¿Qué ha pasado este domingo, 7 de diciembre, en Extremadura?
Una manada de cierrvos corre por la sierra de San Pedro. :: hoy

El ciervo con ADN extremeño

Una investigación desvela que la región es la reserva principal de un linaje de la especie distinto al resto

Antonio J. Armero

Domingo, 19 de junio 2016, 08:46

La historia del ciervo en Europa deberá reescribirse para incluir un capítulo especial, que bien podría titularse 'Sierra de San Pedro, Extremadura'. La comarca, edén cinegético, zona protegida medioambientalmente y sobrada de riachuelos, bosques, matorrales, lagos y dehesas, es también el hábitat de un tipo de ciervo único en el mundo. No porque sea más guapo, más grande o corra más deprisa que el resto. Lo que le distingue de todos los demás no es nada visible, sino su genética, difícil de encontrar más allá de los límites de esta comarca fundamentalmente cacereña (ocho de los nueve ayuntamientos de su Mancomunidad son de esta provincia).

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Esta exclusividad la descubrieron hace unos meses investigadores de la Cátedra de Recursos Cinegéticos y Piscícolas de la Universidad de Córdoba y del Instituto de Agrobiotecnología CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas)-UPNA (Universidad Pública de Navarra). El acento extremeño a ese equipo de expertos lo pone el director, Juan Carranza, catedrático de Zoología por la UEx -donde impartió clases durante más de veinte años- que ahora está en comisión de servicio en la citada cátedra andaluza. «El origen de todo este trabajo, que comenzó hace más de diez años -recuerda Carranza-, era estudiar la pista genética de los ciervos de la Península Ibérica, y la verdad es que al principio no sospechábamos que existieran dos linajes».

La influencia de la caza

Pronuncia el catedrático la palabra clave, linaje; o sea, ascendencia o descendencia familiar. También «clase o condición», según define la Real Academia de la Lengua. En definitiva, la esencia, en este caso referida a la genética de una especie animal. Hace ya años que el equipo se encontró con la sorpresa de que en la Península Ibérica hay ciervos de dos linajes. Pero la última vuelta de tuerca a su trabajo ha permitido averiguar algo más: uno de ellos se encuentra de modo casi único en ejemplares que viven en Extremadura, básicamente en la sierra de san Pedro. También se puede hallar ese mismo ADN en animales que están en Burgos y Navarra, pero gracias a reintroducciones de ejemplares realizadas en los últimos años, casi siempre relacionadas con el negocio de la caza.

Los ejemplares que hay en el resto de España pertenecen al otro linaje, que también es «el que se extendió hacia el norte de Europa, hasta el Reino Unido y Escandinavia a través de las tierras emergidas que mantenían la conexión con el resto del continente en la primera parte del Holoceno, tras el último máximo glacial, hace unos veinte mil años», detallan los autores de la investigación. Esto significa que los ciervos del norte de Europa tienen una genética muy parecida a la de los que viven en la mayor parte de España. Por contra, hay más diferencias si se les compara con los que habitan principalmente en la sierra de san Pedro, un linaje que a diferencia del otro, se ha mantenido a lo largo de los milenios bastante aislado.

Para llegar a estas y otras conclusiones, los investigadores han analizado dos tipos de ADN: el mitocondrial y el nuclear. Cada uno de ellos les aporta información distinta pero complementaria, oportuna para comparar a los ciervos de España con los del resto de Europa y para conocer la historia de estos linajes, que obliga a echar la vista atrás más de cien mil años.

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Cuando la Península Ibérica y el sur de Francia constituían un refugio glacial, las poblaciones de ciervos escogieron lugares diferentes. Y probablemente, esto es lo que explica en gran modo que existan dos linajes distintos. La diferencia entre los dos que habitan en la Península Ibérica se remonta a unos cien mil años, calculan los autores, que para llegar a esta conclusiones tomaron muestras a 680 ejemplares, no solo de la subespecie ibérica, sino también de otras repartidas por el continente.

«En el año 2003 -recuerda Juan Carranza- ya estábamos haciendo estudios de ADN con los trofeos, y en todos estos años hemos mantenido contactos con investigadores de varios países». Probablemente, no acaben aquí, porque la intención es «seguir trabajando en esta línea y llegar a secuencia el ADN entero», anticipa el catedrático de Zoología, que avanza también que les gustaría profundizar en el estudio de la morfología de los distintos linajes.

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Lo próximo

Con la información recopilada hasta ahora, la conclusión es que «los rasgos de morfología, anatomía y comportamiento de los ciervos españoles son muy homogéneos, comparados con los de otros ejemplares de Europa», explica el estudio. Sin embargo, puede que un mayor avance en la investigación en este campo ayude a encontrar diferencias. «Sabemos, por ejemplo -comenta Carranza- que los de la Península Ibérica sacan la lengua cuando berrean, algo que no hacen los ciervos de otros puntos de Europa, y esto, lejos de ser una cuestión trivial, es consecuencia de un proceso complejo, con unas implicaciones importantes que nos gustaría estudiar».

Al margen lo que puedan deparar investigaciones posteriores, lo averiguado hasta ahora permite plantear un debate que trasciende el ámbito científico. Los autores del estudio, en el último párrafo del texto divulgativo en el que resumen en tono más pedagógico y accesible los resultados de su trabajo, dejan clara su postura. Proponen «mantener la integridad que todavía muestran los dos linajes ibéricos, evitando las traslocaciones entre ellos (la mezcla de linajes), ya que su existencia constituye un elemento de riqueza en la biodiversidad que debemos apreciar y conservar». Con un matiz añadido en el caso de Extremadura: la exclusividad genética de los ciervos que corren por una comarca concrete y bien localizada: la sierra de san Pedro.

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