuelve a estar encantada con ser útil como voluntaria.
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Emilia Hidalgo-Barquero | Pediatra en Badajoz
«Que todo esto te pille en casa en plan pasivo es muy duro»
Emilia Hidalgo-Barquero es pediatra especialista en Nefrología y su marido Fernando Carrasco es otorrino. Él se jubiló en 2019 y ella en enero de 2020, justo antes de que se declarara la pandemia. «Si lo llego a saber me quedo», dice ahora esta sanitaria que se ha reenganchado recientemente y que además es vocal de Médicos jubilados del Colegio Oficial de Médicos de Badajoz.
En esta institución hay sobre 3.800 colegiados, en torno a 480 jubilados, pero más de la mitad son muy mayores y rondan los 80 años, detalla Emilia para justificar que los 69 que se ofrecieron a ayudar en la pandemia es una cifra alta, casi la mitad de los que podían hacerlo teniendo en cuenta que el SES puso algunas condiciones, como ser menor de 70 años y no pertenecer a Muface. «Para un médico que ha estado trabajando toda la vida –declara– que se revolucione todo de esta manera y te pille en casa, en plan pasivo, es muy duro. La mayoría de mis compañeros son así, por eso organizamos el voluntariado».
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«Lo que necesitara el SES»
Tan ella como su marido dieron ese paso el frente y se inscribieron en esa lista al inicio de la pandemia. «Nos ofrecimos para lo que necesitara el SES, pero de momento solo nos han necesitado para las vacunas porque el hospital de Ifeba no se llegó a activar».
La campaña de vacunación empezó a finales de diciembre de 2020, pero no fue hasta la primavera del año pasado cuando recibieron la llamada de la gerencia. «Nos avisaron y nos pusimos muy contentos de poder ayudar, ya que veíamos a todos los médicos agobiadísimos, sobre todo los de Atención Primaria, que no era momento de que abandonaran sus consultas».
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Antonia María Rodríguez | Médico en Badajoz
«Cuando volví a coger la bata sentí una gran satisfacción»
Aunque su jubilación es muy reciente debido a una incapacidad, en realidad hace cinco años que no trabajaba y reconoce que estaba llevando muy mal la jubilación. «Cuando llegó la pandemia y surgió la opción del voluntariado me apunté rápidamente», señala Antonia María Rodríguez, médico de familia que ha pasado la mayor parte de su vida profesional en el Centro de Urgencias y Atención Primaria en Badajoz.
Según contaba esta semana, «estoy muy contenta con la oportunidad que nos han dado, en cuanto volví a coger la bata sentí una satisfacción muy grande». Tras apuntarse como voluntaria en 2020, en 2021 recibió la llamada del SES y, tras un breve curso de reciclaje para ponerse al día con la covid-19, se integró en los equipos de vacunación el verano pasado.
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«No hay suficientes médicos»
«Por suerte no ha habido incidentes importantes, pero hacíamos falta porque la gente llegaba con muchas dudas preguntando si la vacunación que tomaban era compatible y cosas así. Para mí ha sido no obstante más que un trabajo una satisfacción y el equipo de celadores, enfermeros y demás lo hacían todo fenomenal», señala
Antonia no ha cobrado del SES ni en la primera campaña en la que participó ni en la actual que está en marcha en los colegios. «Siempre he actuado como voluntaria, no cobro, por lo que no ocupo el sitio de ningún compañero, es solo que no hay suficientes médicos», deja claro esta pacense.
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Juan Alcázar | Médico de familia en Cáceres
«Me he reencontrado con cientos de pacientes»
Cuenta el doctor Juan Alcázar que un médico nunca deja de leer cosas relacionadas con su profesión, y aunque se jubiló en junio de 2018, casi dos años después al estallar la pandemia, él seguía estudiando sobre la covid-19. Al final, en abril de 2021 el SES le llamó junto a su mujer, la doctora Inocencia Solomando y varios compañeros jubilados más para ayudar en la campaña de vacunación.
A grandes rasgos, su misión es de triaje para los que llegan a vacunarse. Esto es, valorar si procede o no la vacunación, además de resolver dudas. Después observan a los recién vacunados por si alguno sufre una reacción.
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La llamada se produjo en abril de 2021. «En la gerencia de Cáceres nos propusieron firmar un contrato para fidelizarnos ya que alguna vez se habían quedado colgados con voluntarios en algún vacunódromo. Y mi mujer y yo firmamos un contrato a media jornada».
Contratados y de voluntarios
Aquella primera etapa de reenganche ayudando en la vacunación de adultos finalizó en octubre, pero en diciembre el SES les ha vuelto a llamar para que ayuden a que la atención primaria no colapse.
Ahora el matrimonio Alcázar-Solomando –él médico de familia, ella otorrino– está con la vacunación de los menores recorriendo colegios del área de salud de Cáceres, los dos integrados en un equipo con dos enfermeras, dos auxiliares y un administrativo. Si en primera etapa estaban la contratados y recibían una pequeña gratificación económica del SES, ahora con los escolares ejercen como voluntarios.
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«Para mí volver a trabajar es una sensación muy emocionante porque me encanta mi profesión, la cual he ejercido en el mundo rural donde la relación médico-paciente es más cercana. Sentirte útil de nuevo para la sociedad es muy gratificante. De hecho, en el Palacio de Congresos de Cáceres me he reencontrado con cientos de pacientes nos ha dado mucha alegría saludarnos», dice.
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