¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Comedor del restaurante El Jardín de Arzábal, en Madrid. A.T.

Julián recomienda

Restaurantes, recetas y tipos de letra. El escritor Julián Rodríguez era un prescriptor con acierto

Sábado, 14 de mayo 2022, 08:19

La semana pasada viajé a Madrid y lo hice en tren, como casi siempre. Llegué después del mediodía, dejé la mochila en el hotel Mediodía ... y me dispuse a buscar un lugar para comer. Recordé, entonces, la última vez que vi al escritor Julián Rodríguez y, en un par de minutos, me recomendó los restaurantes de Madrid «a los que llevo a los escritores guiris».

Publicidad

No olvido aquella guía oral como no olvido a Julián, así que seguí sus recomendaciones y me fui a comer a un restaurante situado en un lateral del Reina Sofía. Se llama El Jardín de Arzábal y tiene tres ambientes: mesas altas para picar algo, luminoso jardín cubierto y galería acristalada más oscura.

Escogí el jardín luminoso y le di la razón a Julián mientras comía ensaladilla con piparras, arroz del 'senyoret' y tarta de manzana. Lo de la ensaladilla no tenía mucho sentido habiendo en la carta platos más atractivos, pero caí en la tentación de siempre: pedir ensaladilla por ver si estaba como la de mi madre, una inveterada costumbre que arruina mis experiencias gastronómicas: llevo toda la vida buscando la ensaladilla de mi madre y solo la encuentro cuando voy a su casa a comer.

En aquel restaurante tan agradable, no pude dejar de pensar en el escritor, galerista, editor, tipógrafo, diseñador, artista, profesor, periodista, hostelero, cocinero, prescriptor... Julián Rodríguez (Ceclavín, 1968-Collado (Segovia), 2019), de quien Andrés Trapiello ha dicho que «es lo más importante que le ha pasado a Extremadura en el campo de la literatura desde Rodríguez Moñino, este en el mundo de los clásicos y Julián en el de la literatura contemporánea»

Publicidad

Ha dicho también Trapiello de Julián: «Nada de lo que hizo ha envejecido. Sus libros estaban hechos desde Cáceres, pero eran semejantes a los libros que encontrabas en las editoriales francesas o italianas. Unió la tierra extremeña, lo más clasicista si seguimos a Unamuno, con lo más actual y vanguardista. Vestía siempre de negro, pero cuando entraba en un sitio, era la luz del sol».

Durante la reciente Feria del Libro de Cáceres se celebró un homenaje emocionante, sentido y entretenido a Julián Rodríguez, con Miguel Ángel Lama, Liborio Barrera y María Jesús Ávila de mantenedores. En Cáceres, la bibilioteca pública se llama Rodríguez Moñino y, desde marzo, la bibilioteca municipal está dedicada a Julián Rodríguez. Volviendo de Madrid en tren, recordaba estos reconocimientos mientras leía 'Cervantes', obra ingente y reciente del director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, que, en las primeras páginas, cuenta que fue Rodríguez Moñino quien demostró la falsedad de un famoso documento, que hasta ahora se había creído escrito y firmado de su puño y letra por Cervantes.

Publicidad

En ese tren solía viajar Julián Rodríguez entre Madrid, donde estaban las oficinas de su editorial Periférica y su galería Casa sin Fin, y Cáceres, donde esos empeños culturales pagaban sus impuestos. Esperando juntos ese tren, hablé con él de tipografía (la única vez en mi vida que he hablado de tipografía), me comentó que utilizaba en sus correos electrónicos la letra Palatino Linotype de color gris, detalló sus virtudes y desde entonces la uso en todos mis escritos.

Julián no está, pero quedan sus recomendaciones: la letra Palatino, la música que escuchaba, los arroces que preparaba, recogidos en 'Diario de un editor con perro', reconfortante librito recientemente publicado por la Editora Regional de Extremadura, o sus restaurantes favoritos como El Jardín de Arzábal, donde, buscando la ensaladilla de mi madre, encontré la memoria de Julián.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad