Estaciones vacías
Una docena de localidades extremeñas y más de un centenar en España han cerrado sus ventanillas de venta de billetes para los trenes. La España vacía lo será aún más con medidas como esta
Las ventanillas de 13 estaciones de tren en Extremadura no abrieron el pasado día 1 para vender billetes. Adif, que se ha ocupado hasta ahora del servicio, dejó de hacerlo el día 31 por los cambios introducidos en la liberación del transporte ferroviario, y Renfe ha tomado el relevo a regañadientes. Tanto que en 11 de ellas ha decidido que no haya personal para atender la venta de asientos, que solo se hará en esas estaciones a través de máquinas. Para las dos restantes, Plasencia y Navalmoral de la Mata, se ha comprometido a licitar el servicio para recuperar la venta presencial, pero despacio, sin prisas, como es el tren en Extremadura.
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El recorte es consecuencia de la pérdida de servicios y dotaciones que se va produciendo, como un goteo, en la España vaciada. Tanto que a última hora, Teruel Existe ha conseguido colar este asunto en las negociaciones con el PSOE para dar su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez. Veremos en qué queda finalmente, si regresan o no los taquilleros a las estaciones extremeñas y a las del centenar largo que también se han visto afectadas en otras comunidades españolas Todas ellas tienen en común la poca población de sus pueblos de interior y, en consecuencia, el escaso número de viajeros.
Para los dos grandes organismos, Adif y Renfe, es motivo suficiente para eliminar el personal que atiende esas taquillas. Esta España vaciada acabará más vacía aún con este tipo de políticas, que solo tienen en cuenta los números y no las personas, que además ya tienen por regla general una edad.
Allí donde antes había un trabajador uniformado, el vecino de Montijo, Cañaveral o Llerena se encontrará, cuando las pongan, una máquina expendedora para que pueda adquirir el billete. La opción mecánica sería buena si no fuera la única. Es decir, la posibilidad de adquirir el billete de forma automática es una alternativa válida en estos tiempos y muy extendida para hacer otras operativas, desde el embarque del avión al billete del metro. Pero en las estaciones de los pueblos donde se elimina el personal, el viajero a menudo se corresponde con un segmento de edad que difícilmente se las apaña con estas máquinas, que además no siempre tienen el mantenimiento adecuado y que según se ha anunciado serán unidades solitarias, de tal forma que dejan fuera de juego al viajero que quiera comprar un billete a la primera avería. En suma, cada vez se ponen más dificultades porque no en todas las localidad afectadas hay oficinas de Correos, donde también se pueden comprar los billetes.
La consecuencia es que se está alejando a los ciudadanos de las pequeñas estaciones con la excusa de que son pocos los viajeros que transitan por ellas, y mucho me temo que el siguiente paso en esta España vaciada será el propio cierre de esas estaciones.
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Este recorte de servicio ha sido recibido en Extremadura con el silencio más absoluto. A lo perjudicial de la medida se une la manera en que ha sido implementada, con el desprecio por la ruralidad que han demostrado tanto Adif como Renfe, que no hicieron público por anticipado el cierre de las ventanillas. Los viajeros las encontraron cerradas el día de Año Nuevo.
Tampoco informó de ello la Delegación del Gobierno, que, según Renfe, había sido advertida del recorte. Y la eliminación del servicio no mereció comentario alguno por parte de los alcaldes de las docena de municipios perjudicados, que también habían sido avisados de la novedad que llegaba con el nuevo año. En otras comunidades sí se produjeron en diciembre pronunciamientos en contra por parte de los ayuntamientos, pero no aquí, donde o bien pesa el sentimiento de resignación o, en algunos casos, la disciplina partidista. A lo mejor salvamos el servicio gracias a un partido de Teruel, que ya son ganas de dejar nuestras cosas en manos de los demás.
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Sea como fuere, de manera silente, los habitantes de los municipios pequeños, esos que se van despoblando sin remisión por decisiones como estas, pero también otros que tienen un tamaño relevante, como Almendralejo, Don Benito o Villanueva de la Serena, ven perder un servicio más y parece no molestarle. Cuando se den cuenta, puede que sea tarde.
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