Imagen de archivo de Eugenio Delgado saliendo de su domicilio custodiado por agentes de la Guardia Civil. HOY
Caso Manuela Chavero

Eugenio Delgado: «Enterré a Manuela Chavero y luego estuve haciendo mis labores»

El acusado del crimen de Monesterio asegura que no mató a la víctima según sus declaraciones, a las que ha tenido acceso ABC

REDACCIÓN

Martes, 1 de noviembre 2022, 10:43

«Manuela cogió la cuna de un extremo y yo del otro. Ella iba andando de espaldas, tropezó al maniobrar y cayó. No se movía. ... Me puse muy nervioso, estuve diez o quince minutos dando vueltas por la casa sin saber qué hacer». Este es un extracto de la declaración que Eugenio Delgado hizo ante la Guardia Civil y posteriormente ante el juez una vez que fue detenido por la desaparición de Manuela Chavero el 5 de julio de 2016. ABC ha tenido acceso a la declaración que hizo la noche que fue detenido ante la Benemérita y a la que ofreció un mes después, ya en sede judicial.

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Como viene informando HOY, Chavero salió de su casa ese día de madrugada en pantalón corto y chanclas, dejándose las llaves y el móvil. Se dejó las luces y la tele encendidas.

Más de cuatro años después, la madrugada del 18 de septiembre de 2020, la Guardia Civil detuvo a Eugenio Delgado, de 28 años, un conocido de Manuela que llevaba mucho tiempo siendo el principal sospechoso. Después de declarar durante casi cinco horas, llevó a los agentes a una finca de su propiedad. Como admitió, allí la había enterrado. Ni entonces ni después ha admitido que la matara.

Según ha repetido insistentemente, la mujer se cayó y él se asustó. La UCO no se cree esta versión, y sigue sospechando de un móvil sexual.

Según las declaraciones de Delgado, la causa de la muerte de Chavero es una cuna. Era de Manuela, pero estaba en la casa propiedad de la madre de Eugenio (que utilizaba él aunque vivía en otra del pueblo), muy cerca de la de la mujer. Según declaró, Manuela se la había prestado a un amigo de Eugenio que vivió una temporada ahí y ella se la había reclamado días antes. Aquella noche de madrugada, vio luz en casa de Manuela y llamó para devolvérsela. «Cargando la cuna yo empujaría más de la cuenta y con las chanclas dando marcha atrás tropezó», le dijo al juez. Manuela sangraba por la cabeza.

«Asumí que tenía un problema porque iba a ser muy complicado explicar lo sucedido». Solo se le ocurrió deshacerse del cuerpo. Cogió una sábana vieja y un albornoz y la envolvió. Dejó el cuerpo en el pasillo y limpió la sangre con papel y lejía. A continuación -contó a la UCO tras ser detenido- cargó a la mujer en sus brazos y la metió en el maletero de su Opel Vectra. Recordó la zorrera que habían hecho los cazadores en su finca Valdeconejos. Condujo hasta allí, sacó el cadáver y directamente lo metió en la zanja cubierto con la sábana tras desnudarla. El agujero tenía una longitud un metro y medio y una profundidad de medio metro. Cogió su tractor y cubrió el hueco con tierra. La ropa de Manuela la dejó en el cortijo que también está dentro del encinar.

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«No pude conciliar el sueño pensando en el asunto», sigue su declaración. A la mañana siguiente volvió a la finca, esta vez con el Nissan Terrano. Quemó la ropa de Manuela e hizo «la rutina de un día normal».

Los investigadores le preguntaron si intentó socorrerla. «No fui capaz de reaccionar, hay que verse en esa situación. No sabía cómo afrontarlo y explicar que a las horas en las que sucedió el detonante fue recoger una cuna».

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«No quería darle vueltas»

Según esa primera declaración, según publica Cruz Morcillo en ABC, no volvió a la tumba en los cuatro años en los que fue interrogado como testigo. «No me acerqué porque pensé que no iba a adelantar nada y no quería darle vueltas a la cabeza».

En ese largo interrogatorio le insistieron en por qué no lo había contado antes. Su respuesta: «Llevaba mucho tiempo pensándolo pero no lo he hecho ante la presión mediática. Es un cúmulo de situaciones donde he decido dar el paso. Sabía que lo tenía que hacer, no sabía cómo dar el paso». A continuación marcó un círculo rojo en un plano de la finca y condujo a la UCO hasta el cuerpo. Manuela estaba en una zorrera y la cuna, el detonante según él, en la cochera de la casa de su madre. «Estoy arrepentido», dijo. «Soy consciente de que ha sido un fallo mío y no he sabido controlar la situación».

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La versión del accidente la ha mantenido desde entonces, aunque algunos traumatismos que presenta el cuerpo no se corresponden con sus palabras. Pero Delgado ha cambiado el relato en varios puntos. Ante el juez de instrucción, un mes después, declaró que no llevó a Manuela directamente a la zorrera, sino que dejó el cuerpo en el cortijo y volvió por la mañana.

En la pala del tractor

La trasladó en la pala de su tractor, del que se ayudó para mover tierra y piedras, y luego introdujo el cuerpo a mano. Meses después de su detención se llevó a cabo una reconstrucción de ese traslado para determinar si los traumatismos podían haberse producido postmortem. El juez quiso saber por qué obvió esta información cuando fue detenido. «Me metían prisa y me hacían muchas preguntas».

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Delgado había contado que no volvió al lugar; al juez le reconoció que más tarde hizo un murete de contención hecho de bloques de hormigón porque se estaba desprendiendo la tierra. No sabía si iba a ser una sepultura definitiva porque pensó «en ir a decir lo que había pasado pero la presión mediática» lo frenó. Según él, ya lo había decidido y esa fue la razón por la que el mismo día, antes de ser detenido, contactó con un abogado de Sevilla.

A preguntas del magistrado, negó una y otra vez haber matado a la mujer. «¿No habría sido más lógico pedir ayuda y socorro para Manuela?», preguntó el juez al detenido. «Viéndolo ahora sí». El fiscal quiso saber si volvió a la finca por la mañana para enterrarla. «No solo por ese motivo, sino por atender al ganado». A la abogada de la acusación particular le respondió: «Enterré a Manuela y luego estuve haciendo mis labores y cuando las terminé regresé a mi domicilio».

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Eugenio Delgado, ante el juez

El juez le preguntó si la cuna fue un pretexto que puso a Manuela para quedarse a solas con ella y mantener relaciones sexuales. Él lo negó; negó también haberla forzado, la tesis que maneja la acusación y la UCO, pese a que el paso del tiempo imposibilite obtener una certeza. En esa línea, el fiscal lo interrogó sobre ropa interior de mujer que hallaron en el registro y unas bridas rotas. La primera era de su hermana, dijo, y las bridas las usó para atar cables al escritorio.

«¿Sentía algo por Manuela?», le preguntó la abogada de la acusación. «Ni por ella ni por nadie, ahora no me parece el momento». Su abogado defensor trató de detener las preguntas de contenido sexual, sobre todo de Fiscalía, diciéndole que explicara si los investigadores de la UCO le pidieron y cómo que reconociera esos hechos. «Se juntaban dos o tres y me decían: 'Piensa, dale vueltas, podemos buscar más'». Si hubo o no agresión o móvil sexual es una de las cuestiones aún sin resolver.

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