En julio de 1979 las imágenes de 3.000 momias encontradas tras una pared de una iglesia de Llerena dieron la vuelta al ... mundo. Sus expresiones de terror y las posturas de sus cuerpos eran propias del relato más pavoroso y causaron sensación. El pueblo se llenó de periodistas, incluso de otros países, y de investigadores de distintas universidades, pero 42 años después estas momias no tienen una respuesta oficial.
Publicidad
¿Solo eran enterramientos acumulados en la iglesia? ¿O se trata de personas torturadas por el tribunal de la Inquisición que tenía sede en Llerena? ¿Les emparedaron vivos? ¿Por qué se momificaron?
Empezando por el principio, el hallazgo, en realidad, no fue en 1979. En 1964 ya hubo una obra de rehabilitación de la iglesia Nuestra Señora de La Granada en la que localizaron restos, pero no se hizo público y se convirtió en un rumor que circulaba por esta localidad. 15 años después comenzó el arreglo de la torre de este templo. Para recuperar una puerta con arco de herradura tuvieron que tirar un tabique y encontraron los primeros cadáveres, unos 40. Solo fue el principio. Tras una pared posterior, que daba acceso al ascenso primitivo a la torre, se halló el grueso de los cuerpos: hombres, mujeres, niños e incluso la momia de un gato y un ratón. Mucho tiempo después se supo que superaban los 3.000.
Algunos restos solo eran calaveras y huesos, pero otros estaban momificados y en un estado de conservación excepcional. Se encontraron ropas datadas entre los siglo XIII y XV, joyas y otros objetos antiguos. Algunos estaban vestidos con hábitos religiosos, por lo que se cree que eran monjes o párrocos y otros habían sido amortajados, en ocasiones, siguiendo el uso mozárabe.
Lo que hizo encogerse de miedo a cada persona que atravesó el arco de herradura fueron las expresiones de las momias, que parecían gritar de miedo o haber muerto sufriendo. Los antropólogos indicaron posteriormente que es común que en los cuerpos saponizados el cráneo se aplane y se alargue creando esas expresiones tan marcadas.
Publicidad
El primer periodista que entró en la sala fue el redactor de HOY Manolo López, acompañado por el fotógrafo Alfonso, y aseguró que, en cuanto lo vio, supo que iba a ser una noticia de alcance. De hecho, los primeros investigadores aseguraron que era el enterramiento moderno más importante con el que se habían encontrado.
Los primeros antropólogos, de la Universidad Complutense de Madrid y la Autónoma de Barcelona, fueron los que dieron las primeras declaraciones e hicieron volar la imaginación colectiva. «Las posturas de las momias no parecen obedecer a muerte natural», aseguró el equipo madrileño, que apuntó a que podrían ser víctimas del tribunal de la Inquisición y no descartó incluso que hubieron sido emparedados vivos. Por su parte, el equipo catalán se fijó en las graves fracturas que sufrían algunos y su primera hipótesis fue que algunas de las muertes se habían producido con mucho sufrimiento.
Publicidad
Parecía, con esos primeros análisis, que la Inquisición había acumulado a sus víctimas en esa iglesia, quizá después de torturarlos. Entre ellos, a los monjes que hubiese considerado corruptos. En Llerena se instaló uno de los tribunales más agresivos del país. Juzgó a millares de personas. Perseguía, especialmente, a los moriscos, los musulmanes bautizados a a fuerza tras la Reconquista, y a los judaizantes, católicos en apariencia que realizaban ritos judíos en secreto. También hubo procesos contra mujeres por brujería y contra religiosos, especialmente por acusaciones de relaciones con monjas u otras vecinas.
Los castigos solían ser el encarcelamiento, la expulsión del país, mandar al reo a galeras o la hoguera. Durante el juicio solía usarse la tortura y también se aplicaban castigos como lanzar al condenado a un pozo u obligarle a beber vinagre. Estas prácticas sí podían cuadrar con lo encontrado en la Torre de la Granada.
Publicidad
La Inquisición contaba con cárceles secretas y en ocasiones llevó a cabo procesos multitudinarios. Ese comportamiento, y la datación de los cadáveres, fue lo que dio alas a la hipótesis de un castigo colectivo, es decir, que los emparedasen vivos. Las momias estaban de pie, amontonadas, incluso como si se empujasen para luchar por el aire.
Otros expertos, sin embargo, creen que todas estas conjeturas son fruto de la superstición y que la explicación es la más sencilla posible. Entre los siglos XIII y XV era común que los fallecidos solicitasen ser enterrados en las iglesias. Este fenómeno provocó problemas porque especialmente en verano producían malos olores. Se cree que, para aliviar a los templos de la comarca, se concentraron los cadáveres acumulados en la torre de Llerena. Incluso se ha señalado como hipótesis que los responsables del traslado los colocasen adrede en posturas retorcidas a modo de broma macabra.
Publicidad
Sea la explicación más sensata o un misterio ¿Por qué no hay una respuesta definitiva? Porque los estudios no se completaron. En principio varias universidades se llevaron restos y estaban muy interesadas. Incluso hubo una queja de la Universidad de Extremadura por expolio que forzó el compromiso de devolver los restos.
Un año después del hallazgo todo se enfrió. HOY publicó que había un millar de cuerpos preparados en cajas en el campo de fútbol del Llerenense esperando el traslado para su estudio. Ese viaje nunca se produjo y las momias volvieron a ser enterradas, entre el cementerio de la localidad y la cripta de la iglesia. Allí continúan guardando su secreto.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión