¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Plaza Mayor de Cáceres en los años 60, cuando causó sensación el juicio por el homicidio de Trujillo. HOY
Crónica Negra en Extremadura

El homicidio del cabrerillo de Trujillo

El 31 de julio de 1958 apareció colgado, en una encina en una finca de Trujillo, un cabrerillo de 13 años. Se dijo que quizás se había ahorcado haciendo una travesura o se había suicidado; pero no fue así. En 1960 fueron juzgados en Cáceres los responsables de su muerte ante una gran expectación.

Sergio Lorenzo

Cáceres

Sábado, 29 de octubre 2022, 07:50

El 28 de febrero de 1959 en el Diario HOY se publicaba una noticia con este titular: 'Magnífico servicio de la Policía Cacereña'; y el ... subtítulo: 'Ha detenido a los autores de un repugnante crimen'.

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La noticia hacía referencia a que el 31 de julio de 1958, había aparecido colgado de una encina el pequeño cuerpo de un muchacho de 13 años. Estaba en una finca del término municipal de Trujillo, entre La Cumbre y la ciudad de Trujillo. Era Juanito C. M., que era cabrero y natural de La Cumbre.

Al principio se pensó que el muchacho se había suicidado, o que se había ahorcado por un accidente al hacer una travesura. El muchacho fue enterrado, tras un funeral en la Iglesia Nuestra Señora de La Asunción en La Cumbre, pero el Juzgado de Trujillo inició una investigación, ya que el cuerpo del zagal tenía señales de golpes.

El juez pidió la ayuda de los funcionarios del Cuerpo General de Policía de la plantilla de Cáceres. El comisario jefe encargó la investigación a los inspectores de la Brigada de Investigación Criminal Polo Román y Manzano de la Calle, que se trasladaron a Trujillo tras estudiar la autopsia realizada al cadáver.

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Mapa de la provincia de Cáceres de 1950. El crimen ocurrió en una finca entre La Cumbre y Trujillo. hoy

Los agentes vencieron reservas y silencios, destruyeron coartadas y encontraron pruebas, y tras insistentes interrogatorios, consideraron que a Juanito le habían matado a palos y luego le colgaron de la encina. Con las pruebas presentadas ante el juez se detuvo a los tres presuntos responsables de la muerte: al dueño de la finca en la que fue encontrado el muchacho muerto, el guarda de la finca y un criado del propietario. Este último había huido a Madrid, y se encargó de su detención la Brigada Criminal de Madrid. Este hombre había pensado que con el paso del tiempo la muerte del cabrerillo se había olvidado, pero al ver que habían llegado policías de Cáceres y estaban haciendo muchas preguntas, sintió miedo y escapó, aunque no por mucho tiempo.

La noticia de la detención del propietario de la finca y de sus dos empleados llamó mucho la atención en Trujillo, ya que había pasado siete meses desde la muerte del muchacho. Se dijo entonces que habían matado al cabrero sin querer, al pasarse en el castigo que le aplicaron para que no volviera a dejar solas a las cabras. Cuando le mataron era en el caluroso mes de julio y Juanito había abandonado el ganado para comer sandías en una huerta próxima.

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Imagen de Trujillo en la época en la que ocurrió el crimen. HOY

El juicio se celebró en Cáceres el 30 de junio y el 1 y 2 de julio de 1960. Causó mucha sensación entre los cacereños, que veían sentado en el banquillo de acusados a un hombre acomodado, algo que no era muy normal.

En el juicio se acusó a los procesados de asesinato y de profanación de cadáver por parte del abogado Mateo Sánchez y Sánchez, que representaba al padre de la víctima.

El fiscal consideró que se trataba de un homicidio en el que la muerte se produjo, «por un golpe cuya intención fue recriminar alguna travesura del niño». Los abogados de los acusados eran los letrados Puig Peña, Mariño Fernández y Palomino Megías. Los tres pidieron la absolución.

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El juicio fue en la Sala de lo Criminal de la Audiencia Provincial de Cáceres, y presidía el tribunal el magistrado Francisco Redondo Pérez.

El caso llamó más la atención, al aparecer muerto en un hotel de la ciudad un hombre de 35 años, vecino de Trujillo, que se decía que había fallecido antes de declarar como testigo en el juicio. En la información que se publicó sobre la muerte se indicaba: «Ha sido hallado muerto en el hotel donde se hospedaba. Fueron requeridos los servicios de la Casa de Socorro de la ciudad, pero no fueron necesarios ya que había fallecido horas antes, ignorándose las causas». Luego se supo que el fallecido era hermano de uno de los acusados, del propietario de la finca en la que trabajaba el cabrerillo.

La sentencia

El 7 de julio de 1960 se dio a conocer la sentencia. El tribunal consideraba a los tres acusados autores de un delito de homicidio por imprudencia. Las penas que se les imponía eran las siguientes: seis años de prisión para el dueño de la finca en la que trabajaba el niño cabrero, cuatro años y cuatro meses para el guarda de la finca, y dos años y un día para el criado. Por otra parte se les condenaba a indemnizar a los familiares del muchacho con 100.000 pesetas.

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Los tres fueron absueltos del delito de profanación de cadáver.

Se decía entonces que Juanito resultó muerto, «al exceder el castigo la corrección del límite de la natural prudencia», y los autores decidieron colgarlo de una encina, «para simular el ahorcamiento accidental o voluntario».

Una ciudad con 48.000 habitantes

Para algunos la condena fue justa, y para otros no tanto. Desde luego fue un juicio que llamó mucho la atención en una capital de provincia que tenía alrededor de 48.000 habitantes, la mitad que en la actualidad. Cáceres era una ciudad que en ese 7 de julio de 1960 en que se conoció la sentencia, en el cine Norba se proyectaba la película 'El prisionero' con el actor Alec Guinnes; en el cine Capitol, en sesión continua desde las siete de la tarde se podía ver a Ava Gardner en 'La condesa descalza' y la italiana 'Maruzzella'; en el Capitol de verano, a las nueve y cuarto, empezaba 'Sinfonía de amor' con Lucía Bosé seguida de la mexicana 'La gitana blanca'; y en el cine de la Plaza de Toros, a las nueve y media echaban 'Atraco perfecto' de Stanley Kubrick, y 'El general de La Rovere' con Vittorio De Sica.

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