El Geoparque extremeño cumple diez años entre luces y sombras
El título que concede la Unesco le ha reportado a Villuercas, Ibores y La Jara más empleos, turistas y fama, pero sus pueblos pierden población casi al mismo ritmo que antes
Quince minutos estuvieron repicando las campanas del monasterio de Guadalupe la noche del 17 de septiembre de hace diez años. Sonaron para celebrar la noticia ... que llegó desde Noruega, donde la Unesco acababa de anunciar la concesión del título de Geoparque a Villuercas, Ibores y La Jara, en el este extremeño. Una década después, las tres comarcas cacereñas tienen más gente cotizando a la Seguridad Social, más turistas y más fama. Son tres luces brillantes, pero que conviven junto a una gran sombra: la zona en su conjunto pierde población casi al mismo ritmo que lo hacía antes de lograr esa distinción que la colocó en el mapa, aunque más entre los amantes de la Geología que entre el público en general.
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«Estos diez años han supuesto para la zona un cambio total», considera José Antonio Montero, presidente de Geovilluercas, asociación empresarial que reúne a «entre 80 y 90 negocios». «Antes –amplía–, teníamos Guadalupe. La gente la visitaba y se iba en el mismo día. El Geoparque ha permitido poner en valor 250.000 hectáreas y 19 municipios. Ahora los turistas vienen aquí dos noches, y eso son ocho comidas». Para el diputado provincial Álvaro Sánchez Cotrina, han sido «diez años de desarrollo, diez años de un modelo que nos ha permitido internacionalizar nuestra provincia, un tiempo en el que hemos visto cómo se ha revitalizado el territorio, cómo se ha rejuvenecido y cómo ha contribuido a su desarrollo empresarial».
Las cifras, sin embargo, no son tan optimistas. Los 19 municipios del Geoparque Mundial de la Unesco sumaban hace una década 14.477 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística, que ahora les adjudica 12.557. Son 1.920 menos –el censo ha menguado en todas las localidades excepto Peraleda de San Román–, lo que equivale a una caída del 13%. En el mismo periodo, la región perdió un 4%, y si esta misma cuenta se hace restándole las poblaciones más grandes (Badajoz, Cáceres, Mérida, Plasencia, Don Benito, Villanueva de La Serena y Almendralejo), la caída autonómica es del 7%.
Pero quizás antes se perdía todavía más población, podría plantearse. Responde también el INE: en la década anterior (años 2000 a 2010), el descenso en los pueblos del Geoparque fue del 15%. Y en cuanto a la edad media, tampoco hay nada que celebrar: en el año 2009 era de 52,3 años, y una década más tarde ascendía a 54, según las cifras del Instituto de Estadística de Extremadura, elaboradas a partir de microdatos del INE. En definitiva, que la zona tiene hoy menos población y más envejecida que antes de empezar a llamarse Geoparque, un título que una mayoría aún no tiene claro qué significa.
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La definición institucional habla de «espacios con continuidad geográfica donde los lugares y paisajes de relevancia geológica internacional se gestionan de acuerdo con un concepto holístico de protección, educación y desarrollo socioeconómico sostenible». La distinción no se recibe si no se cumplen tres requisitos: tener un patrimonio geológico destacado, desarrollar iniciativas para conservarlo y divulgarlo, y que esas acciones ayuden al desarrollo socioeconómico y cultural a escala local. Una vez obtenido, hay que rendir cuentas a los inspectores de la Unesco cada cuatro años, un examen que el enclave extremeño ya ha pasado este examen dos veces.
Trilobites (un fósil del Paleozoico), sinclinales (pliegues del terreno en forma de 'v') y anticlinales (lo mismo pero como una 'v' invertida) son el pan nuestro de cada día en los folletos o las charlas de las rutas guiadas por Villuercas, Ibores y La Jara, que antes de que el mundo tuviera cinco continentes y existiera el océano Atlántico, eran la prolongación de los montes Apalaches norteamericanos. Por esto se habla del relieve apalachense como una de las características distintivas del lugar, que tiene en España 14 hermanos.
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«Está feo que yo lo diga –dice el presidente de Geovilluercas–, pero de todos los geoparques de España, el nuestro es el que mejor funciona, porque se gestiona desde el propio territorio y de forma coordinada entre el sector público y el privado». Esto último lo piensan también los políticos, sean del PSOE o del PP.
Unanimidad política
«La valoración de estos diez años es positiva», resume Juan Pedro Domínguez, alcalde popular de Deleitosa, para quien el Geoparque «ha sido un elemento unificador del territorio, que ha servido para que trabajemos juntos vecinos, instituciones, empresas y colectivos, ayudándonos por encima de colores políticos». «La valoración es positiva», calca Cristina Ramírez (PP), regidora de Alía, que cree que «ha subido el número de turistas, se ha dado a conocer el pueblo y tenemos –afirma– un centro de interpretación que no teníamos (el de la flora y la fauna Joaquín Araújo, uno de los nueve del Geoparque)».
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Idéntico balance en el PSOE. «El Geoparque es una referencia mundial por su orografía y por ser un modelo de desarrollo sostenible desde el territorio, ejemplo de unión entre instituciones, agentes económicos y empresas», aprecia Nines Díaz, alcaldesa socialista de Berzocana. «El título ha dado visibilidad a un territorio desconocido por la mayoría, y supone una oportunidad de futuro para una zona muy amenazada por la despoblación», añade la regidora, que destaca también «la oportunidad que nos ha brindado de crear empresas turísticas y una marca agroalimentaria, 'Geofood', que ha posicionado nuestra miel, aceite, castañas y cerezas a nivel mundial». En la misma línea, David Peña, regidor de Cañamero por el PSOE, cree que «el título ha sido fundamental para el turismo y ha beneficiado de forma notable a la hostelería y la restauración».
El contexto que puede ayudar a explicar esta inusual unidad de criterio entre rivales políticos es el siguiente: la candidatura a la Unesco se concibió tras el incendio de julio de 2005 –9.901 hectáreas en Las Villuercas y 2.085 en Los Ibores– y se cocinó con el socialista Juan Andrés Tovar como presidente de la Diputación de Cáceres, pero se logró y empezó a caminar con el popular Laureano León recién llegado a ese cargo.
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Hasta esa noche solo había en España cinco geoparques. Ahora hay el triple. Entrar en ese grupo colocó a las comarcas cacereñas en el escaparate mundial, y esto atrajo turistas y sigue haciéndolo, aunque los números son aún discretos. En el año 2018 recibió a 35.717 visitantes que dejaron 59.686 pernoctaciones, según un estudio del Observatorio Turístico de Extremadura, elaborado por Antonio Campesino, Julián Ramajo, Juan Ignacio Rengifo, José Manuel Sánchez y Marcelino Sánchez Rivero. En el ranking por destinos turísticos regionales que elabora esta misma fuente, el Geoparque Mundial ocupa el último lugar en visitantes y en pernoctaciones. Aporta en torno al dos por ciento del turismo que recibe Extremadura.
En cualquier caso, son más turistas que los que tenía la zona hace una década. Y esto ha repercutido sobre su tejido empresarial. En el año 2017 en Guadalupe había 42 comercios al por menor y 39 negocios de hostelería y restauración. Dos años más tarde eran 61 y 49. En Cañamero había 32 y 21, y se pasó a 28 y 23. Y Logrosán contaba en 2017 con 33 comercios al por menor y 26 empresas de hostelería y restauración y a los dos años tenía 116 y 26, respectivamente.
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Más vecinos cotizando
¿Y cómo ha repercutido esto sobre el empleo? Al acabar el primer trimestre del año 2014, entre los 19 municipios sumaban 3.775 afiliados a la Seguridad Social. En el último trimestre del año 2019 –se omiten los años 2020 y 2021 por el factor distorsionador que podría suponer la pandemia de covid– eran 3.941. O sea, un incremento del 4% en cinco años. Un porcentaje pequeño, pero significativo porque supone no perder, algo inusual en el ámbito rural.
«En el año 2011 se puso sobre la mesa un producto ecoturístico distinto, que en este tiempo ha demostrado ser un mecanismo de desarrollo importante para la provincia», valora José Ángel Sánchez Juliá, portavoz del PP en la Diputación de Cáceres, que entiende que el título «debe servir para sujetar población». «El Geoparque es un proyecto consolidado, pero este décimo aniversario –propone Sánchez Juliá– debe servir para ponernos deberes, fijar una hoja de ruta y ser cada vez más ambiciosos, intentando conseguir que vengan no solo expertos a estudiarlo, sino también turistas a conocerlo».
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«Los gestores del Geoparque deberían invertir más en los pueblos», propone la alcaldesa de Alía, que según cuenta, pidió dinero para abrir un balneario en el pueblo y no lo logró. Su colega de Berzocana pide «que se mejore la señal de Internet, porque el teletrabajo puede ser una oportunidad para revitalizar a nuestros pueblos». Y el regidor de Deleitosa, que echa en falta «más señales en inglés y francés», cree que «hay que seguir potenciando el Geoparque hasta conseguir que genere más oportunidades laborales y la gente se quede aquí y los pueblos no se vacíen». Ese es el gran objetivo. El que comparten todos. El que justificaría un potente y largo y feliz repique de campanas.
PARA SABER MÁS
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19 Municipios tiene el Geoparque: Alía, Berzocana, Cabañas del Castillo, Campillo de Deleitosa, Cañamero, Carrascalejo, Castañar de Ibor, Deleitosa, Fresnedoso de ibor, Garvín, Guadalupe, Logrosán, Navalvillar de Ibor, Navezuelas, Peraleda de San Román, Robledollano, Valdelacasa de Tajo y Villar del Pedroso.
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14 Geoparques más tiene España. Son los siguientes: Los andaluces Gata-Níjar, Sierra Norte de Sevilla, Sierras Subbéticas y Granada, los aragoneses Maestrazgo Sobrarbe-Pirineos, Costa Vasca (Guipúzcoa), Comarca de Molina de Aragón-Alto Tajo (Guadalajara), Conca de Tremp-Montsec (Lérida), Cataluña central, Las Loras (Burgos y Palencia), Montañas do Courel (Lugo), y los canarios El Hierro y Lanzarote y archipiélago Chinijo.
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169 Es el número de geoparques que hay. Están en 44 países. El que más tiene es China, con 41. En Europa gana España.
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