Un equipo de psicólogos de Cruz Roja apoya a los familiares

Las familias de los cinco menores fallecidos han pasado los últimos dos días con ocho personas a su lado. Ocho desconocidos que se han convertido en sus secretarios, asistentes, amigos y cuidadores. Se trata de un equipo de psicólogos y trabajadores sociales de Cruz Roja que se moviliza en las grandes tragedias.

Con pequeños gestos, como ocuparse de sus necesidades básicas, tratan de reconfortarlos y además les ayudan a llevar su luto. En este caso destacan que las cinco familias se han unido muchísimo y que entre ellas mismas están apoyándose a pesar del dolor que soportan.

«Cuando se viene de una localidad pequeña lógicamente todos los habitantes se conocen y es muy importante para ellos el apoyo de los otros para las familias que han sufrido la pérdida que han sufrido», explicaba ayer Vicente Mangut García, responsable de comunicación en Cáceres de Cruz Roja.

El propio delegado del Gobierno en Extremadura, Germán López Iglesias, destacó tras su visita al Instituto Anatómico Forense la fortaleza que mostraban los padres de los fallecidos apoyándose entre ellos. «Son una piña».

López Iglesias estuvo con las familias mientras se realizaban las autopsias y recogió sus demandas sobre la forma de organizar los actos funerarios. A su salida hizo hincapié en la unión que mostraban los afectados. «Ellos mismos me han dicho que era un pueblo pequeño, que la mayor parte de los que iban eran amigos e incluso iban dos hermanos, que uno de ellos ha fallecido y el otro está en el hospital. Otros eran primos».

Según el equipo de Cruz Roja que les apoya, el conocerse tanto ha servido para apoyarse mutuamente. «A pesar del dolor, se han interesado por el estado de los heridos, ya que en muchos casos los conocían de cerca».

La principal labor del equipo de Cruz Roja es «dejarles llevar su duelo y tratar cada caso con empatía», confiesa Víctor Domínguez, un miembro del equipo que pasó la primera noche de duelo junto a los familiares. «Hay que dejar que sean ellos los que lleven su dolor y tratar de hacerlo más llevadero», explica antes de añadir que en esos momentos se ocupan de facilitarles alimentación, higiene o abrigo «para confortarlos».

«Se olvidan de comer»

«Las familias se olvidan de comer, de descansar y de todo, es importante ayudarles. Por lo demás, hay que dejarles exteriorizar. Si quieren gritar, que griten», relataba ayer Domínguez tras estar con los afectados.

Admitió que para sus compañeros y para él mismo supone un gran desgaste psicológico acercarse a estas tragedias, por lo que también se ayudan entre ellos. En muchos casos tienen una gran experiencia en acudir a hechos traumáticos. Por ejemplo, hubo un gran despliegue de psicólogos tras la riada de 1997 que dejó 25 muertos en Badajoz.

Una de las claves de este equipo es que atiende a las familias desde el principio. El jueves, tras el accidente en Castuera, el 112 avisó a los servicios de emergencias y también mandó una alerta a Cruz Roja para que movilizase a sus técnicos. Pocas horas después estaban en el lugar del siniestro.

El equipo está compuesto por psicólogos, trabajadores sociales y también personal médico por si los familiares sufren una crisis o toman alguna medicación que deban controlar. Todos sirven de auxiliares y recogen las demandas de las familias.

La cobertura comienza tras conocer la noticia de la pérdida y se alarga indefinidamente. En el caso del accidente de autobús en Castuera, Cruz Roja se desplazó hasta el lugar del suceso y al pueblo de los afectados.

También estuvieron en el Instituto Anatómico Forense de Badajoz, donde las familias pasaron casi doce horas, desde las tres de la mañana hasta las dos de la tarde, y no pararán en su tarea de apoyo hasta el funeral o incluso después si se hace necesario.

Durante estas horas los equipos hacen relevos, según destacó ayer Vicente Mangut, quien añadió que mantendrán el apoyo mientras los padres se lo pidan.