Un escritor entre ovejas de La Siberia
Experiencia. El narrador de viajes Gabi Martínez se mudó a un refugio sin luz ni agua para rememorar la niñez de su madre y publicó un libro que se traducirá al francés y al alemán
¿Qué lleva a un catalán de 46 años a dejar las comodidades de su casa en Barcelona para vivir durante ocho meses en ... un refugio de La Siberia sin luz ni agua?
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La respuesta la tiene Gabi Martínez (Barcelona, 1971), que en 2018 se mudó a una finca a seis kilómetros de Garbayuela. De esa experiencia escribió el libro 'Un cambio de verdad, Una vuelta al origen de los pastores', editado por Seix Barral, y que está a punto de ser traducido al francés y al alemán. Ha tenido éxito también en España, donde ha aparecido en medios de comunicación nacionales y hasta en la edición en español de la BBC.
En Europa leerán de la dureza del invierno y el estallido de la primavera que se advierte en un refugio de pastores con la única compañía de la mastina Siria y un rebaño de 400 ovejas que ayudaba a cuidar.
Este colaborador de National Geographic ya había escrito al menos otros seis libros de viajes cuando decidió mirar a esta región extremeña. Había recorrido medio mundo, entre sus destinos están China y África, pero le faltaba la tierra donde nació su madre, Eloísa, donde pasó parte de su vida hasta que su abuelo decidió buscar una vida mejor en Cataluña.
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El escritor decide conocer la niñez de su madre. Por eso elige una vivienda que incluso tiene menos comodidades de las que ella tuvo, según admite. Echó de menos las duchas, aunque reconoce que en «Sudán dormía en sitios bastante peores».
El libro narra escenas de la década de los 50. Con solo siete años, su madre solía cuidar de las ovejas, llegaba con las manos heladas en días de frío y su abuela la esperaba con toallas mojadas en agua caliente para templarla. Recuerda que vivía en la pobreza, pero también en contacto con la naturaleza. Eloísa, que no ha vuelto a su pueblo, es uno de los hilos conductores de la novela. Aunque hay otros.
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El principal es la naturaleza, que protagoniza un tipo de literatura donde Gabi Martínez despunta. Describe cada paraje y se encapricha de las ovejas negras. En esos meses le cambió la forma de mirar y se le agudizaron los sentidos. Valga como anécdota que los primeros días no era capaz de distinguir un espárrago verde y que al final lograba un manojo entero.
Martínez narra la vida del campo. Recoge las inquietudes por la falta de agua y la alegría que acompaña a cada borrasca. Pero también se adentra en la forma de vivir de las personas.
Hace amigos «de verdad», con los que dos años después de la vuelta a su tierra mantiene una «relación casi más cercana que con mi familia». Como Miguel y Marisa, con los que pasa buenos ratos que quedan recogidos en su novela. Y con Álvaro y Raquel, que regentan un camping. Juntos han creado la asociación 'caravananegra.org' para apoyar las razas autóctonas. Ese proyecto también salió de sus vivencias.
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Pero también descubre perfiles negativos, como el cazador propietario de un gran coto de caza que describe como alguien abominable. Gabi Martínez no está en contra de la caza ni cree que todos los cazadores sean iguales, pero una de las personas que conoció en La Siberia reúne «la parte más bestial de perversión del ser humano». En la novela no sale bien parado y no ha vuelto a hablar con él.
Huye de la historia negra de Extremadura. En su libro dice lo siguiente: «Hay desastres imborrables y estigmas bien merecidos, pero las Hurdes y Puerto Hurraco ya no son lo que fueron y los negros de esta Siberia advierten sobre una España refrescante que continúa demasiado a merced de la mala publicidad».
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Cree que existe una visión negativa del mundo rural que trasciende Extremadura. Esto es, que existe una cierta mirada de superioridad de la ciudad hacia el campo en todo el país y que en cierta manera se admite desde el mundo rural.
En su libro mezcla las vivencias con noticias de la actualidad que levantan expectativas en esta comarca al noroeste de la provincia. Habla de la poca confianza que levantó el proyecto para crear un gran parque de atracciones y hoteles en la zona de Castilblanco que dos años después sigue sin materializarse.
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Y también de la oportunidad que se presentaba con la declaración de la Reserva de la Biosfera, ya conseguida. Entonces los opositores aireaban antiguos miedos para sumar contrarios a la causa. «Vuelve el lobo», escuchó como la peor de las amenazas.
Ahora cree que esa declaración supone una oportunidad para La Siberia que puede ayudarla a darse a conocer y aprovechar para «un cambio de paradigma» que proyecte toda la luz que acumula el territorio, su gente y la increíble naturaleza que la hace diferente.
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