Alonso, en el GP de México. Afp
Análisis

El 'amateurismo' que retrata a la F1

Tanto los aficionados como los periodistas y los propios pilotos se quejan, carrera sí, carrera también, de los fallos clamorosos en la ejecución de las normas

David Sánchez de Castro

Lunes, 27 de octubre 2025, 19:49

Cualquiera que haya visto una carrera de Fórmula 1 en, digamos, los últimos 40 años, pero especialmente en los últimos tres lustros, sabrá que cuando ... hay una acción polémica puede ocurrir cualquier cosa. Esa mal llamada justicia que deben garantizar los jueces de la carrera está en manos de unos comisarios que en cada prueba son cambiados y a los que se les otorga la potestad y la responsabilidad de interpretar la normativa de la manera más justa en función de las circunstancias. Rara es la vez que estas se ejecutan a la perfección, y lo vivido en México es el mejor ejemplo.

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Esto no es una opinión del que suscribe, que también, sino que lo señala el piloto que más grandes premios ha disputado en la historia de la Fórmula 1. Fernando Alonso —421 grandes premios a sus espaldas— no se mordió la lengua contra los jueces en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Y no fue, en este caso concreto, contra Gerd Enser, Matthew Selley, Pedro Lamy y Alfonso Oros, los cuatro comisarios elegidos por la FIA para esta cita, sino en general contra la actitud general de la competición. «La gente no hace el circuito, se va por fuera, gana tres o cuatro posiciones y la FIA mira para otro lado. (...) Al final no sirve de nada porque perdí como tres posiciones porque la gente se saltó las tres primeras curvas», se lamentaba el español, que, a la postre, abandonó.

No fue el único. George Russell, que finalizó séptimo, también elevaba su queja pública: «Me cuesta entender que tres pilotos puedan cortar la curva y mantener su posición. Se pasaron de frenada, cometieron un error, pero luego cortaron la curva, continuaron y no recibieron ninguna penalización». No podía faltar en la nómina de conductores que bramaron contra los comisarios la figura del piloto con más victorias de la historia y que pasa sus momentos más bajos, Lewis Hamilton, al que le penalizaron con 10 segundos -lo que mandó al infierno sus opciones de sumar su primer podio en Ferrari- por acabar fuera de pista en su refriega con Max Verstappen al inicio de la carrera. «Navegué bien por las curvas 1, 2 y 3, sin salirme de pista… otros cortaron y mantuvieron posición, y no recibieron penalización. Es una locura. Fue una lucha dura con Max. Me pareció incidente de carrera, nada más. Él cortó la curva y, sin embargo, soy el único al que le cae una penalización de diez segundos. No tiene sentido», se lamentaba el heptacampeón del mundo.

Son cuatro ejemplos de lo que pasa carrera tras carrera. La sensación de que nunca se sabe qué va a pasar cuando un piloto sobrepasa los límites de pista o, lo que es peor, que existe un cierto sesgo en función de quién es el presunto infractor o cuál es su nacionalidad está muy patente día a día. La ejecución de la normativa no es, ni debe ser, automática en cada acción dudosa de legalidad, pero que a Verstappen ni siquiera le cayera una investigación por conducir no una sino al menos dos veces por fuera del asfalto es algo que clama al cielo.

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No son pocos los que ven una mano negra ya no para favorecer a Verstappen, sino al Mundial. La Fórmula 1 se encuentra ante un final de temporada que puede ser mucho más emocionante de lo que parecía en el inicio de año, toda vez que las absurdas luchas intestinas en McLaren han permitido que ahora mismo, a falta de cuatro grandes premios -dos de ellos con formato sprint-, los dos primeros clasificados se encuentren a solo un punto de diferencia, con Lando Norris delante y Oscar Piastri detrás, y que Verstappen llegue como el tiburón de Steven Spielberg acechándoles a 36. ¿Qué guionista no querría esto en su historia?

Coche de seguridad

La sensación de que los comisarios de la Fórmula 1 viven sobrepasados a poco que ocurra en la carrera es constante. Prueba de ello es la más que cuestionable decisión que tomaron cuando Carlos Sainz trompeó y, a la postre, abandonó.

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Sacar el coche de seguridad virtual para neutralizar la carrera cuando Sainz había colocado su Williams en una zona donde no había peligro es una demostración de que, quizá, hay que tener manga ancha cuando conviene. Que se lo digan a Piastri, que estaba a punto de cazar a Bearman, que no sabe ni cómo acabó cuarto con el Haas, o al propio Verstappen, que ya saboreaba la sangre de Leclerc en sus afilados dientes. Con una bandera amarilla en esas curvas —como inicialmente desplegaron— hubiera sido suficiente, pero oficialmente excusaron con que había humo saliendo del Williams abandonado de Sainz y, por protocolo, debían sacar el VSC.

De manera fortuita o bajo unas oscuras intenciones, lo cierto es que esa decisión marcó el final de esta carrera y ha provocado que, ahora mismo, el líder sea Norris con 357 puntos, por 356 de Piastri, y Verstappen esté tercero con 321. Si hubieran actuado como, por ejemplo, hizo el recordado Michael Masi, director de carrera en 2021, en el Gran Premio de Abu Dabi que decidió el primer título de Verstappen, ahora estaríamos hablando de otro final. Aunque quizá esa eventual bandera roja y la posterior vuelta final tras salida en parado para un sprint de un único giro hubiera liado más la madeja. Está claro que la actuación de los comisarios, como de los árbitros de cualquier deporte, jamás va a contentar a nadie. Pero un poco más de seriedad y profesionalismo ayudaría.

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