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El calor condiciona la montería de Azuaga, una de las más importantes de España
Se dieron cita cerca de 500 personas, de las cuales 180 llevaban arma de fuego, con un claro relevo generacional entre los participantes
Azuaga ha vuelto a acoger un año más su macromontería, una de las más importantes de España. Como siempre, se ha desarrollado en los montes propios que el Ayuntamiento tiene en la Sierra de Recuero.
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Puntualidad británica y desde el primer momento luchando contra las altas temperaturas. El calor, especialmente para perreros y guías, ha sido la tónica de este sábado en el que en la gran montería –una de las más grandes de España– se han dado cita 500 monteros, entre los que llevaban arma de fuego –unos 180– más los perreros, muleros, empleados de despiece, guardas de la finca, veterinarios, dueños de rehalas, pisteros, fuerzas del orden, cocineros familias o amigos que como secretarios acompañan en el puesto al cazador.
Un año más, en la sierra de Azuaga se ha cumplido el rito de una montería social en la que se va notando el relevo generacional. Una cacería con plena seguridad y por ello tan apreciada por esos monteros que se hacen acompañar por varios miembros de sus familiares y amigos. También asequible por el precio y por las condiciones en las que se transita por unos caminos perfectamente cuidados. La organización ha dispuesto puntos de agua en algunas armadas para evitar la deshidratación de los mas de mil perros desplegados en el monte.
Mucho calor
A las siete de la mañana, junto a la plaza de toros del pueblo, se ha empezado a servir las migas del desayuno. Poco después, a las 8 en punto, el capitán de montería, Martín Sánchez-Sánchez de la Vaquera, ha comenzado, micrófono en mano, a llamar a los cazadores que han salido a las 'armadas' que toman el nombre del lugar de la finca donde se colocaron los cazadores : 'Tres mojones', porque ahí lindan las provincias de Sevilla Córdoba y Badajoz; 'el Costillar', columna vertebral de la sierra; 'Peñitas' en la linde, las Ribera; El Encantado; Solana del Duco… así hasta 18 'armadas' distintas que salieron en sus propios vehículos, guiadas por los postores, camino de esta gran finca de casi tres mil hectáreas situada a unos 10 kilómetros del pueblo, propiedad del Ayuntamiento de Azuaga, que es quien organiza la montería. Allí estaba el concejal responsable José Rodríguez de Sanabria, montero y gestor de la Sierra de Recuero.
En torno a las 11 han sonado los portones de los camiones de las rehalas. Se han soltado los perros en lugares estratégicos, todos a la vez, más de mil canes, encuadrados en 50 rehalas provenientes de Andalucía y Extremadura.
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Tiros de rifle, ladras de perros, voces de los perreros y de quienes los guían, 'walkie talkies' para darse las ordenes, persecuciones de pelotas de reses... Los cochinos dieron la cara, aunque esquivos; perdices que cantan y vuelan. Una fiesta montera de la que disfrutaron en los puestos, y entre el monte, padres e hijos, abuelos y chavales que se hacen novios.
Muy social
La montería de Azuaga es una cacería muy social, de encuentros de casi los de siempre y recuerdo de los que ya no están. Cada vez más jóvenes comparten una acción en esta montería, que sigue siendo asequible a los bolsillos de los menos pudientes. Varias veces premiada por este concepto de 'calidad/precio' en finca abierta: un inmenso eucaliptal que poco a poco se va reemplazando por especies autóctonas.
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Así ha sido la montería de Azuaga
La jornada ha concluido junto al cortijo de los Miradorcillos, donde degustaron un tradicional cocido de garbanzos
Y a las 15.00 horas, puntuales, las caracolas han anunciado el fin de la montería más grande de Extremadura. Ha tocado recoger a los perros del monte, auténticos artífices de los lances vividos. Hacía mucho calor, más de treinta grados en los profundos barrancos de la sierra.
Y todos a comer en la gran nave, junto al cortijo de los Miradorcillos, donde poco a poco los cargueros han ido llevando remolques de reses que han sido sacadas de lo más profundo de la sierra por los muleros.
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Tradicional cocido de garbanzos con todos sus avíos y la charla, la tertulia de quienes les fue muy bien, que no dejan de hablar; y a los que no tan bien, que andan más callados. Los que fallaron y los que acertaron. La falta de lluvia es la conversación más escuchada porque eso repercutió a la hora de poner el gran tapete de reses abatidas, que entre venados –algunos muy bonitos–, algún gamo, muchos cochinos y ciervas de gestión no alcanzaron la cifra de los doscientos animales por culpa del calor .
Los veterinarios del SES han completado su trabajo, los monteros han cargado con sus trofeos, y la noche ha llegado a la sierra de Azuaga. La tranquilidad hasta la cita del 2026.
Las reses han sido abundantes en la mancha y se han repartido muy bien por casi todas las armadas
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Más de 50 años
El Consistorio es el gestor de una inmensa finca que pertenece a los bienes de propios del municipio, con una extensión de casi tres mil hectáreas, donde la caza ha sido su tesoro mejor guardado, aunque la zona goce de algunos más.
Con la llegada de la democracia, el Ayuntamiento de Azuaga empezó a gestionar de una manera global esta preciosa finca, que linda con Andalucía en el flanco sur y con otros querenciosos cotos de caza mayor y menor.
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El secreto de la gestión no ha sido otro que reinvertir en la sierra todo lo que la sierra reporta al Ayuntamiento. Eso sí, aumentado con mucho trabajo y cariño, esmero y devoción por parte del personal que trabaja por y para este espacio, que tras el periodo de caza se convierte en un lugar de rutas senderistas. Allí el paseante se puede encontrar con el venado en berrea o el rápido vuelo de la perdiz que en la época del reclamo es cazada por una asociación de reclamistas de Azuaga.
Una tarea que desde el Ayuntamiento comenzó a llevar el recordado Juan Rosario y que ahora continúa Martín Sánchez- Sánchez de la Vaquera, el actual capitán de la montería.
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