Extremadura traslada a sus seminaristas

La Archidiócesis de Mérida-Badajoz perderá el próximo curso una de sus joyas. La progresiva reducción del número de vocaciones ha aconsejado a las autoridades eclesiásticas prescindir del centro en el que se han venido formando durante más de 350 años los sacerdotes de la diócesis pacense.

Este paso, meditado y doloroso, ya fue dado en 2017 por la Diócesis de Plasencia, que decidió enviar a sus tres seminaristas a Salamanca para continuar allí su formación.

Fue una de las primeras decisiones que tomó José Luis Retana, que antes de convertirse en el pastor de esta diócesis fue rector del Teologado de Ávila en Salamanca, el centro en el que viven los seminaristas de siete diócesis españolas que consideran inviable mantener seminarios propios.

A ese teologado se incorporarán el próximo curso los cinco seminaristas con los que cuenta la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, sumándose a otros 15 procedentes de Ávila, Plasencia, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora, Palencia y Segovia.

Todos ellos realizarán los estudios eclesiásticos en la Universidad Pontificia de Salamanca, un centro universitario promovido por la Iglesia que ofrece varias titulaciones más.

Desde la Archidiócesis de Mérida-Badajoz se aclara que el cierre del seminario mayor es una decisión temporal. De hecho, la iglesia pacense ha estudiado la posibilidad de que las tres diócesis extremeñas pusieran en marcha una seminario único para que los futuros sacerdotes extremeños pudieran prepararse sin necesidad de salir de la región.

Pero esa opción se ha dejado en suspenso de momento, por lo que el único seminario que seguirá funcionando es el de la Diócesis de Coria-Cáceres, que después de ser sometido a una importante reforma que lo dotó de todos los espacios que necesita para prestar un servicio adecuado, este curso ha tenido cinco alumnos: tres seminaristas diocesanos y otros dos pertenecientes a la congregación de los Esclavos de María y de los Pobres, fundada en la localidad cacereña de Alcuéscar por el sacerdote Leocadio Galán Barrena.

Las circunstancias de la diócesis de Coria-Cáceres son especiales en estos momentos, puesto que está pendientes del nombramiento de un nuevo obispo. Hasta su llegada, las decisiones de más calado, como pudieran ser las referidas al seminario, quedan aplazadas.

En todo caso, la realidad vocacional no varía mucho en las tres diócesis extremeñas. En total suman 12 seminaristas, una cifra mínima si se compara con la pujanza que tenían estos centros décadas atrás. Sólo en el seminario de Badajoz había más de 60 seminaristas en la década de 1980, una cifra que se ha ido reduciendo de forma paulatina hasta la actualidad. Este curso sólo ha habido dos seminaristas en 2º de Teología, uno en 4º y otro en 5º, además de un alumno en un curso previo al inicio de los estudios eclesiásticos.

La principal dificultad que tiene formarse en unas aulas tan escasas de alumnado es la ausencia de compañeros. Por esta razón los alumnos de 4º y 5º han compartido asignaturas para lograr de ese modo tener compañero de aula.

Esa soledad en el proceso formativo es la que se pretende corregir ahora con el traslado al Teologado de Ávila en Salamanca, un centro perteneciente a la Diócesis de Ávila. En total, 20 seminaristas que acuden a diario a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca.

En la carta que José Luis Retana dirigió a los sacerdotes de Plasencia en 2017 ya hablaba de que la decisión de cerrar el seminario le causaba «sentimientos de añoranza y tristeza, por una parte, pero, por otra –añadía– estoy convencido de que sabremos leer esta nueva etapa de la historia de nuestro querido seminario como un momento de gracia y un signo de los tiempos».

«Entre todos encontraremos la manera de que la distancia geográfica no suponga merma alguna en la relación efectiva y afectiva entre los seminaristas y los sacerdotes», añadía el obispo, que se mostraba esperanzado en que pudieran seguir colaborando con la actividad pastoral de la Diócesis de Plasencia.

Esa relación con sus comunidades de origen se complica aún más si cabe para los seminaristas de Mérida-Badajoz, puesto que la distancia a Salamanca es mayor.

En todo caso, el cierre del seminario mayor de Badajoz no supone la clausura de este centro formativo. Su profesorado seguirá impartiendo clases en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Santa María de Guadalupe, donde se forman futuros profesores de Religión y personas que tienen interés en recibir una formación teológica amplia. Igualmente se encargarán de los cursos de actualización que reciben los sacerdotes.

Badajoz también mantendrá su seminario menor, donde residen 10 chicos que compaginan las actividades vocacionales con su formación académica en el Colegio Diocesano, un centro anexo al seminario gestionado por la Archidiócesis de Mérida-Badajoz que imparte clases de 1º de la ESO a 2º de Bachillerato a alumnos de los barrios más próximos.

A esos 10 seminaristas menores se unen cada dos semanas otros chicos que siguen viviendo en sus casas pero se incorporan periódicamente a actividades encaminadas a la maduración de su vocación.

Tampoco en Plasencia ha dejado de utilizarse el edificio del seminario, que está en la plaza de la Catedral. Ahora acoge una de las sedes del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Santa María de Guadalupe y ofrece formación permanente al clero de la diócesis. Los movimientos de la Iglesia también lo utilizarlo como centro de reunión y es foro de algunas conferencias.

El arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga, ha indicado estos días que el cierre es «temporal». Su deseo sería ver aumentar de nuevo el número de vocaciones, pero las llamadas al sacerdocio escasean en esta etapa de la historia y no parece sencillo que el número de seminaristas se incremente de forma importante a corto plazo.