5.500 extremeños acaban el primer día de una selectividad renovada menos difícil de lo esperado

Fin de la primera jornada de la PAU 2025 en Extremadura, la selectividad que se esperaba más complicada de los últimos años o al menos la que más incertidumbre generaba. Cambian los modelos de examen y algunos criterios de evaluación. Sin embargo, las sensaciones a las puertas de las trece sedes que acogen esta prueba tras realizar los primeros ejercicios eran positivas, en su mayoría.

«Me ha ido bien. Los exámenes han sido asequibles. Parecía que iba a ser la selectividad más difícil, pero no está siendo así. Es mucho más sencillo de lo que esperaba», comentaba Ana Cano, estudiante del instituto Al-Qázeres de la capital cacereña que intentará entrar en la carrera de Biotecnología. Lo decía tras realizar los exámenes de Lengua y Literatura e Historia de la Filosofía, los dos que han inaugurado esta convocatoria.

A pocos metros de ella estaba Asier Iturbe, que espera poder cursar Arquitectura en Madrid. «Estoy muy contento, ha sido bastante asequible, aunque la frase de sintaxis me ha dejado un poco descolocado», comentaba. Y también con una sonrisa y alivio, Gloria González y Rocío Folleco, que quieren estudiar el grado en Educación Primaria, asentían con la cabeza. «El de Filosofía ha sido sencillo», coincidían ambas en un campus universitario que desde primera hora de la mañana fue un mar de nervios.

Jóvenes entre apuntes, profesores intentando calmarles y padres comiéndose literalmente las uñas. Esa era la escena en este primer día de pruebas. Por delante tres jornadas en las que más de 5.500 estudiantes se juegan su futuro.

«Estamos atacados de los nervios. No te voy a mentir», reconocía Álvaro Figueras, que quiere estudiar el grado en Global Studies en Salamanca, algo similar a Relaciones Internacionales, pero que se cursa en su totalidad en inglés. Los tiempos han cambiado, gran parte de las carreras que ofertan las universidades también, pero el ambiente en los campus extremeños el día que comienza la selectividad es similar. A algunos de los chavales les costaba hasta articular palabra antes de enfrentarse al examen de Lengua y literatura.

Luego fue el turno de Filosofía y este miércoles será el de Lengua Extranjera (Inglés, Francés o portugués) e Historia, el que más incertidumbre genera entre los estudiantes. Además, se examinarán de la materia específica de la modalidad del Bachillerato cursado.

A esa fase obligatoria se suma otra voluntaria para subir nota en la que pueden enfrentarse a hasta cuatro asignaturas. Esa parte es recomendable para quienes necesiten una nota comprendida entre el 10 y el 14, la máxima puntuación.

Estudiantes como Ángela Quijada tendrán que hacerla si quieren lograr su objetivo. Le gustaría hacer Medicina o Enfermería, dos de los grados con las notas de corte más altas. «Tengo un 8,56 en Bachillerato y necesito que la PAU me salga muy bien. Me juego mi futuro en tres días», decía con nervios y también impaciente por empezar a demostrar lo que ha estudiado. «He estado delante de los apuntes mañana y tarde, sin parar», reconocía esta alumna del instituto Al-Qázeres de la capital cacereña.

En una situación similar está Natalia de la Cruz, que desde el campus universitario de Badajoz, justo antes de empezar la PAU, reconocía que estaba «muy nerviosa». Quiere cursar Enfermería, una de las carreras más demandadas en la Universidad de Extremadura y la única que se imparte en los cuatro principales centros de la región (Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia).

Antonio Santos y Mar Martín necesitan más de un 12 para acceder al grado que desean, Física. Sus medias rondan el nueve en Bachillerato. Otros como Guillermo Vivas han alcanzado la perfección en los dos últimos cursos del instituto. Tiene un 10. «Quiero hacer una ingeniería. No sé cual. Quizás Industrial o Naval», comentaba. «Espero que me salga bien, pero hay que tener suerte también», apuntaba este alumno del instituto San Pedro de Alcántara.

En su caso se tuvo que levantar más temprano de lo habitual para llegar con tiempo al campus universitario cacereño. La mayoría salió con bastante antelación para evitar el tráfico y los atascos en los accesos a los campus. En torno a las 8.30 horas es cuando se registraron pequeñas retenciones.

«Estamos nerviosas. No más que ellos pero también. No saben a lo que se enfrentan. Es algo nuevo y tienen miedo», reconocían Conchi, Ana y Cristina, tres de las muchas madres de alumnos que acompañaron a sus hijos hasta la puerta del examen.

«Somos padres sufrientes y profesores», comentaba Montaña Arribas y José Luis Reguero. «Estos exámenes lo marcan todo. El Bachillerato lo ha hecho muy bien, pero esta prueba es la que decide», indicaba Montaña. «Lo que más miedo nos da es la nueva modalidad de examen. No sabemos cómo va a ir todo. Hay más incertidumbre por eso», añadía José Luis ante del comienzo de las pruebas.

Luego, el temor se convirtió en calma. «Más sencillo de lo que se pensaba, igual que los modelos de examen que habíamos trabajado, al menos en Lengua y Filosofía», coincidían los estudiantes.

Por primera vez, hay regiones que mantienen los mismos criterios de evaluación, aunque las preguntas son distintas. «Este año son doce las comunidades que realizan pruebas homogéneas. Por fin van a ser evaluados con las mismas condiciones que el resto de estudiantes españoles y el sistema va a ser beneficioso para los extremeños», dijo la consejera de Educación, Mercedes Vaquera, desde el campus universitario de Badajoz.

Este año la principal novedad es que solo hay un modelo de examen por asignatura y no dos como hasta ahora. Los ejercicios de cada materia están estructurados en apartados que pueden contener una o varias preguntas. Aunque existe la posibilidad de elegir entre algunas de ellas, no implica estudiar menos temario.

Las faltas ortográficas son menos exigentes que en años anteriores. El Ministerio de Universidades armonizó algunos criterios sobre penalización en este asunto. Cometer errores ortográficos ya no será motivo de suspenso directo por regla general. Si antes con más de cinco fallos en el examen de Lengua se consideraba no aprobado, ahora lo máximo a descontar son dos puntos.

Además, la nueva PAU se adapta a la última reforma educativa, la conocida como Ley Celaá. Entró en vigor en 2021 y hace hincapié en la parte competencial. Por tanto, hay preguntas que se centran en razonar y ya no solo vale con memorizar.

Es la parte que más nervios genera a los estudiantes y ante eso Rocío Blas, adjunta al rector para el vicerrectorado de Estudiantes, Empleo y Movilidad, que este año visitará todas las sedes de la PAU, hizo un llamamiento a la calma. «Afrontamos la PAU con ilusión. Tenemos la incertidumbre propia de las primeras veces, pero la tranquilidad de que el trabajo está hecho», concluyó.

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