Al inicio del barranco de la garganta de los Papúos tras una ruta a pie de unos noventa minutos. hoy

Así es el barranco acuático más famoso de Extremadura

«El de la garganta de los Papúos, en el Jerte, el más divertido de la veintena que hay en la región», afirma Javier Gil, que lo conoce muy bien

Lunes, 6 de junio 2022, 07:12

Jerte, en el corazón del valle del mismo nombre. Ahí está la garganta de los Papúos, que acoge el barranco acuático más famoso de Extremadura. ... En la última edición del 'Estudio sobre el perfil del barranquista en España', del año 2021, aparece este valle cacereño en el puesto once de la clasificación de lugares de práctica más visitados por los barranquistas españoles en 2019 y 2020.

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Decenas de veces lo ha bajado Javier Gil, guía profesional y titulado de alta y media montaña y coordinador del área de barranquismo de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme). «Quizás sea el barranco más lúdico y divertido de la zona, de los veinte aproximadamente que hay en Extremadura, todos ellos ubicados en las comarcas del norte, como los valle del Jerte y el Ambroz, La Vera o Las Hurdes», resume Gil. «La continuidad y diversidad de rápeles, toboganes y saltos, y su estética, con el agua que ha labrado el granito, hacen del descenso un continuo disfrute», amplía el guía y responsable federativo placentino, que explica también que el lugar «está enmarcado en los Montes de Traslasierra, y al aproximarnos a él tendremos unas vistas increíbles del Valle del Jerte y de la reserva natural de la Garganta de los Infiernos».

Eso sí, llegar hasta el inicio del barranco requerirá un esfuerzo, porque hay que cubrir un trayecto a pie por el campo. Son unos 90 minutos, y conviene tener clara la ruta, porque no todo los hitos están bien colocados (en la oficina de turismo, al iniciar la ruta, indicarán el camino).

Abierto en los años noventa

«El barranco fue abierto en los años noventa por miembros del Grupo Placentino de Montaña como José Carlos Carrón o Emilio Rodríguez, entre otros», recuerda Gil, que en el año 2010 se encargó de reequiparlo junto a Alberto García, en un proyecto de Soprodevaje (el grupo de acción local de la comarca) financiando con fondos europeos del programa Leader. Su equipamiento actual cumple los criterios exigidos por el área de barrancos de la Federación Extremeña de Deportes de Montaña y Escalada.

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«Quizás sea el más divertido de la zona, tiene nueve rápeles de entre cinco y treinta metros»

javier gil

Responsable del área de barranquismo de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada

Tiene el barranco de la garganta de los Papúos nueve rápeles de cinco a treinta metros, cuatro toboganes de tres a diez metros, tres destrepes y un salto. «El descenso tiene dos partes muy diferenciadas –resume Gil–. El tramo superior a base de rápeles, saltos y toboganes, es el realmente barranquista, y el inferior está caracterizado por el caos de bloques de granito que debemos caminar y destrepar hasta salir del cauce en el llamado puente de los Papúos».

«Al comenzar el descenso –continúa el experto–, tenemos que valorar la recepción del primer rápel, ya que tiene un drosage (un tipo de corriente) peligroso al fondo si el caudal es elevado, aunque podemos desviarnos o destrepar por la derecha». «Unos toboganes, rápeles y algún salto nos llevan al punto más espectacular del descenso, que es el rápel de treinta metros de la Cascada de la Ventera, muy estética, con forma cola de caballo y que termina en una poza de gran profundidad».

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En este punto tan espectacular, «conviene prestar atención a las raíces que se entrelazan a mitad de la cascada, porque ya ha habido varios sustos por enganchones tanto de la cuerdo como de los pies o las mochilas», advierte el responsable del área de barrancos de la Federación Española. Él explica también que a partir de ese punto, el descenso continúa por más toboganes, rápeles y saltos hasta el final de esta atracción natural que cada vez visitan más aficionados.

Ya con los pies en la tierra

Una vez finalizado el descenso, ya con los pies en la tierra, el descenso desde el puente de los Papúos se hace por la margen izquierda de la corriente fluvial, siguiendo las marcas verdes y blancas del sendero local SL CC-34.

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En total, el barranco más famoso de Extremadura tiene una longitud de 1.100 metros, en los que se salva un desnivel de 250 metros. El descenso dura unas tres horas, y desde el punto final hasta el lugar de inicio de la ruta de aproximación a pie son unos tres cuartos de hora. «Es posible escapar del barranco en todo su recorrido, aunque todos son escapes monte a través excepto uno con sendero que está a la derecha tras el tercer rápel», explica Javier Gil, que recomienda descenderlo muy temprano si es fin de semana o festivo, porque se trata de una zona concurrida.

El guía placentino no aconseja hacerlo en los meses de agosto, septiembre, diciembre, enero y febrero. Y advierte que «debido a la sequedad del terreno y su escasa permeabilidad, las tormentas de finales de verano y principios de otoño provocan grandes arrastres de material y fuertes crecidas incluso con lluvias poco torrenciales».

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Tiene nueve rápeles de cinco a treinta metros, y cuatro toboganes de entre tres y diez metros

Se trata, en cualquier caso, de una actividad que en su opinión, sin duda merece ser vivida. «Los barrancos –comenta Javier Gil– nos permiten observar la montaña desde otra perspectiva, desde abajo, y eso hace que podamos admirar el trabajo de erosión del agua durante miles de años». «Y nos da también la oportunidad de refrescarnos en aguas cristalinas», añade el experto, que entiende el barranquismo como «una actividad de montaña que te permite un contacto con la naturaleza diferente, divertido y refrescante».

Con una ventaja añadido: hay barrancos para todos los niveles. «El terreno, el caudal, la extensión o la complicación de los pasos serán lo que nos marque la dificultad del barranco», aprecia el responsable federativo, que añade que «los predominantes en España y en Extremadura, proporcionan descensos muy placenteros».

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Lo dice él desde la experiencia que le da conocer estos accidentes naturales en otros países. De hecho, él viajará este verano a los Alpes italianos, en una expedición de perfeccionamiento para barranquistas que ya tengan algo de experiencia.

Claves para no perderse por el camino

La mejor opción para llegar a la garganta de los Papúos es aparcar el coche en la localidad de Jerte, lo más cerca posible de la oficina de turismo y el puente de la carretera N-110 (la que atraviesa el Valle del Jerte) sobre la garganta de los Papúos. Además, en ese punto hay paneles informativos sobre los barrancos, con mapas de acceso y croquis.

«Desde la oficina de turismo –explica Javier Gil– debemos ascender por una pista hormigonada, sin cruzar la garganta, hasta un cruce en el que giraremos a la derecha casi 180 grados para seguir tam bién por hormigón hasta que aparezca otra pista con peor firme, igualmente a la derecha, que baja y cruza el barranco de los Hoyos». «Hay que seguir por esa pista siempre ascendente y en zigzag, primero entre campos de cerezos y luego por un robledal, hasta llegar a una cancela que debemos pasar y dejar cerrada para seguir por esa pista en zigzag», continúa el guía extremeño, que aporta una pista más: si vemos una lavadora empotrada en un muro es que vamos bien.

Hay que obviar los desvíos que surgen a la derecha, y tras recorrer un tramo de pista sin grandes curvas, aparecerá a la izquierda una curva cerrada. En ese punto hay que dejar la pista principal y tomar la que sale a la derecha, que al poco se convierte en un sendero que sin subir ni bajar llega a la cabecera del barranco.

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